Burkina Faso, en África Occidental, es una nación de tierras áridas, sede de una innovación que ha revolucionado la agricultura en los países africanos afectados por la sequía y el cambio climático. Esto se debe a la paciencia y determinación de Yacouba Sawadogo, ganador del premio Campeones de la Tierra 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en la categoría de Inspiración y Acción.
Sawadogo, conocido localmente como “el hombre que detuvo el desierto”, modificó una práctica de cultivo tradicional llamada Zai, que consiste en cavar pequeños hoyos para retener la lluvia y favorecer el crecimiento de los cultivos, incluso en regiones asoladas por la escasez de agua. Su técnica, creada hace casi cuatro décadas, hoy la utilizan agricultores africanos en una extensión de 6.000 kilómetros.
“En la década de 1980, teníamos tierra buena y otra no tan buena”, recuerda Sawadogo, que vive en Uagadugú, una región semirrural al norte de la capital donde gran parte de la economía local depende de la agricultura de secano. “Con el tiempo, hemos visto de verdad cómo disminuye la calidad de nuestro suelo y la productividad de nuestros campos”, explica.
A principios de los años ochenta, ese lento deterioro culminó en una devastadora hambruna tanto en Burkina Faso como en los países vecinos.
“La gente se empezó a ir y los animales y árboles se estaban muriendo. Así que tuvimos que buscar una nueva forma de cultivar, porque toda la tierra buena estaba desapareciendo, y si nos quedábamos aquí sin hacer nada, nuestra vida estaba en riesgo”, recuerda.
Tradicionalmente, los agricultores de Burkina Faso no tocaban el campo sino hasta el comienzo de la temporada de lluvias. Pero Sawadogo innovó, al modificar la técnica de riego tradicional Zai, que significa “empezar temprano” en el idioma de los mossi, y preparar la tierra mucho antes de la lluvia.
Los resultados fueron sorprendentes: mejoraron el suelo y el rendimiento de sus cultivos y Sawadogo también pudo cultivar árboles en el suelo árido. Al cabo de cuatro décadas, ha creado un bosque de 40 hectáreas en su tierra, con más de 60 especies de arbustos y árboles.
Cavar más profundo
Los agricultores que utilizan la técnica Zai cavan pequeños pozos en suelos degradados o alios, y luego colocan en ellos material orgánico, como abono o fertilizante natural. Con las modificaciones de Sawadogo, se cavan pozos más anchos y profundos, con piedras que puedan retener agua y termitas que ayuden a romper el suelo duro. Tan pronto comienza la lluvia, se plantan semillas en los pozos, los cuales acumulan y concentran el agua en la planta, de tal modo que se reduce considerablemente el estrés hídrico, en una región caracterizada por lluvias escasas y erráticas. Es un proceso que requiere un trabajo intensivo, admite Sawadogo, pero asegura que “para obtener un buen rendimiento, hay que comenzar temprano”.
Los estudios de la técnica Zai sugieren que al crear lo que es esencialmente un embudo que dirige la lluvia a las raíces de la planta, los agricultores pueden aumentar sus rendimientos entre 100 y 500%. Eso es una bendición para aquellos que dependen de la agricultura de subsistencia, no solo para alimentar a sus familias, sino también para pagar la escuela, el hospital y otros gastos esenciales.
“Yacouba Sawadogo es un pionero que no permitió que el escepticismo le impidiera encontrar una solución a los desafíos de su comunidad”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
“La técnica agrícola Zai ha ayudado a mejorar el rendimiento de los cultivos y los medios de subsistencia de los pequeños agricultores. Al promover esta idea junto con la preservación de los bosques y las plantas autóctonas, Sawadogo ha demostrado el papel fundamental que las comunidades pueden desempeñar en la protección de nuestro medio ambiente”, añadió Andersen.
Sembrar un movimiento
Las técnicas agrícolas Zai recibieron un impulso en Burkina Faso a fines de la década de 1980, cuando fueron adoptadas por el gobierno del presidente Thomas Sankara. Ahora, dice Sawadogo, alrededor de 95% de los agricultores de su región las aplican. Este modo de cultivar también se ha expandido fuera de los límites nacionales y del Sahel, hasta Ghana, Chad e incluso en Kenia, donde las tierras semiáridas están amenazadas por ciclos similares de sequía y lluvia.
Zai es también una de las muchas técnicas autóctonas de uso de la tierra que conforman el programa de la Gran Muralla Verde, la iniciativa insignia de África para combatir la degradación de la tierra, la desertificación y la sequía.
Incluso con la técnica Zai, dice Sawadogo con pesar, los efectos del cambio climático son visibles y peligrosos y se están acelerando para los agricultores de su región y más allá.
“El mayor desafío para nuestros agricultores es la sequía. Una tierra que se está calentando significa rendimientos más bajos”, dice. “Incluso aquellos de nosotros que no tenemos una capacitación formal sabemos que los árboles, los pastos y otras plantas pueden evitar los efectos del cambio climático. Pero no pueden arreglar nuestras cosechas”.
Inspirar a otros
Sawadogo no se hace ilusiones sobre los desafíos que enfrentan las comunidades a las que trata de ayudar a volverse más autosuficientes. La mayoría se gana la vida modestamente en algunos de los terrenos más implacables.
El líder agrícola pasa mucho tiempo hablando con la gente, enseñándoles sobre sus técnicas, pero también sobre el cambio climático, la necesidad de reforestar y el valor de preservar las plantas y árboles autóctonos. En su región, hay un solo hospital que atiende a decenas de miles de personas. La mayoría depende del bosque para las plantas medicinales, y Sawadogo ahora está trabajando para proteger la frágil cubierta arbórea de su país.
Sawadogo dice que, en última instancia, el éxito de estos esfuerzos recaerá en las generaciones más jóvenes, las cuales impulsan cada vez más un cambio ambiental.
“Es imposible evitar las dificultades o que otras personas te confronten por tus ideas. Tienes que estar preparado para responder a esos desafíos y defender tu posición. El mundo necesita de eso”, asegura.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
Yacouba Sawadogo es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.