Arcenciel (Líbano), empresa galardonada en la categoría de Inspiración y Acción, es una ONG ambiental líder cuyo trabajo centrado en crear un medio ambiente más limpio y saludable ha sentado las bases para la estrategia nacional de gestión de desechos en el Líbano. Actualmente, arcenciel recicla cada año más del 80% de los desechos hospitalarios potencialmente infecciosos del Líbano.
Constantino (Tino) Aucca Chutas (Perú), galardonado igualmente en la categoría de Inspiración y Acción, ha sido pionero en un modelo de reforestación comunitaria impulsado por comunidades locales e indígenas, lo que ha llevado a la plantación de tres millones de árboles en Perú. Asimismo, lidera ambiciosos esfuerzos de reforestación en otros países de la región andina.
Partha Dasgupta (Reino Unido), galardonado en la categoría de Ciencia e Innovación, es un eminente economista cuyo histórico examen sobre la economía de la biodiversidad insta a replantear de raíz la relación de los seres humanos con el mundo natural con el objetivo de evitar que los ecosistemas vitales alcancen puntos de inflexión peligrosos.
La Dra. Purnima Devi Barman (India), galardonada en la categoría de Visión Empresarial , es una bióloga especializada en vida silvestre que dirige el "Ejército Hargila", un movimiento de conservación constituido únicamente por mujeres dedicadas a proteger a la cigüeña ayudante mayor de la extinción. Las mujeres crean y venden textiles con motivos de esta especie de cigüeña, con lo que ayudan a crear conciencia sobre su conservación al tiempo que construyen su propia independencia financiera.
Cécile Bibiane Ndjebet (Camerún), galardonada en la categoría de Inspiración y Acción, es una defensora incansable por los derechos de las mujeres a asegurar la tenencia de la tierra en África, lo cual es esencial para que puedan desempeñar su importante rol en la restauración de los ecosistemas, la lucha contra la pobreza y la mitigación del cambio climático. Asimismo, dirige iniciativas para influir en las políticas de igualdad de género en materia de gestión forestal dentro de 20 países de África.
Mindy Lubber is the CEO and President of Ceres since 2003. Ceres' mobilizes the most influential investors and companies and makes the business case for climate action and sustainability. In 2015, Lubber helped catalyze the necessary business support to get the historic Paris Agreement across the finish line.
Para Robert Bullard, ganador del premio Campeones de la Tierra 2020 en la categoría Trayectoria de Vida, la revolución comenzó con unos marcadores de colores. Era 1978 y el sociólogo y activista ambiental estadounidense tenía tres años de haber terminado sus estudios de posgrado cuando su esposa, abogada, le dijo que se disponía a demandar al estado de Texas.
“Una compañía de eliminación de desechos estaba tratando de instalar un vertedero en el centro de una comunidad negra de clase media en Houston”, recordó recientemente. “Ella necesitaba pruebas para respaldar una orden de protección y yo era su única esperanza”.
Así, con seis estudiantes de posgrado, Bullard se dispuso a liderar el que sería uno de los primeros estudios etnográficos de su tipo en Estados Unidos, utilizando marcadores rojos, verdes, anaranjados, amarillos y negros para identificar barrios, residentes e industrias contaminantes. Lo que encontró fue aleccionador, pero no sorprendente.
En la ciudad de Houston, donde solo uno de cada cuatro residentes era afroamericano, la totalidad de los vertederos y seis de los ocho incineradores operados por la alcaldía estaban en barrios negros, mientras que tres de los cuatro vertederos privados se ubicaban también en estas comunidades. Esto significaba que más de 80% de toda la basura de Houston —una de las ciudades más grandes de Estados Unidos— se eliminaba en comunidades afroamericanas.
La esposa de Bullard, Linda McKeever Bullard, y el grupo comunitario al que representaba, al final perdieron la demanda colectiva que habían logrado poner, llamada Bean contra Southwestern Waste Management Corp. Sin embargo, establecieron un precedente importante: esta era la primera demanda en Estados Unidos en contra de contaminadores en la que se les acusaba de racismo ambiental según la Ley de Derechos Civiles. Esto encaminó a Bullard en una vía de investigación que ha crecido hasta convertirse en un movimiento a favor de la justicia ambiental.
