Para la mayoría de las personas, las aletas, las máscaras y los trajes de neopreno son equipo recreativo. Pero para Las Mujeres del Mar de Melanesia, un grupo sin fines de lucro y Campeonas de la Tierra de 2021 en la categoría Inspiración y acción, estas son sus herramientas para el cambio.
Vestidas con equipo de buceo, las más de 30 miembros del grupo monitorean la salud de los frágiles arrecifes de coral que rodean Melanesia, un conjunto de naciones insulares en el Pacífico Sur. Su objetivo: enseñar a las mujeres locales habilidades de buceo y biología marina para que puedan controlar la salud de los arrecifes de coral, restaurar las áreas marinas protegidas y promover la creación de nuevas zonas de conservación.
"Recuerdo la primera vez que fui y hablé en un pueblo de pescadores para tratar de reclutar a algunas mujeres para que se unieran a nuestro programa", relató Israelah Atua, parte del equipo de las Mujeres del Mar de Melanesia. "Ni siquiera querían escucharnos. Pero los convencimos de que la conservación marina es necesaria para proteger todos nuestros medios de vida", añadió.
El equipo trabaja en lo que se conoce como el Triángulo de Coral, que cubre unos 5,7 millones de kilómetros cuadrados entre la Gran Barrera de Coral y los archipiélagos insulares de Melanesia y el sudeste asiático. Se trata de uno de los principales destinos del mundo para el turismo submarino y el hogar de una importante industria pesquera. Un espacio que rebosa de vida marina, pero que también está excepcionalmente amenazado por el aumento de los asentamientos humanos y los niveles de desechos.
Los arrecifes de coral de todo el mundo están bajo asedio por el cambio climático, la sobrepesca y la contaminación. Según un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), desde 2009, casi el 14% de los corales del mundo han desaparecido y muchos de los que quedan están en peligro.
Los arrecifes saludables son fundamentales para resistir los impactos del cambio climático, incluyendo la acidificación de los océanos y los eventos extremos. Pero el informe muestra que, a menos que se tomen medidas drásticas para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C, entre 70% y 90% de los corales vivos en los arrecifes podrían desaparecer para 2050.
La buena noticia es que los arrecifes de coral son resistentes y pueden recuperarse si se salvaguarda el ecosistema marino. La iniciativa de Las Mujeres del Mar de Melanesia, que está dirigida por la Fundación del Mar de Coral, ha trabajado desde 2018 en las Islas Salomón y Papúa Nueva Guinea para promover la restauración de los arrecifes de coral y apoyar el establecimiento de áreas libres de pesca. También resguarda las áreas marinas protegidas en los dos países para garantizar que haya abundante diversidad de peces que sustente a los habitantes en el futuro.
Las Mujeres del Mar de Melanesia están cambiando simultáneamente las narrativas sobre el papel de una mujer en su comunidad y sus oportunidades de liderazgo.
"Tener una mujer en la comunidad que pueda abogar por el proceso de conservación marina, en un idioma local, es importante para transmitir los mensajes iniciales sobre la importancia de las áreas marinas protegidas", explicó Andy Lewis, director ejecutivo de la Fundación del Mar de Coral. "No se puede hacer ningún trabajo de conservación en estos países sin un reconocimiento explícito de la cultura indígena local", añadió.
Para Las Mujeres del Mar de Melanesia combinar el conocimiento indígena con la ciencia es fundamental para su compromiso con las comunidades. Aprender de los locales sobre dónde abundan los peces en una determinada época del año, hacer coincidir el cambio de color en los arrecifes de coral con los datos de los levantamientos submarinos o comprender cómo pueden cambiar las mareas en función del cambio climático es importante para demostrar el valor de la preservación y las áreas marinas protegidas.
Adicionalmente, como afirman Las Mujeres de Mar de Melanesia, están desafiando las convenciones indígenas sobre el papel de la mujer en su hogar, comunidad y sociedad.
"Cuando capacitas a una mujer, capacitas a una sociedad", dijo Evangelista Apelis, miembro del equipo y codirectora de este programa, que tiene su sede en Papúa Nueva Guinea.
"Estamos tratando de educar a las mujeres, hacer que ellas se unan, para que luego puedan regresar y tener un impacto en sus propias familias y en su sociedad también", explicó.
Las mujeres que se suman al proyecto se someten a un riguroso entrenamiento en ciencias marinas, el cual se complementa con capacitación práctica en técnicas de levantamiento de arrecifes y ecología de arrecifes de coral. Luego aprenden a bucear.
"Lo que más me gusta de mi trabajo es poder experimentar la belleza del mundo submarino", dijo Apelis. "Antes de bajar, te imaginas todo tipo de cosas, pero la realidad es aún más fascinante: los peces, las especies en las embarcaciones sumergidas... es como si todo cobrara vida".
