La Dra. Purnima Devi Barman, Campeona de la Tierra en la categoría Visión Emprendedora de este año, era solo una niña cuando desarrolló una simpatía por las cigüeñas, un ave que se convertiría en la pasión de su vida.

A la edad de cinco años, enviaron a la Dra. Barman a vivir con su abuela a orillas del río Brahmaputra en el estado indio de Assam. Separada de sus padres y hermanos, la niña se sintió desconsolada. Para distraerla, la abuela de la Dra. Barman, una granjera, comenzó a llevarla a los arrozales y humedales cercanos para enseñarle las aves que había allí.

“Vi cigüeñas y muchas otras especies. Ella me enseñó canciones de pájaros. Me pidió que cantara para las garcetas y las cigüeñas. Me enamoré de las aves”, afirmó la Dra. Barman, una bióloga de vida silvestre que ha dedicado gran parte de su carrera a salvar a la gran cigüeña ayudante, en peligro de extinción, la segunda especie de cigüeña más rara del mundo.

 

Una especie en declive

En la actualidad existen menos de 1.200 grandes cigüeñas ayudantes maduras, menos del 1% de lo que eran hace un siglo. El drástico descenso de su población se debe en parte a la destrucción de su hábitat natural. Los humedales donde prosperan las cigüeñas han sido drenados, contaminados y degradados, reemplazados por edificios, carreteras y torres de telefonía móvil a medida que la urbanización de las áreas rurales se acelera. Los humedales nutren una gran diversidad de vida animal y vegetal, pero en todo el mundo están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques debido a las actividades humanas y al calentamiento global.

 

Conflicto entre humanos y vida silvestre

Después de obtener un título de máster en zoología, Purnima Barman comenzó un doctorado sobre la gran cigüeña ayudante. Sin embargo, al notar que muchas de las aves con las que había crecido ya no existían, decidió retrasar su tesis para centrarse en mantener viva la especie. Comenzó su campaña para proteger a la cigüeña en 2007, centrándose en las aldeas del distrito de Kamrup de Assam, donde las aves estaban más concentradas y eran menos bienvenidas.

Aquí se denigra a las cigüeñas por hurgar en los cadáveres, llevar huesos y animales muertos a los árboles donde anidan, muchos de los cuales crecen en los jardines de las personas, y por dejar excrementos malolientes. Los animales miden alrededor de 5 pies (1,5 metros) de altura con una envergadura de hasta 8 pies (2,4 metros) y los habitantes de los pueblos a menudo prefieren talar árboles en sus patios traseros que permitir que las cigüeñas aniden en ellos. “El pájaro fue totalmente incomprendido. Se les trató como un mal augurio, mala suerte o portadores de enfermedades”, dijo Purnima Barman, quien también fue objeto de burlas por intentar salvar las colonias de anidación.

El conflicto entre las personas y la vida silvestre es una de las principales amenazas para las especies silvestres, según un informe de 2021 del Fondo Mundial en favor de la Naturaleza (WWF) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Este conflicto puede tener repercusiones irreversibles en los ecosistemas que sustentan toda la vida en la Tierra. El Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas brinda la oportunidad de movilizar a la comunidad mundial para reequilibrar la relación entre las personas y la naturaleza.

 

'Ejército Hargila'

Para proteger a la cigüeña, Barman sabía que tenía que cambiar la percepción del ave, conocida a nivel local como “hargila” en idioma asamés (que significa “tragahuesos”) y movilizó a un grupo de mujeres del pueblo para que la ayudaran.

Hoy, el “Ejército Hargila” está formado por más de 10.000 mujeres. Protegen los lugares de anidación, rehabilitan a las cigüeñas heridas que se han caído de sus nidos y organizan “baby showers” para celebrar la llegada de las crías recién nacidas. La gran cigüeña ayudante aparece de forma regular en canciones populares, poemas, festivales y obras de teatro.

La Dra. Purnima Barman también ha ayudado a proporcionar telares e hilo a las mujeres para que puedan crear y vender textiles decorados con motivos de la «hargila». Este emprendimiento no solo genera conciencia sobre el ave, sino que también contribuye a la independencia económica de las mujeres, mejorando sus medios de vida e inculcando el orgullo y el sentido de propiedad en su trabajo para salvar a la cigüeña.

Desde que Purnima Barman comenzó su programa de conservación, la cantidad de nidos en las aldeas de Dadara, Pachariya y Singimari en el distrito de Kamrup ha aumentado de 28 a más de 250, lo que la convierte en la colonia de cría de cigüeñas ayudantes más grande del mundo. En 2017, la Dra. Barman comenzó a construir altas plataformas de anidación de bambú para que las aves en peligro de extinción pudieran incubar sus huevos. Sus iniciativas se vieron recompensadas un par de años más tarde cuando las primeras crías de la gran cigüeña ayudante nacieron en estas plataformas experimentales.

 

Restaurando ecosistemas

Para la Dra. Barman, salvaguardar a la cigüeña ayudante significa proteger y restaurar sus hábitats. El Ejército Hargila ha ayudado a las comunidades a plantar 45.000 árboles jóvenes cerca de árboles donde anidan las cigüeñas y humedales con la esperanza de que sirvan de apoyo a futuras poblaciones de cigüeñas. Hay planes para plantar otros 60.000 árboles jóvenes el próximo año. Las mujeres también realizan campañas de limpieza en las riberas de los ríos y en los humedales para eliminar el plástico del agua y reducir la contaminación.

“El trabajo pionero de conservación de Purnima Devi Barman ha empoderado a miles de mujeres, mediante la creación de empresarias y la mejora de los medios de vida, al mismo tiempo que ha salvado a la gran cigüeña ayudante del borde de la extinción”, afirmó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. “El trabajo de la Dra. Barman ha demostrado que el conflicto entre los humanos y la vida silvestre se puede resolver en beneficio de todos. Al destacar el impacto dañino que la pérdida de humedales ha tenido sobre las especies que se alimentan y se reproducen en ellos, nos recuerda la importancia de proteger y restaurar los ecosistemas”.

La Dra. Barman dice que una de sus mayores recompensas ha sido el sentido de orgullo que se ha inculcado en el Ejército Hargila y espera que su éxito inspire a la próxima generación de conservacionistas a perseguir sus sueños. “Ser una mujer que trabaja en conservación en una sociedad dominada por hombres es un desafío, pero el Ejército Hargila demostrado cómo las mujeres pueden marcar la diferencia”, agregó.

Cuando la Tesorería del Reino Unido se acercó a sir Partha Dasgupta en 2019 para llevar a cabo una revisión de la economía de la biodiversidad, la primera vez que se cree que un Ministerio de Hacienda encargó un estudio de este tipo, el eminente economista de la Universidad de Cambridge no lo pensó dos veces antes de decir “sí”.

Durante los siguientes 18 meses, el señor Dasgupta y su equipo combinaron evidencia científica, económica e histórica con modelos matemáticos rigurosos para elaborar La economía de la biodiversidad: Revisión Dasgupta.

Publicado en febrero de 2021, el informe histórico muestra que el crecimiento económico ha tenido un coste devastador para la naturaleza. Deja claro que la humanidad está destruyendo su bien más preciado, el mundo natural, al vivir por encima de las posibilidades del planeta y destaca las estimaciones recientes de que se necesitarían 1,6 veces la Tierra para mantener el nivel de vida actual.

“Cuando se leen las previsiones económicas, se habla de inversión en fábricas, tasas de empleo, crecimiento [del producto interno bruto]. Nunca mencionan lo que les está pasando a los ecosistemas”, dijo Dasgupta, quien es el Campeón de la Tierra de Ciencia e Innovación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) de este 2022. “Es realmente urgente que pensemos en ello ahora”, dijo.