“Fue un despertar para mí. Decidí que no iba a hacer sociología de hombres blancos muertos, sino una sociología fuera de serie. De modo que reprodujimos el estudio de Houston y comenzamos a ver qué pasaba en todo el sur de Estados Unidos –la parte del país que llaman Dixie–. Nos dimos cuenta de que la opresión ambiental estaba arraigada en un racismo sistémico. Estaba inscrita en su ADN”, dijo Bullard.
Un problema sistémico
Sus investigaciones culminaron en Dumping in Dixie (Vertido en Dixie), el primero de 18 libros escritos por Bullard de manera individual o colectiva. Investigó la historia de las comunidades negras recién liberadas en este territorio otrora esclavista que fueron comprando propiedades, así como a las compañías contaminantes que de inmediato siguieron sus pasos. El libro muestra cómo, además de que se les privaba de infraestructura y educación, saneamiento y agua potable, a estos descendientes de esclavos y sus familias también se les exponía a niveles de contaminación más altos que el promedio, lo que ponía en riesgo su salud y bienestar por generaciones.
Durante demasiado tiempo, afirma Bullard, su recorrido fue solitario. Los defensores ambientales, en su mayoría blancos, le decían que la justicia racial no entraba en sus objetivos. Los grupos que luchaban por los derechos civiles, por su parte, insistían en que la contaminación no era su problema.
“Nos tomó casi 25 años lograr que ambos movimientos se fusionaran, que gente de ambos lados despertara y se percatara de que lo que estábamos experimentando en las comunidades de bajos ingresos y de color era una forma de racismo sistémico con efectos nocivos para la salud”, dice Bullard.
“No solo eso, sino que estas disparidades ambientales estaban teniendo efectos nocivos para la expectativa de vida, la propiedad de la vivienda y la generación de riqueza transformadora”, añade.
Hoy Bullard es Profesor Distinguido de Planeación Urbana y Política Ambiental de la Texas Southern University y copresidente del comité ejecutivo de la Red Nacional Negra de Justicia Ambiental. Su carrera abarca 40 años y hoy su objetivo principal es enseñarles a los jóvenes a luchar por el cambio. Les advierte que “la carrera por la justicia no es un sprint. Es un maratón de relevos en el que tenemos que pasar la estafeta a la siguiente generación de luchadores por la libertad”.
Bullard, quien se refiere al legendario líder de la lucha por los derechos civiles y pionero de las ciencias sociales W.E.B Du Bois como su héroe, insiste en que es crucial que los activistas jóvenes aprendan a utilizar la investigación y la ciencia para respaldar su cruzada por la justicia. Cuando las comunidades desatendidas y marginadas se arman con pruebas y datos, el peso de su protesta se amplifica, añade.
“Siempre hemos incorporado la investigación que producimos y la hemos traducido en acciones de las que las comunidades puedan apropiarse para llevarlas a cualquier instancia, ya sea el municipio, la asamblea legislativa del estado, el congreso o la presidencia, con el fin de cambiar las cosas”, dice Bullard.
Un asunto internacional
Estados Unidos no es el único país que sufre de desigualdad, dice Bullard, quien ve a la Organización de las Naciones Unidas como portavoz del esfuerzo por atacar males sociales, como la pobreza.
“La Organización de las Naciones Unidas está en posición de hablar acerca del imperativo moral de comenzar a abordar algunas de estas inmensas disparidades en la salud y la riqueza y hacer algo al respecto, con el fin de reparar y corregir desigualdades y disparidades estructurales”, dice.
“La globalización ha hecho del mundo un lugar mucho más pequeño. Estamos empezando a ver cómo todos estamos conectados y cómo tenemos que lidiar juntos contra los peligros que acechan en el camino”, advierte el profesor.
La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, rindió homenaje a Bullard, a quien llamó un aliado del movimiento ambiental, y alabó su visión, su compromiso y su papel como mentor de los defensores de la justicia del futuro.
“Robert Bullard nos ha mostrado cómo una persona puede movilizar a otras para construir un movimiento por el planeta y la justicia social”, dijo.