Cada integrante recibe apoyo a través de una certificación de buceo reconocida internacionalmente y se le enseña cómo usar un sistema de GPS y cámaras submarinas y de video para inspeccionar las poblaciones de peces y corales en los arrecifes del Triángulo de Coral. Su trabajo desde 2018 ha dado lugar a propuestas para más de 20 nuevas áreas marinas protegidas en las aguas de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón.
"Los arrecifes de coral son un santuario para la vida marina y sustentan las economías de innumerables comunidades costeras", precisó Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. "Los arrecifes son vitales para el futuro de nuestro planeta y el trabajo realizado por Las Mujeres del Mar de Melanesia para salvaguardar estos hermosos y diversos ecosistemas es nada menos que inspirador".
Para Naomi Longa, líder del equipo en la provincia de Nueva Bretaña Occidental, en Papúa Nueva Guinea, ayudar a crear reservas marinas significa no solo ser una líder en su comunidad, sino que también contribuye para fijar un rumbo de cara al futuro. A medida que las presiones demográficas terrestres se suman a las presiones sobre el mar, el programa de reservas marinas es una inversión en el bienestar a largo plazo de las comunidades vulnerables.
"En realidad, estamos salvaguardando los alimentos del futuro", concluyó Longa. "Hay especies que se están extinguiendo, por lo que algunas de las que viven en esas reservas marinas pueden ser la única especie que quede cuando nazcan nuestras generaciones futuras".
Los premios Campeones de la Tierra y los Jóvenes Campeones de la Tierra del PNUMA honran a individuos, grupos y organizaciones cuyas acciones tienen un impacto transformador en el medio ambiente. Este premio es el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas y reconoce a líderes destacados de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado la década de 2021 a 2030 como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030. El decenio, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y sus aliados, está diseñado para prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es devolver a la vida los ecosistemas terrestres, costeros y marinos. Como un llamado a la acción mundial, reunirá apoyo político, investigación científica y músculo financiero para ampliar exponencialmente la restauración. Visite decadeonrestoration.org/es para conocer más.
Pudo haber sido por el mono de la vecina que bajó las escaleras para unirse a sus clases de piano, o por el club de vida silvestre que abrió en su escuela primaria en Kampala, Uganda. Lo cierto es que, desde muy pequeña, la Dra. Gladys Kalema-Zikusoka, Campeona de la Tierra 2021 en la categoría Ciencia e innovación, supo que quería trabajar con animales.
"Básicamente, las mascotas fueron mis primeros amigos", relató Kalema-Zikusoka, veterinaria especializada en vida silvestre que ya lleva tres décadas ayudando a salvaguardar algunos de los primates más raros del mundo, incluyendo los gorilas de montaña, una especie en peligro de extinción.
Gran parte de su trabajo lo ha desarrollado en comunidades desfavorecidas que limitan con áreas protegidas en África Oriental. Allí ha ayudado a mejorar la atención médica y a crear oportunidades económicas, convirtiendo a muchos lugareños en aliados de la conservación.
"Gladys Kalema-Zikusoka es pionera en la conservación de la vida silvestre liderada por las comunidades", dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
"En muchos lugares, las presiones económicas pueden causar fricción entre humanos y animales. Pero con el trabajo que ella ha realizado, queda demostrado cómo se pueden superar los conflictos cuando las comunidades locales toman la iniciativa en pro de la naturaleza y de la vida silvestre, es entonces cuando se crean beneficios para todas las especies", añadió Andersen.
Con el apoyo de su familia, Kalema-Zikusoka se embarcó en una aventura educativa global. Obtuvo títulos en Uganda, el Reino Unido y los Estados Unidos. A los 20 años, regresó a Uganda para una pasantía en el lugar que, eventualmente, se convertiría en su futuro trabajo: el Parque Nacional del Bosque Impenetrable de Bwindi, ubicado al suroeste del país.
Comenzaba la época del turismo de gorilas en Bwindi y Kalema-Zikusoka, entonces una joven estudiante, descubrió que la conservación no era un proceso simple. "Había gente enfocada en el turismo y en la conservación comunitaria", recordó. "Había guardias y guardabosques, el Cuerpo de Paz y albergues, y al final de mi tiempo allí, entendí lo complejo que eran el turismo y la conservación".
Kalema-Zikusoka se convertiría en la primera veterinaria especializada en vida silvestre de la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda (UWA, por sus siglas en inglés). Allí comenzó a aplicar lo que era un nuevo enfoque para trabajar en esta área, uno que se centraba en mejorar la calidad de vida y las formas de subsistencia en las aldeas que rodeaban Bwindi.
"Ese enfoque permite que los humanos, al ver mejoras en su cotidianidad, sean más positivos sobre la conservación. Cuando le muestras a la gente que te preocupas por ellos y por su salud y bienestar, los ayudas a coexistir mejor con la vida silvestre".
