En medio de las onduladas dunas de arena y los dentados pilares de piedra del desierto chino de Ulan Buh, cientos de científicos se reúnen en el Centro Experimental de Silvicultura en Desiertos.
Ubicado en la ciudad de Bayannur (Mongolia Interior), estudian minuciosamente los datos obtenidos y preparan plántulas resistentes a la sequía bajo la atenta mirada de Lu Qi, científico jefe de la Academia China de Silvicultura. Su objetivo es luchar contra la desertización y crear un oasis verde en uno de los paisajes más inhóspitos de China.
El Ulan Buh es uno de los 12 grandes deserts del país y forma parte de un ecosistema desértico que cubre más de una quinta parte del territorio chino. El país lleva milenios luchando contra la desertificación. El cambio climático ha agravado el proceso. Las arenas movedizas amenazan las tierras de cultivo y las aldeas y causan más de US$9.000 millones de pérdidas económicas directas al año.
China, sin embargo, tiene una solución aparentemente sencilla: plantar y preservar franjas de bosques para bloquear la expansión del desierto. El éxito, sin embargo, depende de una investigación rigurosa sobre la escasez de agua, el avance tecnológico e incluso la cooperación multilateral.
Lu Qi es experto en todos estos desafíos. En su trayectoria profesional de más de 30 años, ha dirigido más de 50 proyectos científicos, publicado más de 180 artículos revisados por expertos, escrito 20 libros y encabezado la implementación en China de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. A sus 61 años, está canalizando esa experiencia para revitalizar el desierto.
"El motor importante de la lucha contra la desertificación consiste en proteger no solamente la naturaleza, sino también nuestro propio entorno vital" , explicó Lu Qi al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En reconocimiento de sus esfuerzos en la lucha contra la desertificación a través de la ciencia y el compromiso multilateral, Lu Qi ha sido laureado como Campeón de la Tierra 2024 en la categoría de Ciencia e Innovación. Campeones de la TIerra el más alto honor ambiental de las Naciones Unidas. Lu Qi es una de las seis personas galardonadas en 2024 .
«La desertificación y la sequía están devastando el planeta y el bienestar humano», afirma Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. «Pero al combinar ciencia y política, Lu Qi ha demostrado que es posible contrarrestar la degradación de las tierras, ayudar a las comunidades a adaptarse al cambio climático y crear un futuro mejor para millones de personas», agregó.
Conocer el desierto a través de los árboles
Los primeros estudios del señor Lu Qi giraron en torno a la silvicultura, también conocida como forestería, y no vio el desierto hasta pasados sus treinta años, cuando se doctoró en ecología. En todo caso, la lucha contra la desertificación forma parte de la industria forestal, lo que respalda la postura china de que la reforestación y la forestación, es decir, la plantación de árboles donde antes no los había, son algunas de las soluciones clave.
Lu Qi afirma que su «pasión por explorar lo desconocido» le llevó al histórico Proyecto de los Tres Norte en China. Apodada la «Gran Muralla Verde de China», la iniciativa se puso en marcha en 1978 y es el mayor proyecto de forestación del mundo, según los investigadores según expertos . La Gran Muralla Verde abarca más de 30 millones de hectáreas en todo el norte del país. China espera que se extienda a más de 400 millones de hectáreas de aquí a 2050, lo que equivaldría a una superficie mayor que los territorios de India y Egipto juntos.
Lu Qi ha desempeñado un papel importante en el proyecto, desde la recolección de datos sobre el terreno al principio de su carrera hasta el análisis de estrategias de desertificación en el laboratorio. Es el presidente fundador del Instituto de la Gran Muralla Verde en Beijing, que proporciona apoyo científico y tecnológico a grandes proyectos ecológicos nacionales. Asimismo, el instituto participa en la cooperación multilateral a través de talleres de formación y conferencias, lo que, según el científico Lu Qi, permite a otros países acceder a «la sabiduría y las soluciones de China».
«Los bosques desempeñan un papel crucial en la conservación del agua y la preservación del suelo. También están estrechamente relacionados con la calidad de vida de la población, sus ingresos y su seguridad alimentaria», señaló Lu Qi.
A principios de año, el gobierno prometió US$ 1.700 millones para reforzar el Proyecto de los Tres Nortes según un informe .
Según la Administración Nacional de Bosques y Pastizales de China, sus resultados han sido alentadores. A finales del siglo XX, los desiertos de China se expandían 3.436 kilómetros cuadrados cada año. En contraste, desde 2009, los desiertos se han reducido en 2.424 kilómetros cuadrados cada año, por lo que se ha logrado transformar hasta 8,8 millones de hectáreas de las zonas desertificadas de China en tierras verdes desde 2016. Esto está frenando la erosión del suelo, mejorando las condiciones de vida de las comunidades del desierto y proporcionando un amortiguador contra las tormentas de arena para los pueblos e incluso las grandes ciudades, como Pekín. Además, los bosques capturan el doble de carbono del que emiten, lo que contribuye a mitigar el cambio climático según un informe de la UNEP .
«El Proyecto de los Tres Nortes no es sólo un proyecto de gobernanza ecológica, sino también un plan estratégico integral que vincula estrechamente el desarrollo económico regional con la felicidad y el bienestar de la población», aseguró Lu Qi.
Nuevas fronteras
En un fresco y despejado día de otoño, Lu Qi observa el accidentado terreno del desierto de Ulan Buh. Los tendidos eléctricos se extienden por franjas de arena, mientras que algunos brotes verdes y árboles salpican un paisaje que, por lo demás, es marrón grisáceo. A lo lejos, camiones de construcción y agricultores remodelan la tierra y amplían los canales de riego que extraen agua del río Amarillo.
La zona lleva cientos de años resistiéndose a la invasión del desierto, explica Lu Qi. Ahora es un ejemplo de los esfuerzos de China por gestionar la desertificación.
Bajo la supervisión del señor Lu, los investigadores han identificado y recolectado plántulas de especies resistentes a la sequía idóneas para la región. El instituto ya ha convertido más de 80.000 hectáreas de desierto en tierras fértiles en la zona de Ulan Buh.
Sin embargo, la lucha está lejos de haber terminado.
«La lucha contra la desertificación requiere una participación integral a lo largo de todo el proceso, en todas las dimensiones y regiones», indicó Lu Qi. «Nuestro trabajo no se limita a sugerir políticas, sino que incluye proporcionar apoyo técnico, análisis de datos y soluciones, todos ellos resultados de nuestro equipo de investigación».
Lu Qi ha aportado su experiencia al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo , al Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) y a varias otras organizaciones internacionales que lideran la acción mundial contra la desertificación. Muchos de sus trabajos de investigación y libros se centran también en la formulación de políticas y en proponer las mejores prácticas para mitigar la desertificación, la sequía y la degradación del suelo mediante la cooperación multilateral.
El Consejo de Estado de China nombró a Lu Qi consejero en 2024 para ayudar a orientar el enfoque del gobierno en cuestiones críticas. Esta designación es el último hito en la influencia de Lu Qi en el ámbito de la formulación de políticas. Asimismo, es un testimonio de su enfoque innovador y del de China ante un problema que existe desde hace siglos.
«Vivimos en un 'mar de arena'», dice, citando un modismo chino. «Este paisaje es a la vez sobrecogedor y lleno de potencial. Por eso, mi deseo y mi esperanza son que más gente se dé cuenta de ello y participe activamente en la gran causa de la gobernanza del desierto y la restauración ecológica».