El informe fue la culminación de cuatro décadas de trabajo en las que Dasgupta ha buscado traspasar los límites de la economía tradicional y dejar al descubierto la conexión entre la salud del planeta y la estabilidad de las economías.

La economía de la biodiversidad es la base de un ámbito cada vez más amplio de lo que se conoce como contabilidad del capital natural, en el que los investigadores intentan estimar el valor de la naturaleza. Esos números pueden ayudar a los gobiernos a comprender mejor los costes económicos a largo plazo de la explotación forestal, la minería y otras industrias potencialmente destructivas, lo que en última instancia refuerza el caso para proteger el mundo natural.

“Las contribuciones innovadoras de sir Partha Dasgupta a la economía durante décadas han despertado consciencia en el mundo sobre el valor de la naturaleza y la necesidad de proteger los ecosistemas que enriquecen nuestras economías, nuestro bienestar y nuestras vidas”, dijo Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA.

 

La economía como parte de un 'tapiz'

Sir Partha Dasgupta nació en 1942 en lo que ahora es la capital de Bangladesh (Dhaka), en aquel momento, la ciudad era parte de la India. Su padre, el destacado economista Amiya Kumar Dasgupta, tuvo una gran influencia en él y en su camino hacia el mundo académico. Después de completar una licenciatura en física en Delhi, Dasgupta se mudó al Reino Unido, donde estudió matemáticas y luego obtuvo un doctorado en economía.

A través de sus muchas contribuciones importantes a la economía por las que se le otorgó el título de caballero en 2002, Dasgupta ha ayudado a dar forma al debate mundial sobre el desarrollo sostenible y el uso de los recursos naturales.

“Es una idea muy hermosa la de que todo lo que te rodea sean fábricas de la naturaleza que producen bienes y servicios: los pájaros que polinizan, las ardillas que entierran nueces y todo lo que hay bajo nuestros pies”, dijo Dasgupta.

“Es un tapiz desconcertante de cosas que están sucediendo, muchas de las cuales no se pueden observar. Y, sin embargo, están creando la atmósfera en la que los humanos y todos los organismos vivos pueden sobrevivir. La forma en que medimos el éxito o el fracaso económico, es decir, toda la gramática de la economía, debe construirse teniendo en cuenta este tapiz”.

 

Afecto por la naturaleza

El interés de Dasgupta por vivir de manera sostenible en un mundo de recursos naturales limitados se remonta a su ya clásico trabajo de 1969 Sobre el concepto de población óptima. En la década de 1970, el economista sueco Karl-Göran Mäler lo animó a desarrollar sus ideas sobre los vínculos entre la pobreza rural y el estado del medio ambiente y los recursos naturales en los países más pobres del mundo, un tema que estaba notablemente ausente de la corriente principal de la economía del desarrollo en ese momento.

Esto condujo a nuevas exploraciones de las relaciones entre la población, los recursos naturales, la pobreza y el medio ambiente, por las que Dasgupta ha sido aclamado.

“Me lo he pasado muy bien trabajando en este campo”, dijo. “Una de las razones por las que ha sido divertido es que no tenía competencia. Nadie más estaba trabajando en eso”.

Los pastizales, los bosques y los lagos de agua dulce son algunos de los ecosistemas favoritos de Dasgupta. Él cree que a los niños se les debe enseñar estudios de la naturaleza desde una edad temprana y que el tema debe ser tan obligatorio como la lectura, la escritura y la aritmética. “Esa es una forma de generar cierto cariño por la naturaleza. Si sientes afecto por la naturaleza, es menos probable que la destrocen”, dijo.

 

Riqueza inclusiva

A Dasgupta le apasiona la necesidad de sustituir el producto interno bruto (PIB) como una medida de la salud económica de los países porque solo cuenta una parte de la historia. En su lugar aboga por la “riqueza inclusiva”, que no solo registra el capital financiero y producido, sino también las habilidades de la fuerza laboral (capital humano), la cohesión en la sociedad (capital social) y el valor del medio ambiente (capital natural).

Esta idea está integrada en el Sistema de Contabilidad Económica Ambiental que apoyan las Naciones Unidas, que permite a los países hacer un seguimiento de los activos ambientales, su uso en la economía y los flujos de retorno de residuos y emisiones.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha desarrollado el índice de riqueza inclusiva. Calculado actualmente para unos 163 países, el índice demuestra que la riqueza inclusiva se expandió en un promedio del 1,8 % entre 1992 y 2019, muy por debajo de la tasa del PIB, en gran parte debido a la disminución del capital natural.

 

La naturaleza como bien de capital

Haciéndose eco de la urgencia del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas para prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas, La economía de la biodiversidad de Dasgupta advierte que los ecosistemas críticos, desde los arrecifes de coral hasta las selvas tropicales, se están acercando a puntos de inflexión peligrosos, con consecuencias catastróficas para las economías y el bienestar de las personas.

El informe de 600 páginas reclama un replanteamiento fundamental de la relación de la humanidad con la naturaleza y cómo se valora, argumentando que el hecho de no incluir los "servicios de los ecosistemas" en los balances nacionales solo ha servido para intensificar la explotación del mundo natural.

“[Se trata] de introducir la naturaleza como un bien de capital en el pensamiento económico y mostrar cómo las posibilidades económicas dependen completamente de esta entidad finita”, dijo Dasgupta.

El interés de Constantino Aucca Chutas por la conservación comenzó hace tres décadas con el trabajo de campo que realizó como estudiante de biología en Cusco (Perú).

En ese momento, las impresionantes laderas de los Andes de Perú que rodeaban la ciudad estaban sometidas a la presión de la explotación forestal y la agricultura en expansión.

“La conservación se convirtió en una necesidad”, dijo Constantino Aucca recientemente durante una entrevista con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Su vocación de defensa de la naturaleza se fortaleció a instancias de sus abuelos, Indígenas agricultores quechuas. “Me dijeron: mira, tu nombre es Aucca, significa guerrero. Intente hacer algo por nosotros, los agricultores”.

Constantino Aucca ha dedicado los últimos 30 años a cumplir con esa petición y lidera a las comunidades locales en un esfuerzo por proteger los bosques en América del Sur, que son fundamentales para combatir el cambio climático y albergan especies únicas de plantas y animales.

La Asociación de Ecosistemas Andinos, que Constantino Aucca fundó en 2000, ha plantado más de 3 millones de árboles en Perú y protegido o restaurado 30.000 hectáreas de terreno.

Por sus esfuerzos, Constantino Aucca ha sido nombrado Campeón de la Tierra en la categoría Inspiración y Acción, el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas.

América Latina y el Caribe son el hogar de algunos de los ecosistemas forestales con mayor biodiversidad del mundo, sin embargo, más del 40% de los bosques de la región han sido talados o degradados para dar paso a proyectos mineros, agrícolas y de infraestructura.

La iniciativa de conservación dirigida por la comunidad de Constantino Aucca ha ayudado a las comunidades Indígenas, un grupo tradicionalmente marginado, a garantizar los derechos jurídicos sobre sus tierras y establecer áreas protegidas para sus bosques autóctonos.

“El trabajo pionero de Constantino Aucca Chutas nos recuerda que las comunidades Indígenas están a la vanguardia de la conservación”, afirmó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. “Como algunos de los mejores custodios del mundo natural, sus contribuciones a la restauración de los ecosistemas son inestimables y no pueden llegar en un momento más urgente para el planeta”.