“Su compromiso con la idea de que todas las personas, sin importar su origen, tienen derecho a aire limpio y agua limpia, refleja un enfoque en el medio ambiente basado en los derechos humanos, el cual es crucial para un discurso global. Es un honor para el PNUMA reconocer a este pionero con nuestro máximo galardón”, añadió Andersen.
Bullard dice que su recompensa más grande es la gente a su alrededor, para quienes la lucha, así como las pequeñas victorias, son reales.
“La justicia es un largo proceso y no se trata de un asunto instantáneo Si entendemos que esta es una lucha prolongada, lograremos el objetivo final: justicia, imparcialidad y equidad para todos”.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
El profesor Robert Bullard es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se complace en trabajar con socios con el fin de reconocer los logros extraordinarios de los Campeones de la Tierra.
Gracias a los generosos esfuerzos de nuestros aliados, podemos continuar celebrando los éxitos de los galardonados. Nuestros socios apoyan a los Campeones de la Tierra y los Jóvenes Campeones de la Tierra.
Weibo se ha comprometido a aumentar sus esfuerzos en favor de la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible. La empresa ya ha apoyado varias campañas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en los últimos años, incluido el Día Mundial del Medio Ambiente y Feroz por la Vida.
Fabian Leendertz, un veterinario que ha ayudado a rastrear el origen de algunos de los brotes de enfermedades más mortales del mundo, fue nombrado Campeón de la Tierra 2020 en la categoría de Ciencia e Innovación.
Leendertz ha dirigido originales investigaciones sobre patógenos como el ántrax y el ébola, y ha explorado cómo los contagios saltan entre animales y humanos. En 2014, dirigió al grupo de investigadores que encontró el origen de un brote de ébola en un solo árbol lleno de murciélagos en Guinea.
“Lo increíble es hacer ciencia que tenga un efecto”, dijo Leendertz. “Trabajar en un entorno innovador y alcanzar a ver el efecto que está teniendo es realmente alentador".
Leendertz se interesó por primera vez en las enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que saltan entre humanos y animales, cuando realizaba una investigación de doctorado sobre chimpancés en Costa de Marfil. Fue el inicio de una carrera vitalicia en la ecología de los primates y los patógenos, que son los microorganismos que transmiten las enfermedades.
“Comencé centrándome en la salud y la enfermedad de estos chimpancés silvestres”, explica Leendertz. “A partir de ahí, el siguiente paso lógico era averiguar si los patógenos que habíamos encontrado en los grandes simios también se encontrarían en la población humana, e investigar de dónde provenían”.
Ahora dirige el Leendertz Lab, especializado en zoonosis, del Robert Koch Institut de Berlín. Su equipo investiga las fuentes y reservorios de microorganismos en primates silvestres y otros animales, y su transmisión entre especies. Leendertz fue seleccionado recientemente como uno de los diez investigadores asignados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para investigar el origen de la pandemia de la COVID-19.
La investigación del origen del ébola
En 2014, días después de que se confirmara el ébola en Guinea, Leendertz dirigió a un equipo de 17 antropólogos, ecólogos y veterinarios encargados de encontrar el origen del brote del virus. Su trabajo se centró en el pueblo de Meliandou, donde se encontraron algunos de los primeros casos.
“Cuando le dijimos a los residentes que estábamos allí para averiguar cómo había sucedido, se mostraron gustosos de ayudar”, explica. “Ellos guiaron a nuestro equipo, porque conocen su pueblo, saben dónde están los animales”.
Su información le permitió al equipo rastrear el brote desde el niño de dos años que los científicos llamaron paciente cero, en Meliandou, hasta un árbol que alojaba una colonia de murciélagos angoleños de cola larga. Se sospecha que estos murciélagos son unos de los reservorios del ébola.
Leendertz reconoce de entrada a los científicos locales de distintas partes de África con quienes colabora en estas investigaciones de patógenos. Estos equipos interdisciplinarios con enfoques polifacéticos han sido clave para rastrear los orígenes de las enfermedades.