Ese se convertiría en la esencia detrás de la organización que Kalema-Zikusoka fundó hace casi 20 años: Conservations Through public Health (Conservación a través de la salud pública, CTPH, por sus siglas en inglés). A través de esta iniciativa, ha ampliado su modelo de salud de las aldeas a las áreas protegidas cercanas al Parque Nacional Virunga en la República Democrática del Congo, así como a dos áreas no protegidas del Parque Nacional del Monte Elgon, en Uganda. Además de promover la higiene y las buenas prácticas de saneamiento, los equipos también apoyan la planificación familiar.
Apreciar la interacción entre los seres humanos y la vida silvestre, y entender la propagación de enfermedades zoonóticas (contagios que se propagan entre humanos y animales) entre las dos poblaciones, fue fundamental para que Kalema-Zikusoka asumiera un papel aun mayor en la respuesta del Gobierno de Uganda a la pandemia de la COVID-19.
Los confinamientos globales obstaculizaron la industria del turismo en el suroeste de Uganda y llevaron a algunos habitantes a volver a una práctica particularmente problemática: la caza furtiva. Eso amenazó los minuciosos avances logrados en la recuperación de la población de gorilas de montaña de Bwindi, cuyo número ha aumentado constantemente a más de 400. Esto representa casi la mitad de la población silvestre de esta especie en peligro de extinción.
En ese contexto, la organización Conservación a través de la salud pública proporcionó cultivos de rápido crecimiento a las familias, lo que les permitió producir suficientes alimentos. También llevó a la comunidad un mensaje importante: "Les dijimos que debían seguir protegiendo la vida silvestre porque les ha ayudado mucho. Ese es su futuro".
El conflicto entre personas y animales es una de las principales amenazas para la supervivencia a largo plazo de algunas de las especies más emblemáticas del mundo, según un reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y el PNUMA. En muchos países como Uganda, el conflicto local, junto con los riesgos para la salud que ha dejado la COVID-19, ha puesto en mayor peligro a las especies en riesgo de extinción.
Kalema-Zikusoka trabajó con el personal del parque nacional para alentar a los visitantes y guardabosques a usar mascarillas, no solo para prevenir la transmisión de COVID-19 entre ellos, sino también para proteger a los gorilas, que pueden infectarse por patógenos transmitidos por humanos. Ese trabajo evolucionó hasta convertirse en un protocolo para limitar la propagación de enfermedades zoonóticas y en capacitaciones para trabajadores locales de la salud diseñados para combatir la COVID-19. Ahora, 21 países de África, incluyendo 13 naciones que albergan poblaciones menguantes de grandes simios, han secundado esas directrices.
"Realmente estamos adaptando el modelo de prevención de enfermedades zoonóticas a la prevención de COVID-19", explicó Kalema-Zikusoka.
La fundación Conservación a través de la salud pública también busca formas de diversificar las fuentes de ingresos para las comunidades locales que comparten espacio con la vida silvestre. El último proyecto de la organización es Gorilla Conservation Coffee, una empresa de carácter social. El personal enseña a los agricultores cerca de Bwindi cómo cultivar granos de café de primera categoría mientras resguardan el agua y usan fertilizantes orgánicos.
"Ahora estamos trabajando hacia la inversión de impacto. Se trata de destacar la importancia de la financiación sostenible para la conservación", describió Kalema-Zikusoka.
Reconocida mundialmente por su trabajo, Kalema-Zikusoka dice que espera inspirar a los jóvenes africanos a elegir carreras vinculadas con la conservación.
"Hay una falta de representación local entre los conservacionistas. No muchos son de los lugares donde se encuentran los animales en peligro de extinción. Necesitamos más campeones locales, porque ellos se convertirán en quienes tomen las decisiones en sus comunidades y países", concluyó.
Los premios Campeones de la Tierra y los Jóvenes Campeones de la Tierra del PNUMA honran a individuos, grupos y organizaciones cuyas acciones tienen un impacto transformador en el medio ambiente. Este premio es el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas y reconoce a líderes destacados de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado la década de 2021 a 2030 como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030. El decenio, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y sus aliados, está diseñado para prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es devolver a la vida los ecosistemas terrestres, costeros y marinos. Como un llamado a la acción mundial, reunirá apoyo político, investigación científica y músculo financiero para ampliar exponencialmente la restauración. Visite decadeonrestoration.org/es para conocer más.
Cuando la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley, se puso de pie frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas a principios de este año, no estaba de humor para andar con rodeos. Frente a los líderes mundiales, denunció a unos pocos que, “sin dar la cara”, estaban empujando al mundo hacia una catástrofe climática y poniendo en peligro el futuro de los pequeños Estados insulares, como el suyo.
"Nuestro mundo no sabe que está jugando con fuego, y si no lo controlamos, este incendio nos quemará a todos", dijo en septiembre. Y citando una de las canciones del gran cantante de reggae Bob Marley, agregó: "¿Quién se levantará y defenderá los derechos de nuestra gente?".