 

Restaurando los 'bosques de nubes'

La Asociación de Ecosistemas Andinos ha movilizado a miles de personas en Cusco para proteger y restaurar los antiguos bosques de Polylepis, que alguna vez predominó en el Altiplano Andino. Con un crecimiento de hasta 5.000 metros sobre el nivel del mar, más alto que cualquier bosque del mundo, estos árboles de “nubes” desempeñan un papel vital en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Albergan vida silvestre en peligro de extinción, almacenan carbono, reparan la tierra y son una fuente de agua para las comunidades agrarias transformadoras. Desde su punto de vista elevado, los bosques de Polylepis absorben la niebla y retienen grandes cantidades de agua de las nubes, que se descargan gradualmente a través de la cubierta de musgo para mantener el flujo de los arroyos de montaña.

Gran parte de las vastas áreas de los Andes alguna vez estuvieron cubiertas de árboles Polylepis, pero solo quedan en pie 500.000 hectáreas hoy en día, debido a décadas de deforestación para leña, pastoreo de ganado, explotación forestal y construcción de caminos. La pérdida de estos bosques de montaña repercute en la escasez de agua, afectando la vida y los medios de subsistencia de millones de personas.

Para asegurar la supervivencia de las futuras generaciones de campesinos Indígenas, la asociación de Constantino Aucca organiza festivales de plantación de árboles en Cusco cada año. El día comienza con rituales ancestrales derivados de la rica herencia incaica de la región. Los músicos soplan caracolas y tocan tambores en honor a la naturaleza mientras los aldeanos suben por empinados senderos de montaña para plantar árboles, algunos con paquetes de plantones a la espalda, otros, con bebés.

“Cuando plantamos un árbol, le devolvemos algo a la Madre Tierra. Estamos convencidos de que cuantos más árboles plantemos, más personas serán felices. Es una celebración, un día de felicidad”, dijo Constantino Aucca.

 

Retribuir a las comunidades locales

En compensación por sus iniciativas para restaurar los hábitats amenazados y conservar las aves y otras especies silvestres, las comunidades locales reciben ayuda por parte de Acción Andina para asegurar la titularidad de sus tierras, lo que les proporciona protección legal contra la explotación por parte de empresas madereras, mineras y petroleras.

Aucca y su equipo también crearon áreas protegidas, trajeron médicos y dentistas a aldeas remotas de la montaña y proporcionaron paneles solares y estufas de arcilla de combustión limpia a las comunidades para mejorar su calidad de vida.

La visión de Aucca para la regeneración de ecosistemas va más allá de su Perú natal. En 2018, la Asociación de Ecosistemas Andinos y la organización estadounidense sin fines de lucro Global Forest Generation establecieron Acción Andina para ampliar el modelo de reforestación liderada por la comunidad en otros países andinos.

Como presidente de Acción Andina, el señor Aucca ahora supervisa planes para proteger y restaurar 1 millón de hectáreas de bosques de importancia crítica en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador, así como en Perú, durante los próximos 25 años. Su obra es un ejemplo palpable del llamamiento a escala mundial del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas para prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas.

 

El bien común

Los estudios muestran que la restauración de 20 millones de hectáreas de ecosistemas degradados en la región de América Latina y el Caribe podría generar US$ 23.000 millones en beneficios en 50 años. Los ecosistemas prósperos también son esenciales para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C y ayudar a las sociedades y economías a adaptarse al cambio climático.

En el corazón del trabajo de Aucca se encuentra su profunda conexión con su herencia inca y los principios incas de "Ayni y Minka", un profundo compromiso de trabajar juntos por el bien común, que se extiende a través de planes para ampliar la reforestación también en otros países andinos.

“Una vez en América del Sur, éramos el imperio más grande, unidos por una cultura, la cultura inca”, dijo Aucca. “Era la primera vez que nos juntábamos todos. La próxima vez que nos unimos para crear un movimiento fue para liberarnos del yugo español, para buscar nuestra independencia. Ahora nos reunimos por tercera vez. ¿Para qué? Para proteger un arbolito”.

La explosión masiva que arrasó el puerto de Beirut en agosto de 2020 dejó tras de sí un amasijo de hormigón, metal y vidrios rotos. La fuerza de la explosión, en la que explotó un arsenal de nitrato de amonio, se sintió a más de 20 km de distancia.

La capital libanesa se enfrentó a una iniciativa de limpieza masiva; Arcenciel fue uno de los muchos grupos sin ánimo de lucro que intervinieron, mediante la recolección de 9.000 toneladas de vidrios rotos en los barrios destruidos.

Ese vidrio fue triturado, derretido y remodelado para su posterior uso.

“Tras la explosión de Beirut, tuvimos varios proyectos para ayudar a rehabilitar barrios y recolectar vidrios rotos”, dijo Marc-Henri Karam, responsable de los programas de medio ambiente de Arcenciel.

La iniciativa fue una muestra ejemplar del papel que Arcenciel, el Campeón de la Tierra en la categoría de Inspiración y Acción de este 2022, ha desempeñado para ayudar al Líbano a gestionar sus residuos durante las últimas dos décadas.

En un país que ha tenido problemas con la gestión de desechos, esta organización dirigida por voluntariosha lanzado programas desde su fundación en 1985 para reciclarlo todo, desde desechos médicos hasta ropa. Asimismo, gracias a sus múltiples años de experiencia como entidad líder en el tratamiento de desechos hospitalarios, ayudó al Líbano a desarrollar su primera ley de gestión de residuos.

“Hemos detectado muchos problemas que afectan el medio ambiente y en especial a la comunidad y la salud de la sociedad”, afirmó Robin Richa, gerente general de Arcenciel. “Hemos tratado de ser estratégicos en la identificación de actividades en las que podemos tener un impacto sostenible”.

Gestión de residuos

Arcenciel se creó para apoyar a las personas heridas en la guerra civil del Líbano. Su espíritu de servicio a la sociedad se ha trasladado a sus actividades actuales, que se centran en ayudar a las personas marginadas a contribuir a sus comunidades, al tiempo que fomenta la sostenibilidad ambiental y la conservación de los recursos naturales.

A través de su programa de Agricultura Sostenible y Medio Ambiente, Arcenciel proporciona servicios de gestión de residuos sólidos, experiencia y defensa en el Líbano, un país que necesitaba todo el apoyo posible para eliminar la basura de manera segura y sistemática. En 2003, la organización comenzó a tratar los desechos médicos que, si se dejan sin tratar en vertederos a cielo abierto y basureros, puede causar infecciones, transmitir enfermedades, contaminar el agua y contaminar los ecosistemas.

En la actualidad, Arcenciel trata el 87% de los desechos hospitalarios del Líbano, utilizando máquinas de esterilización mediante vapor para convertirlos en residuos domésticos. Su papel fue aún más urgente durante la pandemia de la COVID-19, que generó decenas de miles de toneladas de desechos médicos adicionales a nivel mundial, desde jeringas, agujas y kits de diagnóstico hasta máscaras, guantes y equipo de protección personal. Solo en 2020, Arcenciel procesó 996 toneladas de desechos médicos.

“Estamos reduciendo el riesgo de infecciones y residuos infecciosos en los vertederos. El impacto resulta en un suelo más limpio, aguas subterráneas más limpias y una mejor salud para todos”, dijo Marc-Henri Karam.

“Reducir los residuos y promover el reciclaje es fundamental para desmantelar la cultura del despilfarro que está contaminando nuestro planeta y provocando la emergencia climática”, afirmó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. “El liderazgo de Arcenciel en la gestión de residuos es inspirador. La organización está ayudando a construir un entorno saludable para las generaciones futuras”.