Leendertz incorpora un enfoque de Una sola Salud en su trabajo sobre brotes de enfermedades zoonóticas. Esto se refiere a la integración de conocimientos de salud pública, medicina veterinaria y medio ambiente. Su laboratorio es parte de la Red africana para la mejora del diagnóstico de la epidemiología y el manejo de agentes infecciosos comunes (Andemia, por sus siglas en inglés). En su trabajo con cuatro países asociados —Burkina Faso, Costa de Marfil, República Democrática del Congo y Sudáfrica—, la red ayuda a los Estados a detectar y prevenir enfermedades infecciosas comunes, incluida la COVID-19, así como a responder a ellas.
El riesgo creciente de las pandemias
Tras sus dos décadas de trabajo en el campo, Leendertz dice que las enfermedades con “potencial pandémico” amenazan cada vez más a la humanidad.
El crecimiento de la población urbana, la expansión agrícola y la minería ilegal están destruyendo las zonas de amortiguamiento que separan a los humanos de los animales silvestres, incluso dentro y alrededor de los parques nacionales. “Con más gente y más presencia en los parques, el riesgo de intercambio de patógenos entre los humanos y la vida silvestre es creciente”.
Una vez que una enfermedad da el salto, su potencial para convertirse en una pandemia también ha aumentado, dice. “La gente está más conectada. El acceso a áreas remotas es cada vez mejor, por lo que si un patógeno se desborda a la población humana, es más fácil que llegue a una gran ciudad y desde allí viaje alrededor del mundo”.
Leendertz advierte que las enfermedades también pueden pasar de las personas a los animales, a veces con efectos devastadores. Los grandes simios que estaba estudiando en el Parque Nacional de Tai en Costa de Marfil, por ejemplo, estaban siendo infectados inadvertidamente por guías e investigadores. El trabajo de Leendertz llevó a la publicación de las Pautas de higiene y capacitación para humanos, incluidos los turistas, que ingresan a los parques nacionales con grandes simios.
Junto con 25 expertos, Leendertz publicó también una carta en Nature en la que se pide que el turismo y los viajes de investigación se detengan durante la pandemia de la COVID-19, por temor a que la enfermedad pueda afectar a la población de simios. Señalaron que “dichos esfuerzos deben incluir formas de compensar la pérdida de ingresos para el sector turístico y evitar interferir con el trabajo para salvar vidas humanas”.
“2020 nos ha demostrado lo devastadoras que son las pandemias para nuestras vidas y nuestras economías. La investigación que el Dr. Leendertz ha realizado durante las últimas dos décadas es crucial para ayudarnos a comprender no solo de dónde provienen estas enfermedades, sino también qué las está provocando”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“La ciencia nos ha dejado claro que si seguimos explotando la vida silvestre y destruyendo nuestros ecosistemas, entonces podemos esperar ver un flujo constante de enfermedades zoonóticas en los años venideros. Para prevenir futuros brotes, debemos proteger y restaurar nuestro entorno natural”, añadió Andersen.
Leendertz está convencido de que todos pueden ayudar a proteger a los animales silvestres al tomar decisiones como consumidores y elegir a los políticos que los representen. “El medio ambiente y la salud humana y animal están conectados”, dice. “Necesitamos ver este panorama más amplio y apoyar a quienes trabajan y luchan para proteger y restaurar la naturaleza”.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
El doctor Fabian Leendertz es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.
Lo que define a Mindy Lubber como activista, y lo que hizo de ella una candidata idónea para recibir el premio Campeones de la Tierra 2020 en la categoría de Visión Empresarial, es su capacidad para cambiar no solo corazones y mentes, sino también la forma en que el dinero fluye en el mundo.
Lubber es directora de Ceres, una organización sin fines de lucro que muestra a inversionistas y corporaciones multinacionales cómo tomar en cuenta riesgos de sostenibilidad, como el cambio climático, la contaminación del agua y la deforestación, en lo que hacen y en su modo de invertir. Ceres también está trabajando para mejorar los sistemas regulatorios y de políticas públicas para garantizar que los inversionistas y las empresas tengan la obligación de considerar los riesgos asociados al clima y el agua en su trabajo.
A lo largo de 17 años en la organización, Lubber ha demostrado que es posible ser responsable con el medio ambiente y la sociedad, y ser rentable a la vez.
“No se trata solo de políticas y personas. También están los mercados porque, nos guste o no, ellos impulsan gran parte del mundo”, dice.