El apasionado discurso acapararía titulares en todo el mundo y, para muchos, fue la introducción a Mottley. Pero la primera ministra de Barbados, Campeona de la Tierra en la categoría de Liderazgo político este año, lleva años haciendo campaña contra la contaminación, el cambio climático y la deforestación, posicionando a Barbados como uno de los pioneros en el movimiento ambiental global.
"La primera ministra Mottley ha sido una defensora de los más vulnerables a la triple crisis del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación y los residuos", dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
"Su dedicación y los logros obtenidos en defensa del medio ambiente y en políticas públicas son excelentes ejemplos de lo que otros líderes mundiales deben hacer para evitar esta inminente crisis planetaria", añadió Andersen.
Mottley fue elegida primera ministra en 2018 con más del 70% del voto popular, convirtiéndose en la primera mujer en liderar Barbados desde su independencia en 1966. Bajo su liderazgo, el país ha desarrollado un ambicioso plan para eliminar gradualmente los combustibles fósiles para 2030. Su proyección es que casi todas las casas de la isla tengan paneles solares en el techo y un vehículo eléctrico.
Mottley, quien ha dicho que encuentra inspiración en los bosques que cubren casi el 20% de Barbados, supervisa una estrategia nacional para plantar más de 1 millón de árboles, también para 2030, con la participación de toda la población. El plan tiene como objetivo fomentar la seguridad alimentaria y crear resistencia a un clima variable.
Este impulso surge mientras el mundo va en camino a un aumento de 2,7°C en la temperatura global a fines de siglo, según un reciente estudio del PNUMA. Este incremento podría conducir a cambios catastróficos en el clima.
Con el respaldo de Mottley, América Latina y el Caribe se convirtió en la primera región del mundo en aprobar el plan de acción para el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, un esfuerzo para prevenir y revertir la degradación de los espacios naturales en todo el mundo. Un informe del PNUMA publicado en junio de 2021 destacó que, por cada dólar invertido en la restauración de ecosistemas, se producen beneficios económicos de hasta US$ 30.
Mottley cree que abordar el deterioro ambiental es vital para estimular el desarrollo económico y combatir la pobreza. Responder a las catástrofes relacionadas con el clima "incide en la capacidad para poder financiar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible", explicó. "También en lo cotidiano, en lo que afecta a las personas en su día a día, como la educación, la atención médica, las carreteras. Todas estas cosas se ven afectadas porque tenemos un presupuesto limitado".
Mottley ha sido una defensora de los países más vulnerables al cambio climático, especialmente los pequeños Estados insulares que podrían inundarse por el aumento del nivel del mar. Durante una visita a Barbados del secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que a menos que las naciones en desarrollo tengan acceso a fondos que les permitan adaptarse al cambio climático, muchos "no lo lograrán". Para el mundo en desarrollo, el costo de contrarrestar los peligros relacionados con el clima, como las sequías, las inundaciones y el aumento del nivel del mar, asciende a US$ 70.000 millones por año y podría aumentar hasta US$ 300.000 millones anuales para 2030.
“Tenemos que reconocer que, si no nos detenemos en esta etapa y resolvemos el marco de financiamiento, vamos a tener problemas", añadió Mottley.
Para ayudar a Barbados a adaptarse ante el cambio climático, Mottley ha encabezado un programa nacional de resiliencia denominado Roofs to Reefs (De los techos a los arrecifes). La iniciativa incluirá el uso de herramientas financieras innovadoras para aumentar el gasto público en todo, desde reforzar las casas hasta restaurar los arrecifes de coral, que ayudan a proteger las costas de las tormentas. Roofs to Reefs ha sido aclamado como un modelo para otros países amenazados por el cambio climático.
Mottley además ha dirigido un esfuerzo internacional para combatir la resistencia a los antimicrobianos (AMR, por sus siglas en inglés) como copresidente del Grupo de Líderes Mundiales sobre Resistencia a los Antimicrobianos. La resistencia a los antimicrobianos es considerada una amenaza importante para el medio ambiente, la salud humana y el desarrollo económico. Se describe como la capacidad de los organismos para resistir la acción de los medicamentos farmacéuticos utilizados para tratar enfermedades en humanos y animales. El uso indebido y excesivo de antimicrobianos, incluidos los antibióticos, puede exacerbar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación.
A medida que el mundo continúa recuperándose de la devastadora pandemia de COVID-19, Mottley ha enfatizado que una recuperación verde es fundamental para la supervivencia fiscal de un país como el suyo, dependiente del turismo, y advirtió que, si seguimos haciendo las cosas como siempre después de la pandemia, la crisis climática solo se aceleraría.
“Creo que la combinación de la pandemia y la crisis climática ha presentado un momento político decisivo para que, como seres humanos, hagamos una pausa y examinemos realmente lo que estamos haciendo”, dijo. “Lo que realmente quiero en este mundo es que podamos tener un sentido de responsabilidad hacia nuestro medio ambiente, pero también hacia las generaciones futuras”, añadió.