Respuesta a la crisis

La gestión ambientalmente racional de los residuos es fundamental para proteger los ecosistemas y, en última instancia, la salud pública, que son objetivos centrales del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas.

Arcenciel ha ayudado a mejorar la gestión de residuos en dos de los campos de refugiados palestinos más grandes del Líbano y en tres campos de refugiados sirios en la región de Bekaa. En Bekaa, la organización mostró a los residentes cómo recolectar, clasificar y reciclar los residuos, mejorando las condiciones de vida y generando ingresos para los refugiados.

Responder a las crisis ha sido una de las señas de identidad del trabajo de Arcenciel. En 2015, cuando el cierre del vertedero de Naameh provocó que la basura se acumulara en las calles de Beirut y Mount Lebanon, razón por la cual Arcenciel duplicó con creces la cantidad de material que reciclaba, mediante la recolecta de 852 toneladas de residuos. Asimismo, publicó un manual sobre la gestión eficaz de los residuos, capacitó a los municipios en la administración de sus propios centros de gestión de residuos y elevó la conciencia pública sobre el tema.

La filosofía de reutilización y reciclaje de la organización se extiende igualmente a muebles y ropa viejos. Todo lo que se puede salvar se salva del vertedero, se reutiliza y se vuelve a vender.

Precedente legal

Arcenciel ayudó al Líbano a desarrollar su primera ley sobre gestión de residuos sólidos, que se aprobó en 2018, y elaboró una estrategia nacional para el tratamiento de residuos, que ahora la utiliza el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Agricultura.

“La ley obliga a los hospitales a tratar sus desechos y este es uno de nuestros mayores logros”, dijo Marc-Henri Karam.

Construir para el futuro

En el Domaine de Taanayel, un terreno de 2,3 kilómetros cuadrados en la región de Bekaa, Arcenciel ha construido una granja que funciona casi exclusivamente con energía solar, como parte de una iniciativa por promover la agricultura sostenible. Para reducir la erosión del suelo y el consumo de agua, Arcenciel utiliza la irrigación fertilizante, un proceso mediante el cual se suministra fertilizante líquido a las plantas de manera más específica a través del sistema de riego. El Domaine es también el único productor de plaguicidas biológicos de la región, que producen residuos menos tóxicos que los pesticidas químicos convencionales. Un ecoalbergue en el lugar contribuye a promover el turismo responsable que respeta el medio ambiente local y sus ecosistemas.

Aunque las sucesivas crisis del Líbano han presentado muchos desafíos, el equipo de Arcenciel dice que está decidido a continuar su trabajo para proteger el medio ambiente para las generaciones venideras.

“Construir algo para el futuro es lo que nos motiva”, afirmó Robin Richa.

Cuando la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley, se puso de pie frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas a principios de este año, no estaba de humor para andar con rodeos. Frente a los líderes mundiales, denunció a unos pocos que, “sin dar la cara”, estaban empujando al mundo hacia una catástrofe climática y poniendo en peligro el futuro de los pequeños Estados insulares, como el suyo.

"Nuestro mundo no sabe que está jugando con fuego, y si no lo controlamos, este incendio nos quemará a todos", dijo en septiembre. Y citando una de las canciones del gran cantante de reggae Bob Marley, agregó: "¿Quién se levantará y defenderá los derechos de nuestra gente?".

El apasionado discurso acapararía titulares en todo el mundo y, para muchos, fue la introducción a Mottley. Pero la primera ministra de Barbados, Campeona de la Tierra en la categoría de Liderazgo político este año, lleva años haciendo campaña contra la contaminación, el cambio climático y la deforestación, posicionando a Barbados como uno de los pioneros en el movimiento ambiental global.

"La primera ministra Mottley ha sido una defensora de los más vulnerables a la triple crisis del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación y los residuos", dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

"Su dedicación y los logros obtenidos en defensa del medio ambiente y en políticas públicas son excelentes ejemplos de lo que otros líderes mundiales deben hacer para evitar esta inminente crisis planetaria", añadió Andersen.

Mottley fue elegida primera ministra en 2018 con más del 70% del voto popular, convirtiéndose en la primera mujer en liderar Barbados desde su independencia en 1966. Bajo su liderazgo, el país ha desarrollado un ambicioso plan para eliminar gradualmente los combustibles fósiles para 2030. Su proyección es que casi todas las casas de la isla tengan paneles solares en el techo y un vehículo eléctrico.

Mottley, quien ha dicho que encuentra inspiración en los bosques que cubren casi el 20% de Barbados, supervisa una estrategia nacional para plantar más de 1 millón de árboles, también para 2030, con la participación de toda la población. El plan tiene como objetivo fomentar la seguridad alimentaria y crear resistencia a un clima variable.

Este impulso surge mientras el mundo va en camino a un aumento de 2,7°C en la temperatura global a fines de siglo, según un reciente estudio del PNUMA. Este incremento podría conducir a cambios catastróficos en el clima.

Con el respaldo de Mottley, América Latina y el Caribe se convirtió en la primera región del mundo en aprobar el plan de acción para el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, un esfuerzo para prevenir y revertir la degradación de los espacios naturales en todo el mundo. Un informe del PNUMA publicado en junio de 2021 destacó que, por cada dólar invertido en la restauración de ecosistemas, se producen beneficios económicos de hasta US$ 30.

Mottley cree que abordar el deterioro ambiental es vital para estimular el desarrollo económico y combatir la pobreza. Responder a las catástrofes relacionadas con el clima "incide en la capacidad para poder financiar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible", explicó. "También en lo cotidiano, en lo que afecta a las personas en su día a día, como la educación, la atención médica, las carreteras. Todas estas cosas se ven afectadas porque tenemos un presupuesto limitado".

Mottley ha sido una defensora de los países más vulnerables al cambio climático, especialmente los pequeños Estados insulares que podrían inundarse por el aumento del nivel del mar. Durante una visita a Barbados del secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que a menos que las naciones en desarrollo tengan acceso a fondos que les permitan adaptarse al cambio climático, muchos "no lo lograrán". Para el mundo en desarrollo, el costo de contrarrestar los peligros relacionados con el clima, como las sequías, las inundaciones y el aumento del nivel del mar, asciende a US$ 70.000 millones por año y podría aumentar hasta US$ 300.000 millones anuales para 2030.

“Tenemos que reconocer que, si no nos detenemos en esta etapa y resolvemos el marco de financiamiento, vamos a tener problemas", añadió Mottley.

Para ayudar a Barbados a adaptarse ante el cambio climático, Mottley ha encabezado un programa nacional de resiliencia denominado Roofs to Reefs (De los techos a los arrecifes). La iniciativa incluirá el uso de herramientas financieras innovadoras para aumentar el gasto público en todo, desde reforzar las casas hasta restaurar los arrecifes de coral, que ayudan a proteger las costas de las tormentas. Roofs to Reefs ha sido aclamado como un modelo para otros países amenazados por el cambio climático.

Mottley además ha dirigido un esfuerzo internacional para combatir la resistencia a los antimicrobianos (AMR, por sus siglas en inglés) como copresidente del Grupo de Líderes Mundiales sobre Resistencia a los Antimicrobianos. La resistencia a los antimicrobianos es considerada una amenaza importante para el medio ambiente, la salud humana y el desarrollo económico. Se describe como la capacidad de los organismos para resistir la acción de los medicamentos farmacéuticos utilizados para tratar enfermedades en humanos y animales. El uso indebido y excesivo de antimicrobianos, incluidos los antibióticos, puede exacerbar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación.