Cuando Lubber habla de “mercados”, se refiere a los mercados de capitales, un término amplio que incluye las políticas que rigen nuestro sistema financiero, así como el comercio de instrumentos como las acciones y los bonos.
Ceres, al igual que otras organizaciones similares, utilizan datos concretos para convencer a inversionistas y corporaciones de que las inversiones en tecnologías como las energías solar y eólica y el reciclaje del agua pueden ser de gran ayuda a fin de cuentas. Su finalidad es impulsar inversiones que se alineen con los objetivos del Acuerdo de París de 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Por ejemplo, una iniciativa que Ceres ayudó a cofundar, Climate Action 100+, ha sumado el apoyo de 500 inversionistas que administran US$ 47 billones en activos.
“Para lograr un progreso real contra el cambio climático, el Acuerdo de París y la Agenda 2030 deben ser parte del imperativo de los negocios, no algo contra lo que deben luchar”, dice Lubber.
Una visionaria de toda la vida
Mucho antes de involucrarse en los mercados de capitales, Lubber estaba perfeccionando sus habilidades de activista junto con el defensor del consumidor Ralph Nader. Ascendió en las filas de la división de Massachusetts del Public Interest Research Group (Grupo de investigación del interés público) hasta convertirse en su directora. Poco a poco, su pasión por la protección del consumidor fue superada por una aún mayor: el compromiso de ser una representante no sólo de la Tierra, sino también de sus habitantes.
“La sostenibilidad es el futuro del planeta y de su gente. No se puede tener un futuro justo y sostenible sin que haya humanidad. El sometimiento de las mujeres, la pobreza o la escasez de alimentos... todas estas son condiciones en las que la gente no puede sobrevivir”, dice Lubber.
Como fundadora y directora ejecutiva de la firma de inversión de impacto Green Century Capital Management a principios de la década de 1990, Lubber recuerda el escepticismo y el cinismo con que se recibieron en ese entonces las propuestas de inversiones centradas en el medio ambiente.
Ahora, dice con un tono de triunfo, “es de lo más común, así que tenemos que ir más allá. Tenemos que cambiar nuestra forma de hacer negocios y todavía nos queda un largo camino por recorrer”.
La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, llama a Lubber “una visionaria de toda la vida... que ve las complejas interacciones entre la humanidad y el mundo que la rodea no como un desafío, sino como una oportunidad.
“Estamos orgullosos de reconocer a Mindy Lubber como Campeona de la Tierra 2020. Ella demuestra que, con planificación y colaboración, no tiene por qué haber una confrontación entre la sostenibilidad ambiental y el crecimiento económico”, dice Andersen.
Enviar las señales correctas
Lubber se enorgullece de los esfuerzos de Ceres por integrar la sostenibilidad en los mercados de capitales y de su éxito en demostrar que actuar a favor del clima, lejos de ser una carga para la economía, la beneficia.
En 2004, Ceres se asoció con la Fundación de las Naciones Unidas para organizar una cumbre bienal de inversionistas sobre el riesgo climático. En un inicio, las respuestas de las empresas fueron tibias: algunas enviaron a sus pasantes. Hoy, sin embargo, el foro es un lugar de encuentro para directores ejecutivos, líderes políticos, grandes inversores y expertos en desarrollo.
“Se ha convertido en una parte muy especial de nuestra historia y nuestra asociación”, dice.
Lubber trabaja directamente con cerca de 120 empresas e indirectamente con cientos más para desarrollar e implementar hojas de ruta orientadas a alcanzar la sostenibilidad. Desde Ceres trabaja con 198 inversionistas, incluidos los fondos de pensiones más grandes de Estados Unidos, cuyas carteras albergan a las empresas más grandes de nuestra economía.
“Cuando los principales propietarios de las empresas más grandes te dicen ‘queremos que actúes y generes un cambio’, la respuesta es muy diferente”, asegura.
Estos inversionistas, dice, fueron fundamentales para el éxito del Acuerdo de París, el histórico compromiso mundial para combatir el cambio climático que se firmó en 2015.
“Los mercados de capitales funcionan si hay una fijación de precios honesta”, dice. “Nuestro trabajo, en lo que respecta a la sostenibilidad y los efectos de la degradación ambiental, es definir esos precios”.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
Mindy Lubber es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.