Las defensoras de la vida silvestre Zenifar Azmiri y Sahrin Jahan, de 28 años, han despertado más de una vez en la mitad de la noche. El campamento de refugiados donde trabajan, en Cox's Bazar, es el más grande de Bangladesh y alberga a un millón de rohinyás que huyen de la violencia en Myanmar.
Y entre todos los desafíos que enfrentan, hay uno que les perturba el sueño: una población de hasta 45 elefantes que atraviesan el campamento como parte de su ruta migratoria en busca de agua y comida.
"Los elefantes son muy inteligentes y siempre seguirán sus corredores migratorios tradicionales", dice Jahan. Desde que comenzó la afluencia de refugiados en agosto de 2017, al menos 10 personas han muerto en conflictos relacionados con la vida silvestre, incluido un niño de 12 años.
Una encuesta conjunta del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) revela que el movimiento frecuente de elefantes, principalmente a lo largo del límite occidental, hace que los refugiados sean vulnerables a las invasiones y ataques de elefantes.
"Los refugiados llegan con muy pocas posesiones y dependen de los recursos naturales del bosque para hacer fuego y alimento", explica Jahan. "Pero el impacto de la deforestación está haciendo mella en el bosque y la población de elefantes está comenzando a responder", dijo.
Se estima que en Bangladesh hay 93 ejemplares silvestres de elefantes asiáticos, una especie en peligro crítico. Otros 96 viven en cautividad.
Jahan y Azmiri se han puesto en la primera línea de trabajo para reducir los conflictos entre los humanos y la vida silvestre en los campamentos.
Ahora son responsables de entrenar al Equipo de Respuesta a los Elefantes, una iniciativa de Acnur y UICN para proteger a los refugiados, los animales y el bosque circundante.
"Estaba al tanto de la grave situación humanitaria en Cox's Bazar. Sabía cómo la gente estaba sufriendo. También pude ver que los árboles estaban desapareciendo y estaba triste por la vida silvestre y la situación del medio ambiente", explica Jahan.
"Al principio, cuando los refugiados se encontraron cara a cara con los elefantes, estaban muy asustados, y también los elefantes. Esto causó mucha confusión y miedo, y terminó con personas y animales heridos", agregó Azmiri.
"Nuestro trabajo en el Equipo de Respuesta a los Elefantes es reducir la confusión y educar a las personas", explica Azmiri. "Hemos establecido torres de vigilancia en lugares clave en torno al campamento de refugiados y proporcionamos a las personas información sobre la migración de elefantes y cómo responder a una crisis potencial. También marcamos las rutas y corredores de elefantes con claridad, para que la gente sepa qué áreas evitar", dijo.
Los elefantes generalmente entran al campamento tarde en la noche o temprano en la mañana. El campamento cuenta con 31 torres de vigilancia ya establecidas y cerca de 500 refugiados serán entrenados para convertirse en miembros de los equipos de respuesta.
El grupo vigila los sitios las 24 horas del día. Los miembros de los equipos están entrenados para desviar a los elefantes de los campamentos usando luces brillantes y silbatos para evitar conflictos.
Se comunican a través del teléfono móvil cuando los elefantes entran al campamento para guiarlos de vuelta al bosque.
El equipo tiene una buena trayectoria. Desde que comenzó su trabajo de prevención y sensibilización en abril de 2018, ha habido una disminución significativa de animales que invaden el campamento y nadie ha muerto o resultado herido.
El Equipo de Respuesta a los Elefantes también han aumentado la conciencia entre los refugiados en el campamento sobre la protección del bosque y la prevención de la tala de árboles. Esto preserva el bosque y mantiene abiertas las rutas migratorias para los elefantes.
"Pedimos a los miembros que compartan la lección con sus vecinos y la gente de la comunidad", dijo Azmiri. "Después de darnos cuenta de la importancia del bosque, nuestros miembros no salen a cortar árboles", dijo y agregó que se están explorando alternativas con otras organizaciones en el campamento.
"Ahora tenemos la sensación de que podemos proteger a las personas y la biodiversidad", agregó Jahan. "Y debido a que los equipos tienen una comprensión mucho mejor del trabajo, ¡todos podemos dormir mejor!"
Zenifar Azmiri y Sahrin Jahan trabajan para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Esta historia es parte de una serie que destaca a jóvenes dedicados a trabajar por un medio ambiente mejor y más saludable. Para leer más reportajes, visite la página de Jóvenes Campeones de la Tierra.