A medida que el mundo continúa recuperándose de la devastadora pandemia de COVID-19, Mottley ha enfatizado que una recuperación verde es fundamental para la supervivencia fiscal de un país como el suyo, dependiente del turismo, y advirtió que, si seguimos haciendo las cosas como siempre después de la pandemia, la crisis climática solo se aceleraría.

“Creo que la combinación de la pandemia y la crisis climática ha presentado un momento político decisivo para que, como seres humanos, hagamos una pausa y examinemos realmente lo que estamos haciendo”, dijo. “Lo que realmente quiero en este mundo es que podamos tener un sentido de responsabilidad hacia nuestro medio ambiente, pero también hacia las generaciones futuras”, añadió.

Los premios Campeones de la Tierra y los Jóvenes Campeones de la Tierra del PNUMA honran a individuos, grupos y organizaciones cuyas acciones tienen un impacto transformador en el medio ambiente. Este premio es el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas y reconoce a líderes destacados de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado la década de 2021 a 2030 como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030. El decenio, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y sus aliados, está diseñado para prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es devolver a la vida los ecosistemas terrestres, costeros y marinos. Como un llamado a la acción mundial, reunirá apoyo político, investigación científica y músculo financiero para ampliar exponencialmente la restauración. Visite decadeonrestoration.org/es para conocer más.

Si una imagen vale más que mil palabras, para Maria Kolesnikova, Campeona de la Tierra de este año en la categoría Visión emprendedora, una imagen fue suficiente para comenzar un movimiento.

Era 2016 y Kolesnikova —una profesional de relaciones públicas que entonces tenía 28 años— era voluntaria de MoveGreen, una organización ambiental dirigida por jóvenes en Kirguistán.

Fue allí donde alguien le mostró una foto de Bishkek desde las montañas que rodean la capital de Kirguistán. "No se podía ver la ciudad", relató. "Bishkek estaba cubierto con una manta gris. No sabíamos cómo llamarlo, lo que sí sabíamos es que era realmente malo", relata.

Bishkek, hogar de aproximadamente 1 millón de personas, se encuentra entre las ciudades del mundo con los niveles más severos de contaminación del aire. Durante los meses de invierno, a menudo la urbe queda atrapada bajo una cúpula de smog derivada tanto de su entorno natural (la temperatura de la ciudad es, en promedio, 5°C más cálida que sus alrededores) como del humo proveniente del carbón utilizado para calentar la mayoría de los hogares.

"Queríamos entender más sobre lo que había en el aire que estábamos respirando y qué datos estaba recopilando la ciudad para tratar de mejorar las cosas", explica Kolesnikova.

"Pero no encontramos ningún dato relevante y concreto, ya fuera porque no se recopilaba o porque no se compartía. Entonces, decidimos generar nuestros propios datos", relata.

Un modesto comienzo

MoveGreen comenzó con solo tres sensores para medir la calidad del aire, monitoreando por primera vez en la República Kirguisa los niveles de partículas finas (PM 2.5) producidas por la quema de carbón y otros combustibles, la combustión y el polvo. Estas concentraciones pueden causar inflamación de los pulmones y otras enfermedades respiratorias. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire causa hasta 7 millones de muertes cada año. 

Cuando Kolesnikova y el equipo de MoveGreen obtuvieron los resultados de las primeras mediciones, tomaron una decisión audaz. Iniciaron una campaña llamada "La escuela respira fácilmente" y llevaron su mensaje a una población que estaba lista para escuchar: los escolares de Bishkek. 
A nivel mundial, el 93% de los niños viven en entornos donde los niveles de contaminación del aire están por encima de las directrices de la OMS.

Alrededor de 600.000 niños mueren prematuramente cada año debido a la contaminación del aire. La exposición al aire sucio también puede afectar el desarrollo cognitivo y motor, y aumenta el riesgo de que los niños padezcan enfermedades crónicas en el futuro.

En Bishkek se instalaron sensores en las escuelas para medir la calidad del aire, de manera que en las aulas se pudiera mantener las ventanas cerradas cuando la contaminación del aire fuera alta. Los educadores también utilizaron los datos para advertir a los padres sobre cómo evitar que sus hijos queden expuestos a las partículas finas. Hoy en día, hay más de 100 sensores instalados en la ciudad y la región. 

El éxito de la campaña que inició en las escuelas alentó a continuar a Kolesnikova, quien en ese momento se había convertido en la directora de MoveGreen. No bastaba con recopilar los datos; se necesitaba un movimiento para convencer a los responsables de la toma de decisiones de mejorar la calidad del aire de Bishkek.

MoveGreen desarrolló una aplicación, ahora disponible en todo el mundo, llamada AQ.kg, un recopilador y transmisor de datos sobre la calidad del aire.

La aplicación agrega datos cada una a tres horas de las dos ciudades más grandes de Kirguistán, Bishkek y Osh, sobre la concentración de contaminantes en el aire, incluido el dióxido de nitrógeno, el material particulado fino (PM 2.5) y las partículas gruesas (PM 10). 

"Nuestros datos y métodos han sido cuestionados por aquellos que dicen que los datos provenientes del monitoreo ciudadano no son confiables. Pero seguimos teniendo reuniones y seguimos insistiendo, y ahora nos escuchan. La conexión con el gobierno ha ayudado a desarrollar nuestro trabajo para mejorar el monitoreo ambiental en Bishkek, para hacer un mejor seguimiento y reducir las emisiones", dice Kolesnikova.

“El trabajo de Kolesnikova refleja cómo las personas y los ciudadanos pueden impulsar el cambio ambiental aprovechando el poder de la ciencia y los datos", resaltó Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). 

"A menudo, la gente se pregunta si hay algo que hacer para combatir la contaminación, el cambio climático y las otras amenazas para el planeta. Maria Kolesnikova demuestra que sí. Su dedicación es notable y muestra que todos podemos desempeñar un papel para poner al planeta en camino hacia un mejor futuro”, añadió Andersen.

Planes a futuro

Los planes de MoveGreen para los próximos meses incluyen pedir políticas a nivel municipal y nacional para desarrollar proyectos de ley que incluyan la realización de sesiones regulares de información pública sobre los resultados de las mediciones de la calidad del aire. La República Kirguisa se ha comprometido con los objetivos mundiales para luchar contra el cambio climático, incluido el objetivo no condicionado de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en más del 16% para 2025.

En Kirguistán existen inmensas oportunidades para las fuentes de energía alternativas; solo se ha desarrollado el 10% de su potencial hidroeléctrico, y, entre otras opciones de energía renovable, podrían incluirse el aumento del suministro de calefacción y electricidad a través de la energía eólica, solar y de biogás, un combustible que a menudo se produce a partir de desechos agrícolas.

Según Kolesnikova, si hubiera más inversión en el área científica en Kirguistán, el país podría diseñar sus propias soluciones y crear una sociedad más apegada a la ecología que coexista en armonía con la naturaleza, incluyendo las montañas que tanto ama la nueva Campeona de la Tierra.

Debido a que la contaminación del aire no entiende de fronteras, Kolesnikova y MoveGreen están entrando en acuerdos regionales con otros países de Asia Central. Su objetivo es convencer a los seis estados de la región para que colaboren en formas de abordar la contaminación del aire en sus ciudades. La puesta en marcha de sistemas y normas para evaluar la calidad del aire será fundamental. Un estudio reciente del PNUMA destacó que solo 57 países monitorean continuamente la calidad del aire, mientras que 104 no tienen infraestructura de monitoreo.