Los premios Campeones de la Tierra y los Jóvenes Campeones de la Tierra del PNUMA honran a individuos, grupos y organizaciones cuyas acciones tienen un impacto transformador en el medio ambiente. Este premio es el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas y reconoce a líderes destacados de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado la década de 2021 a 2030 como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030. El decenio, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y sus aliados, está diseñado para prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es devolver a la vida los ecosistemas terrestres, costeros y marinos. Como un llamado a la acción mundial, reunirá apoyo político, investigación científica y músculo financiero para ampliar exponencialmente la restauración. Visite decadeonrestoration.org/es para conocer más.
Si una imagen vale más que mil palabras, para Maria Kolesnikova, Campeona de la Tierra de este año en la categoría Visión emprendedora, una imagen fue suficiente para comenzar un movimiento.
Era 2016 y Kolesnikova —una profesional de relaciones públicas que entonces tenía 28 años— era voluntaria de MoveGreen, una organización ambiental dirigida por jóvenes en Kirguistán.
Fue allí donde alguien le mostró una foto de Bishkek desde las montañas que rodean la capital de Kirguistán. "No se podía ver la ciudad", relató. "Bishkek estaba cubierto con una manta gris. No sabíamos cómo llamarlo, lo que sí sabíamos es que era realmente malo", relata.
Bishkek, hogar de aproximadamente 1 millón de personas, se encuentra entre las ciudades del mundo con los niveles más severos de contaminación del aire. Durante los meses de invierno, a menudo la urbe queda atrapada bajo una cúpula de smog derivada tanto de su entorno natural (la temperatura de la ciudad es, en promedio, 5°C más cálida que sus alrededores) como del humo proveniente del carbón utilizado para calentar la mayoría de los hogares.
"Queríamos entender más sobre lo que había en el aire que estábamos respirando y qué datos estaba recopilando la ciudad para tratar de mejorar las cosas", explica Kolesnikova.
"Pero no encontramos ningún dato relevante y concreto, ya fuera porque no se recopilaba o porque no se compartía. Entonces, decidimos generar nuestros propios datos", relata.
Un modesto comienzo
MoveGreen comenzó con solo tres sensores para medir la calidad del aire, monitoreando por primera vez en la República Kirguisa los niveles de partículas finas (PM 2.5) producidas por la quema de carbón y otros combustibles, la combustión y el polvo. Estas concentraciones pueden causar inflamación de los pulmones y otras enfermedades respiratorias. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire causa hasta 7 millones de muertes cada año.
Cuando Kolesnikova y el equipo de MoveGreen obtuvieron los resultados de las primeras mediciones, tomaron una decisión audaz. Iniciaron una campaña llamada "La escuela respira fácilmente" y llevaron su mensaje a una población que estaba lista para escuchar: los escolares de Bishkek.
A nivel mundial, el 93% de los niños viven en entornos donde los niveles de contaminación del aire están por encima de las directrices de la OMS.
Alrededor de 600.000 niños mueren prematuramente cada año debido a la contaminación del aire. La exposición al aire sucio también puede afectar el desarrollo cognitivo y motor, y aumenta el riesgo de que los niños padezcan enfermedades crónicas en el futuro.
En Bishkek se instalaron sensores en las escuelas para medir la calidad del aire, de manera que en las aulas se pudiera mantener las ventanas cerradas cuando la contaminación del aire fuera alta. Los educadores también utilizaron los datos para advertir a los padres sobre cómo evitar que sus hijos queden expuestos a las partículas finas. Hoy en día, hay más de 100 sensores instalados en la ciudad y la región.
El éxito de la campaña que inició en las escuelas alentó a continuar a Kolesnikova, quien en ese momento se había convertido en la directora de MoveGreen. No bastaba con recopilar los datos; se necesitaba un movimiento para convencer a los responsables de la toma de decisiones de mejorar la calidad del aire de Bishkek.
MoveGreen desarrolló una aplicación, ahora disponible en todo el mundo, llamada AQ.kg, un recopilador y transmisor de datos sobre la calidad del aire.
La aplicación agrega datos cada una a tres horas de las dos ciudades más grandes de Kirguistán, Bishkek y Osh, sobre la concentración de contaminantes en el aire, incluido el dióxido de nitrógeno, el material particulado fino (PM 2.5) y las partículas gruesas (PM 10).
"Nuestros datos y métodos han sido cuestionados por aquellos que dicen que los datos provenientes del monitoreo ciudadano no son confiables. Pero seguimos teniendo reuniones y seguimos insistiendo, y ahora nos escuchan. La conexión con el gobierno ha ayudado a desarrollar nuestro trabajo para mejorar el monitoreo ambiental en Bishkek, para hacer un mejor seguimiento y reducir las emisiones", dice Kolesnikova.