Kolesnikova dice que está impulsada por el deseo de hacer del mundo un lugar mejor.

 "Muy a menudo puedes desmotivarte como activista: trabajas muy duro, no ves los resultados de tus esfuerzos y, finalmente, sientes que no quieres seguir adelante. Pero luego te das cuenta: no. Alguien tiene que asumir la responsabilidad del futuro. ¿Por qué no debería ser yo?".

Los premios Campeones de la Tierra y los Jóvenes Campeones de la Tierra del PNUMA honran a individuos, grupos y organizaciones cuyas acciones tienen un impacto transformador en el medio ambiente. Este premio es el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas y reconoce a líderes destacados de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado la década de 2021 a 2030 como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030. El decenio, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y sus aliados, está diseñado para prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es devolver a la vida los ecosistemas terrestres, costeros y marinos. Como un llamado a la acción mundial, reunirá apoyo político, investigación científica y músculo financiero para ampliar exponencialmente la restauración. Visite decadeonrestoration.org/es para conocer más.

La página de monitoreo de contaminación del aire del PNUMA proporciona datos en tiempo real sobre la contaminación del aire en todo el mundo, su impacto en la salud humana y los esfuerzos nacionales para abordar este problema.

Lo que define a Mindy Lubber como activista, y lo que hizo de ella una candidata idónea para recibir el premio Campeones de la Tierra 2020 en la categoría de Visión Empresarial, es su capacidad para cambiar no solo corazones y mentes, sino también la forma en que el dinero fluye en el mundo.

Lubber es directora de Ceres, una organización sin fines de lucro que muestra a inversionistas y corporaciones multinacionales cómo tomar en cuenta riesgos de sostenibilidad, como el cambio climático, la contaminación del agua y la deforestación, en lo que hacen y en su modo de invertir. Ceres también está trabajando para mejorar los sistemas regulatorios y de políticas públicas para garantizar que los inversionistas y las empresas tengan la obligación de considerar los riesgos asociados al clima y el agua en su trabajo.

A lo largo de 17 años en la organización, Lubber ha demostrado que es posible ser responsable con el medio ambiente y la sociedad, y ser rentable a la vez.

“No se trata solo de políticas y personas. También están los mercados porque, nos guste o no, ellos impulsan gran parte del mundo”, dice.

Cuando Lubber habla de “mercados”, se refiere a los mercados de capitales, un término amplio que incluye las políticas que rigen nuestro sistema financiero, así como el comercio de instrumentos como las acciones y los bonos.

Ceres, al igual que otras organizaciones similares, utilizan datos concretos para convencer a inversionistas y corporaciones de que las inversiones en tecnologías como las energías solar y eólica y el reciclaje del agua pueden ser de gran ayuda a fin de cuentas. Su finalidad es impulsar inversiones que se alineen con los objetivos del Acuerdo de París de 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Por ejemplo, una iniciativa que Ceres ayudó a cofundar, Climate Action 100+, ha sumado el apoyo de 500 inversionistas que administran US$ 47 billones en activos.

“Para lograr un progreso real contra el cambio climático, el Acuerdo de París y la Agenda 2030 deben ser parte del imperativo de los negocios, no algo contra lo que deben luchar”, dice Lubber.

Una visionaria de toda la vida

Mucho antes de involucrarse en los mercados de capitales, Lubber estaba perfeccionando sus habilidades de activista junto con el defensor del consumidor Ralph Nader. Ascendió en las filas de la división de Massachusetts del Public Interest Research Group (Grupo de investigación del interés público) hasta convertirse en su directora. Poco a poco, su pasión por la protección del consumidor fue superada por una aún mayor: el compromiso de ser una representante no sólo de la Tierra, sino también de sus habitantes.

“La sostenibilidad es el futuro del planeta y de su gente. No se puede tener un futuro justo y sostenible sin que haya humanidad. El sometimiento de las mujeres, la pobreza o la escasez de alimentos... todas estas son condiciones en las que la gente no puede sobrevivir”, dice Lubber.

Como fundadora y directora ejecutiva de la firma de inversión de impacto Green Century Capital Management a principios de la década de 1990, Lubber recuerda el escepticismo y el cinismo con que se recibieron en ese entonces las propuestas de inversiones centradas en el medio ambiente.

Ahora, dice con un tono de triunfo, “es de lo más común, así que tenemos que ir más allá. Tenemos que cambiar nuestra forma de hacer negocios y todavía nos queda un largo camino por recorrer”.

La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, llama a Lubber “una visionaria de toda la vida... que ve las complejas interacciones entre la humanidad y el mundo que la rodea no como un desafío, sino como una oportunidad.

“Estamos orgullosos de reconocer a Mindy Lubber como Campeona de la Tierra 2020. Ella demuestra que, con planificación y colaboración, no tiene por qué haber una confrontación entre la sostenibilidad ambiental y el crecimiento económico”, dice Andersen.

Enviar las señales correctas

Lubber se enorgullece de los esfuerzos de Ceres por integrar la sostenibilidad en los mercados de capitales y de su éxito en demostrar que actuar a favor del clima, lejos de ser una carga para la economía, la beneficia.

 En 2004, Ceres se asoció con la Fundación de las Naciones Unidas para organizar una cumbre bienal de inversionistas sobre el riesgo climático. En un inicio, las respuestas de las empresas fueron tibias: algunas enviaron a sus pasantes. Hoy, sin embargo, el foro es un lugar de encuentro para directores ejecutivos, líderes políticos, grandes inversores y expertos en desarrollo.

“Se ha convertido en una parte muy especial de nuestra historia y nuestra asociación”, dice.

 Lubber trabaja directamente con cerca de 120 empresas e indirectamente con cientos más para desarrollar e implementar hojas de ruta orientadas a alcanzar la sostenibilidad. Desde Ceres trabaja con 198 inversionistas, incluidos los fondos de pensiones más grandes de Estados Unidos, cuyas carteras albergan a las empresas más grandes de nuestra economía.
“Cuando los principales propietarios de las empresas más grandes te dicen ‘queremos que actúes y generes un cambio’, la respuesta es muy diferente”, asegura.

Estos inversionistas, dice, fueron fundamentales para el éxito del Acuerdo de París, el histórico compromiso mundial para combatir el cambio climático que se firmó en 2015.

 “Los mercados de capitales funcionan si hay una fijación de precios honesta”, dice. “Nuestro trabajo, en lo que respecta a la sostenibilidad y los efectos de la degradación ambiental, es definir esos precios”.

El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.

Mindy Lubber es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.

Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.
 

Fabian Leendertz, un veterinario que ha ayudado a rastrear el origen de algunos de los brotes de enfermedades más mortales del mundo, fue nombrado Campeón de la Tierra 2020 en la categoría de Ciencia e Innovación.

Leendertz ha dirigido originales investigaciones sobre patógenos como el ántrax y el ébola, y ha explorado cómo los contagios saltan entre animales y humanos. En 2014, dirigió al grupo de investigadores que encontró el origen de un brote de ébola en un solo árbol lleno de murciélagos en Guinea.

“Lo increíble es hacer ciencia que tenga un efecto”, dijo Leendertz. “Trabajar en un entorno innovador y alcanzar a ver el efecto que está teniendo es realmente alentador".

Leendertz se interesó por primera vez en las enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que saltan entre humanos y animales, cuando realizaba una investigación de doctorado sobre chimpancés en Costa de Marfil. Fue el inicio de una carrera vitalicia en la ecología de los primates y los patógenos, que son los microorganismos que transmiten las enfermedades.

“Comencé centrándome en la salud y la enfermedad de estos chimpancés silvestres”, explica Leendertz. “A partir de ahí, el siguiente paso lógico era averiguar si los patógenos que habíamos encontrado en los grandes simios también se encontrarían en la población humana, e investigar de dónde provenían”.

Ahora dirige el Leendertz Lab, especializado en zoonosis, del Robert Koch Institut de Berlín. Su equipo investiga las fuentes y reservorios de microorganismos en primates silvestres y otros animales, y su transmisión entre especies. Leendertz fue seleccionado recientemente como uno de los diez investigadores asignados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para investigar el origen de la pandemia de la COVID-19.

La investigación del origen del ébola

En 2014, días después de que se confirmara el ébola en Guinea, Leendertz dirigió a un equipo de 17 antropólogos, ecólogos y veterinarios encargados de encontrar el origen del brote del virus. Su trabajo se centró en el pueblo de Meliandou, donde se encontraron algunos de los primeros casos.
“Cuando le dijimos a los residentes que estábamos allí para averiguar cómo había sucedido, se mostraron gustosos de ayudar”, explica. “Ellos guiaron a nuestro equipo, porque conocen su pueblo, saben dónde están los animales”.

Su información le permitió al equipo rastrear el brote desde el niño de dos años que los científicos llamaron paciente cero, en Meliandou, hasta un árbol que alojaba una colonia de murciélagos angoleños de cola larga. Se sospecha que estos murciélagos son unos de los reservorios del ébola.

Leendertz reconoce de entrada a los científicos locales de distintas partes de África con quienes colabora en estas investigaciones de patógenos. Estos equipos interdisciplinarios con enfoques polifacéticos han sido clave para rastrear los orígenes de las enfermedades.

Leendertz incorpora un enfoque de Una sola Salud en su trabajo sobre brotes de enfermedades zoonóticas. Esto se refiere a la integración de conocimientos de salud pública, medicina veterinaria y medio ambiente. Su laboratorio es parte de la Red africana para la mejora del diagnóstico de la epidemiología y el manejo de agentes infecciosos comunes (Andemia, por sus siglas en inglés). En su trabajo con cuatro países asociados —Burkina Faso, Costa de Marfil, República Democrática del Congo y Sudáfrica—, la red ayuda a los Estados a detectar y prevenir enfermedades infecciosas comunes, incluida la COVID-19, así como a responder a ellas.

El riesgo creciente de las pandemias

Tras sus dos décadas de trabajo en el campo, Leendertz dice que las enfermedades con “potencial pandémico” amenazan cada vez más a la humanidad.
El crecimiento de la población urbana, la expansión agrícola y la minería ilegal están destruyendo las zonas de amortiguamiento que separan a los humanos de los animales silvestres, incluso dentro y alrededor de los parques nacionales. “Con más gente y más presencia en los parques, el riesgo de intercambio de patógenos entre los humanos y la vida silvestre es creciente”.

Una vez que una enfermedad da el salto, su potencial para convertirse en una pandemia también ha aumentado, dice. “La gente está más conectada. El acceso a áreas remotas es cada vez mejor, por lo que si un patógeno se desborda a la población humana, es más fácil que llegue a una gran ciudad y desde allí viaje alrededor del mundo”.

Leendertz advierte que las enfermedades también pueden pasar de las personas a los animales, a veces con efectos devastadores. Los grandes simios que estaba estudiando en el Parque Nacional de Tai en Costa de Marfil, por ejemplo, estaban siendo infectados inadvertidamente por guías e investigadores. El trabajo de Leendertz llevó a la publicación de las Pautas de higiene y capacitación para humanos, incluidos los turistas, que ingresan a los parques nacionales con grandes simios.

Junto con 25 expertos, Leendertz publicó también una carta en Nature en la que se pide que el turismo y los viajes de investigación se detengan durante la pandemia de la COVID-19, por temor a que la enfermedad pueda afectar a la población de simios. Señalaron que “dichos esfuerzos deben incluir formas de compensar la pérdida de ingresos para el sector turístico y evitar interferir con el trabajo para salvar vidas humanas”.

“2020 nos ha demostrado lo devastadoras que son las pandemias para nuestras vidas y nuestras economías. La investigación que el Dr. Leendertz ha realizado durante las últimas dos décadas es crucial para ayudarnos a comprender no solo de dónde provienen estas enfermedades, sino también qué las está provocando”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

“La ciencia nos ha dejado claro que si seguimos explotando la vida silvestre y destruyendo nuestros ecosistemas, entonces podemos esperar ver un flujo constante de enfermedades zoonóticas en los años venideros. Para prevenir futuros brotes, debemos proteger y restaurar nuestro entorno natural”, añadió Andersen.

Leendertz está convencido de que todos pueden ayudar a proteger a los animales silvestres al tomar decisiones como consumidores y elegir a los políticos que los representen. “El medio ambiente y la salud humana y animal están conectados”, dice. “Necesitamos ver este panorama más amplio y apoyar a quienes trabajan y luchan para proteger y restaurar la naturaleza”.

El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.

El doctor Fabian Leendertz es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.

Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.

Burkina Faso, en África Occidental, es una nación de tierras áridas, sede de una innovación que ha revolucionado la agricultura en los países africanos afectados por la sequía y el cambio climático. Esto se debe a la paciencia y determinación de Yacouba Sawadogo, ganador del premio Campeones de la Tierra 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en la categoría de Inspiración y Acción.

Sawadogo, conocido localmente como “el hombre que detuvo el desierto”, modificó una práctica de cultivo tradicional llamada Zai, que consiste en cavar pequeños hoyos para retener la lluvia y favorecer el crecimiento de los cultivos, incluso en regiones asoladas por la escasez de agua. Su técnica, creada hace casi cuatro décadas, hoy la utilizan agricultores africanos en una extensión de 6.000 kilómetros.

“En la década de 1980, teníamos tierra buena y otra no tan buena”, recuerda Sawadogo, que vive en Uagadugú, una región semirrural al norte de la capital donde gran parte de la economía local depende de la agricultura de secano. “Con el tiempo, hemos visto de verdad cómo disminuye la calidad de nuestro suelo y la productividad de nuestros campos”, explica.

A principios de los años ochenta, ese lento deterioro culminó en una devastadora hambruna tanto en Burkina Faso como en los países vecinos.

“La gente se empezó a ir y los animales y árboles se estaban muriendo. Así que tuvimos que buscar una nueva forma de cultivar, porque toda la tierra buena estaba desapareciendo, y si nos quedábamos aquí sin hacer nada, nuestra vida estaba en riesgo”, recuerda.

Tradicionalmente, los agricultores de Burkina Faso no tocaban el campo sino hasta el comienzo de la temporada de lluvias. Pero Sawadogo innovó, al modificar la técnica de riego tradicional Zai, que significa “empezar temprano” en el idioma de los mossi, y preparar la tierra mucho antes de la lluvia.

Los resultados fueron sorprendentes: mejoraron el suelo y el rendimiento de sus cultivos y Sawadogo también pudo cultivar árboles en el suelo árido. Al cabo de cuatro décadas, ha creado un bosque de 40 hectáreas en su tierra, con más de 60 especies de arbustos y árboles.