“El trabajo de Kolesnikova refleja cómo las personas y los ciudadanos pueden impulsar el cambio ambiental aprovechando el poder de la ciencia y los datos", resaltó Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
"A menudo, la gente se pregunta si hay algo que hacer para combatir la contaminación, el cambio climático y las otras amenazas para el planeta. Maria Kolesnikova demuestra que sí. Su dedicación es notable y muestra que todos podemos desempeñar un papel para poner al planeta en camino hacia un mejor futuro”, añadió Andersen.
Planes a futuro
Los planes de MoveGreen para los próximos meses incluyen pedir políticas a nivel municipal y nacional para desarrollar proyectos de ley que incluyan la realización de sesiones regulares de información pública sobre los resultados de las mediciones de la calidad del aire. La República Kirguisa se ha comprometido con los objetivos mundiales para luchar contra el cambio climático, incluido el objetivo no condicionado de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en más del 16% para 2025.
En Kirguistán existen inmensas oportunidades para las fuentes de energía alternativas; solo se ha desarrollado el 10% de su potencial hidroeléctrico, y, entre otras opciones de energía renovable, podrían incluirse el aumento del suministro de calefacción y electricidad a través de la energía eólica, solar y de biogás, un combustible que a menudo se produce a partir de desechos agrícolas.
Según Kolesnikova, si hubiera más inversión en el área científica en Kirguistán, el país podría diseñar sus propias soluciones y crear una sociedad más apegada a la ecología que coexista en armonía con la naturaleza, incluyendo las montañas que tanto ama la nueva Campeona de la Tierra.
Debido a que la contaminación del aire no entiende de fronteras, Kolesnikova y MoveGreen están entrando en acuerdos regionales con otros países de Asia Central. Su objetivo es convencer a los seis estados de la región para que colaboren en formas de abordar la contaminación del aire en sus ciudades. La puesta en marcha de sistemas y normas para evaluar la calidad del aire será fundamental. Un estudio reciente del PNUMA destacó que solo 57 países monitorean continuamente la calidad del aire, mientras que 104 no tienen infraestructura de monitoreo.
Kolesnikova dice que está impulsada por el deseo de hacer del mundo un lugar mejor.
"Muy a menudo puedes desmotivarte como activista: trabajas muy duro, no ves los resultados de tus esfuerzos y, finalmente, sientes que no quieres seguir adelante. Pero luego te das cuenta: no. Alguien tiene que asumir la responsabilidad del futuro. ¿Por qué no debería ser yo?".
Los premios Campeones de la Tierra y los Jóvenes Campeones de la Tierra del PNUMA honran a individuos, grupos y organizaciones cuyas acciones tienen un impacto transformador en el medio ambiente. Este premio es el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas y reconoce a líderes destacados de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado la década de 2021 a 2030 como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030. El decenio, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y sus aliados, está diseñado para prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es devolver a la vida los ecosistemas terrestres, costeros y marinos. Como un llamado a la acción mundial, reunirá apoyo político, investigación científica y músculo financiero para ampliar exponencialmente la restauración. Visite decadeonrestoration.org/es para conocer más.
La página de monitoreo de contaminación del aire del PNUMA proporciona datos en tiempo real sobre la contaminación del aire en todo el mundo, su impacto en la salud humana y los esfuerzos nacionales para abordar este problema.
Nemonte Nenquimo no pidió ser una celebridad, ni hacerse amiga del ganador del Oscar Leonardo DiCaprio, ni ser nombrada por la revista Time como una de las personas más influyentes del mundo en 2020.
Lo que quería la activista por los derechos indígenas era que su hija de cuatro años viviera en paz, rodeada de la riqueza de sus tierras ancestrales, en lo más profundo de la Amazonía ecuatoriana.
“Mientras crecía, vi de muy cerca cómo las mujeres expresaban a través de la música que todo lo que vemos de esa selva verde está allí porque nuestros antepasados lo defendían y protegían”, dice Nenquimo, integrante de la comunidad indígena Waorani y quien dice tener en sus venas “sangre de guerrera".
Nenquimo, ganadora del premio Campeones de la Tierra 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en la categoría Inspiración y Acción, ha continuado ese legado de custodia del medio ambiente. Pero a diferencia de sus ancestros, ha tenido que optar por un arma moderna: la justicia en los tribunales.
En febrero de 2019, los Waorani presentaron una demanda contra el gobierno de Ecuador en la cual alegaron que las autoridades no habían consultado con ellos la concesión de grandes extensiones de bosque a empresas petroleras. Se estima que un millón de indígenas de más de 400 pueblos distintos residen en la de la Amazonía, pero sus medios de subsistencia, derechos sobre la tierra y autodeterminación han sido amenazados por los gobiernos centrales durante generaciones.
La decisión de la Corte Provincial de Pastaza, en abril de ese año, fue histórica. Protegió 180.000 hectáreas de territorio Waorani en el bosque tropical. En junio de 2020, un tribunal provincial ordenó que se realicen mejoras en el monitoreo de la minería y la tala ilegal, junto con el narcotráfico, con el argumento de que esas industrias se convierten en vectores de la COVID-19.
“Como pueblos indígenas debemos unirnos en un solo objetivo: que exijamos que nos respeten. La Amazonía es nuestro hogar y no está a la venta”, dijo Nenquimo.
La directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, describió la victoria legal del pueblo Waorani como un momento crucial para las comunidades indígenas del bioma amazónico.
“Al menos una cuarta parte de la superficie terrestre del planeta es propiedad de los pueblos indígenas o es administrada, utilizada u ocupada por los pueblos ancestrales o las comunidades locales”, dijo Andersen.
“Su contribución es fundamental para detener la degradación de estos ecosistemas. La inclusión de las comunidades indígenas en la formulación de políticas y el apoyo a defensores del medio ambiente como Nemonte Nenquimo están en el centro de los esfuerzos del PNUMA para proteger el medio ambiente", añadió la directora ejecutiva.
Trabajando con comunidades indígenas
Además de salvaguardar la Amazonía, Nenquimo también está presionando por otros derechos para las comunidades indígenas. Su organización, el Consejo de Coordinación de la Nacionalidad Waorani de Pastaza, trabaja con la Alianza Ceibo, una organización sin fines de lucro, que Nenquimo cofundó en 2014. La alianza reúne a cuatro nacionalidades indígenas: los cofanes, secoyas, sionas y waoranis para enfrentar las amenazas a sus territorios y la supervivencia cultural. El grupo también construye alternativas sostenibles lideradas por indígenas para la protección de sus tierras y medios de vida mejorando el acceso a la educación, involucrando a los jóvenes en el liderazgo, promoviendo la energía solar y creando oportunidades económicas para las mujeres.
Conexión con celebridades
La autodeterminación indígena y la defensa ambiental también son áreas de enfoque de la organización hermana de la Alianza Ceibo, Amazon Frontlines, que Nenquimo ayudó a establecer y que recibió el apoyo inicial de la Fundación Leonardo DiCaprio. En asociación con organizaciones indígenas y ambientales, Amazon Frontlines trabaja para desarrollar la capacidad y la autonomía indígenas con el fin de proteger los sistemas ecológicos de la Amazonía y abordar los problemas climáticos.
Fue a través de esta iniciativa que Nenquimo conoció a su amigo Leonardo DiCaprio, actor ganador del Oscar, quien la nominó para la lista de la revista Time de las 100 personas más influyentes del mundo en 2020.
“Me motiva que el mundo esté reconociendo nuestra lucha colectiva y la lucha de los pueblos indígenas en muchos países”, dijo. “Gracias a este reconocimiento internacional, queremos seguir luchando”.
Nenquimo detecta un creciente deseo entre los países de abordar la deforestación en la Amazonía. Ese empujón, dice, debe llegar cuanto antes. Este año, la región sufrió el peor ciclo de incendios forestales en una generación, con más de 76.000 incendios ardiendo en la cuenca del Amazonas durante los meses secos de junio, julio y agosto.
“Si dejamos que la Amazonía se destruya poco a poco, por supuesto, eso nos afecta como pueblos indígenas, pero también afectará a todos por el cambio climático”, dijo Nenquimo. “Nuestra lucha es por toda la humanidad porque todos vivimos conectados a la tierra”.
Sobre Campeones de la Tierra
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente. Desde que fue creado, en 2005, el premio ha sido otorgado a más de 90 ganadores que incluyen líderes mundiales, individuos y organizaciones, entre ellos, el científico Mario Molina, el movimiento juvenil climático Fridays for Future, la bióloga marina Sylvia Earle, el estadista estadounidense Al Gore y la National Geographic Society.
Lo que define a Mindy Lubber como activista, y lo que hizo de ella una candidata idónea para recibir el premio Campeones de la Tierra 2020 en la categoría de Visión Empresarial, es su capacidad para cambiar no solo corazones y mentes, sino también la forma en que el dinero fluye en el mundo.
Lubber es directora de Ceres, una organización sin fines de lucro que muestra a inversionistas y corporaciones multinacionales cómo tomar en cuenta riesgos de sostenibilidad, como el cambio climático, la contaminación del agua y la deforestación, en lo que hacen y en su modo de invertir. Ceres también está trabajando para mejorar los sistemas regulatorios y de políticas públicas para garantizar que los inversionistas y las empresas tengan la obligación de considerar los riesgos asociados al clima y el agua en su trabajo.
A lo largo de 17 años en la organización, Lubber ha demostrado que es posible ser responsable con el medio ambiente y la sociedad, y ser rentable a la vez.
“No se trata solo de políticas y personas. También están los mercados porque, nos guste o no, ellos impulsan gran parte del mundo”, dice.