Cavar más profundo

Los agricultores que utilizan la técnica Zai cavan pequeños pozos en suelos degradados o alios, y luego colocan en ellos material orgánico, como abono o fertilizante natural. Con las modificaciones de Sawadogo, se cavan pozos más anchos y profundos, con piedras que puedan retener agua y termitas que ayuden a romper el suelo duro. Tan pronto comienza la lluvia, se plantan semillas en los pozos, los cuales acumulan y concentran el agua en la planta, de tal modo que se reduce considerablemente el estrés hídrico, en una región caracterizada por lluvias escasas y erráticas. Es un proceso que requiere un trabajo intensivo, admite Sawadogo, pero asegura que “para obtener un buen rendimiento, hay que comenzar temprano”.
 
Los estudios de la técnica Zai sugieren que al crear lo que es esencialmente un embudo que dirige la lluvia a las raíces de la planta, los agricultores pueden aumentar sus rendimientos entre 100 y 500%. Eso es una bendición para aquellos que dependen de la agricultura de subsistencia, no solo para alimentar a sus familias, sino también para pagar la escuela, el hospital y otros gastos esenciales.

“Yacouba Sawadogo es un pionero que no permitió que el escepticismo le impidiera encontrar una solución a los desafíos de su comunidad”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. 

“La técnica agrícola Zai ha ayudado a mejorar el rendimiento de los cultivos y los medios de subsistencia de los pequeños agricultores. Al promover esta idea junto con la preservación de los bosques y las plantas autóctonas, Sawadogo ha demostrado el papel fundamental que las comunidades pueden desempeñar en la protección de nuestro medio ambiente”, añadió Andersen.

Sembrar un movimiento

Las técnicas agrícolas Zai recibieron un impulso en Burkina Faso a fines de la década de 1980, cuando fueron adoptadas por el gobierno del presidente Thomas Sankara. Ahora, dice Sawadogo, alrededor de 95% de los agricultores de su región las aplican. Este modo de cultivar también se ha expandido fuera de los límites nacionales y del Sahel, hasta Ghana, Chad e incluso en Kenia, donde las tierras semiáridas están amenazadas por ciclos similares de sequía y lluvia.

Zai es también una de las muchas técnicas autóctonas de uso de la tierra que conforman el programa de la Gran Muralla Verde, la iniciativa insignia de África para combatir la degradación de la tierra, la desertificación y la sequía.

Incluso con la técnica Zai, dice Sawadogo con pesar, los efectos del cambio climático son visibles y peligrosos y se están acelerando para los agricultores de su región y más allá.

“El mayor desafío para nuestros agricultores es la sequía. Una tierra que se está calentando significa rendimientos más bajos”, dice. “Incluso aquellos de nosotros que no tenemos una capacitación formal sabemos que los árboles, los pastos y otras plantas pueden evitar los efectos del cambio climático. Pero no pueden arreglar nuestras cosechas”.

Inspirar a otros

Sawadogo no se hace ilusiones sobre los desafíos que enfrentan las comunidades a las que trata de ayudar a volverse más autosuficientes. La mayoría se gana la vida modestamente en algunos de los terrenos más implacables. 

El líder agrícola pasa mucho tiempo hablando con la gente, enseñándoles sobre sus técnicas, pero también sobre el cambio climático, la necesidad de reforestar y el valor de preservar las plantas y árboles autóctonos. En su región, hay un solo hospital que atiende a decenas de miles de personas. La mayoría depende del bosque para las plantas medicinales, y Sawadogo ahora está trabajando para proteger la frágil cubierta arbórea de su país.

Sawadogo dice que, en última instancia, el éxito de estos esfuerzos recaerá en las generaciones más jóvenes, las cuales impulsan cada vez más un cambio ambiental.

“Es imposible evitar las dificultades o que otras personas te confronten por tus ideas. Tienes que estar preparado para responder a esos desafíos y defender tu posición. El mundo necesita de eso”, asegura.

El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente. 

Yacouba Sawadogo es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.

Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.

Por su persistencia y compromiso con la acción climática en los Estados insulares del Pacífico, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció hoy al primer ministro de Fiji, Frank Bainimarama, como Campeón de la Tierra 2020 en la categoría de Liderazgo Político.

Bajo su mandato, Fiji ha tomado medidas audaces y decisivas para llamar la atención mundial sobre las consecuencias del cambio climático y el aumento del nivel del mar. El país fue el primero en ratificar el Acuerdo de París, que celebró su quinto aniversario el 12 de diciembre de 2020, y está siguiendo una estrategia nacional para cumplir con la meta de cero emisiones netas de carbono para 2050 en toda su economía.

“El primer ministro Bainimarama ha demostrado el liderazgo y la ambición que exige la creciente emergencia climática global”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. 

“Las comunidades evacuadas de las islas del Pacífico nos muestran las consecuencias de movernos con demasiada lentitud. Las transformaciones que se están emprendiendo en Fiji gracias al liderazgo de Frank Bainimarama, ya sea para proteger los arrecifes de coral o fortalecer la política energética, iluminan el camino que debemos tomar en la batalla para sanar nuestro planeta”, añadió Andersen.

Como defensor no solo de Fiji, sino también de otros Estados insulares, el primer ministro Bainimarama ha utilizado su plataforma mundial para establecer los vínculos entre el cambio climático y la salud de los cuerpos de agua del mundo. Al presidir la Conferencia sobre el Cambio Climático COP23 en Bonn, Alemania, en 2017, el mismo año en que Fiji copatrocinó la primera Conferencia sobre los Océanos de las Naciones Unidas, instó a los Estados miembros a considerar la importancia de un océano saludable y funcional, lo que describió de manera categórica como “el factor más determinante para el clima”.

“La ciencia es muy clara sobre las consecuencias de un aumento de 3˚C en la temperatura mundial, y no podemos permitir que eso suceda. Si no se hace algo pronto, la supervivencia de la humanidad se verá amenazada. No podemos darnos el lujo de arriesgarnos”, dijo el primer ministro Bainimarama.

La protección de los cuerpos de agua, los arrecifes y los ecosistemas conexos es solo una parte de la estrategia nacional de Fiji, diseñada con un claro enfoque climático. El país ha redoblado su ambiciosa política de energía renovable y también está recurriendo a los bosques, que cubren alrededor de 55% de su superficie terrestre, para aumentar los sumideros de carbono y reducir la concentración de CO2 en la atmósfera.

Las estrategias nacionales de crecimiento y desarrollo nacional de Fiji incorporan consideraciones tanto climáticas como financieras, mientras que un esquema de electrificación rural ha ayudado a reducir las emisiones de diésel en todo el país, que tiene una población de casi un millón de habitantes.

Fiji recaudó alrededor de US$ 50 millones en 2017 mediante el primer “bono verde” soberano emitido por un mercado emergente, el cual apoya la mitigación del cambio climático y la adaptación a sus efectos.

El compromiso de Fiji con la región no termina con su lucha contra el cambio climático. Además de desarrollar planes de reubicación para su propia gente desplazada por fenómenos climatológicos, el país ha ofrecido refugio permanente a personas desplazadas de sus vecinos del Pacífico, Kiribati y Tuvalu.

“Más allá de que sea yo un líder, mi esposa y yo tenemos un papel mucho más importante como abuelos. Como abuelos, tenemos que crear un futuro mejor para nuestros nietos. Hoy su futuro parece sombrío. Nosotros, como líderes, tenemos la oportunidad de hacer las cosas bien. Esta preocupación es lo único que me mantiene despierto por la noche”, dijo Bainimarama al recibir el premio Campeones de la Tierra.

“Este es mi compromiso y seguiré solicitando el apoyo absoluto de todos los líderes para ganar esta lucha por nuestras nietas y nietos”, añadió el primer ministro.

El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente. 

El primer ministro de Fiji, Frank Bainimarama, es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.

Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.