Cuando Lubber habla de “mercados”, se refiere a los mercados de capitales, un término amplio que incluye las políticas que rigen nuestro sistema financiero, así como el comercio de instrumentos como las acciones y los bonos.
Ceres, al igual que otras organizaciones similares, utilizan datos concretos para convencer a inversionistas y corporaciones de que las inversiones en tecnologías como las energías solar y eólica y el reciclaje del agua pueden ser de gran ayuda a fin de cuentas. Su finalidad es impulsar inversiones que se alineen con los objetivos del Acuerdo de París de 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
Por ejemplo, una iniciativa que Ceres ayudó a cofundar, Climate Action 100+, ha sumado el apoyo de 500 inversionistas que administran US$ 47 billones en activos.
“Para lograr un progreso real contra el cambio climático, el Acuerdo de París y la Agenda 2030 deben ser parte del imperativo de los negocios, no algo contra lo que deben luchar”, dice Lubber.
Una visionaria de toda la vida
Mucho antes de involucrarse en los mercados de capitales, Lubber estaba perfeccionando sus habilidades de activista junto con el defensor del consumidor Ralph Nader. Ascendió en las filas de la división de Massachusetts del Public Interest Research Group (Grupo de investigación del interés público) hasta convertirse en su directora. Poco a poco, su pasión por la protección del consumidor fue superada por una aún mayor: el compromiso de ser una representante no sólo de la Tierra, sino también de sus habitantes.
“La sostenibilidad es el futuro del planeta y de su gente. No se puede tener un futuro justo y sostenible sin que haya humanidad. El sometimiento de las mujeres, la pobreza o la escasez de alimentos... todas estas son condiciones en las que la gente no puede sobrevivir”, dice Lubber.
Como fundadora y directora ejecutiva de la firma de inversión de impacto Green Century Capital Management a principios de la década de 1990, Lubber recuerda el escepticismo y el cinismo con que se recibieron en ese entonces las propuestas de inversiones centradas en el medio ambiente.
Ahora, dice con un tono de triunfo, “es de lo más común, así que tenemos que ir más allá. Tenemos que cambiar nuestra forma de hacer negocios y todavía nos queda un largo camino por recorrer”.
La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, llama a Lubber “una visionaria de toda la vida... que ve las complejas interacciones entre la humanidad y el mundo que la rodea no como un desafío, sino como una oportunidad.
“Estamos orgullosos de reconocer a Mindy Lubber como Campeona de la Tierra 2020. Ella demuestra que, con planificación y colaboración, no tiene por qué haber una confrontación entre la sostenibilidad ambiental y el crecimiento económico”, dice Andersen.
Enviar las señales correctas
Lubber se enorgullece de los esfuerzos de Ceres por integrar la sostenibilidad en los mercados de capitales y de su éxito en demostrar que actuar a favor del clima, lejos de ser una carga para la economía, la beneficia.
En 2004, Ceres se asoció con la Fundación de las Naciones Unidas para organizar una cumbre bienal de inversionistas sobre el riesgo climático. En un inicio, las respuestas de las empresas fueron tibias: algunas enviaron a sus pasantes. Hoy, sin embargo, el foro es un lugar de encuentro para directores ejecutivos, líderes políticos, grandes inversores y expertos en desarrollo.
“Se ha convertido en una parte muy especial de nuestra historia y nuestra asociación”, dice.
Lubber trabaja directamente con cerca de 120 empresas e indirectamente con cientos más para desarrollar e implementar hojas de ruta orientadas a alcanzar la sostenibilidad. Desde Ceres trabaja con 198 inversionistas, incluidos los fondos de pensiones más grandes de Estados Unidos, cuyas carteras albergan a las empresas más grandes de nuestra economía.
“Cuando los principales propietarios de las empresas más grandes te dicen ‘queremos que actúes y generes un cambio’, la respuesta es muy diferente”, asegura.
Estos inversionistas, dice, fueron fundamentales para el éxito del Acuerdo de París, el histórico compromiso mundial para combatir el cambio climático que se firmó en 2015.
“Los mercados de capitales funcionan si hay una fijación de precios honesta”, dice. “Nuestro trabajo, en lo que respecta a la sostenibilidad y los efectos de la degradación ambiental, es definir esos precios”.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
Mindy Lubber es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.
Fabian Leendertz, un veterinario que ha ayudado a rastrear el origen de algunos de los brotes de enfermedades más mortales del mundo, fue nombrado Campeón de la Tierra 2020 en la categoría de Ciencia e Innovación.
Leendertz ha dirigido originales investigaciones sobre patógenos como el ántrax y el ébola, y ha explorado cómo los contagios saltan entre animales y humanos. En 2014, dirigió al grupo de investigadores que encontró el origen de un brote de ébola en un solo árbol lleno de murciélagos en Guinea.
“Lo increíble es hacer ciencia que tenga un efecto”, dijo Leendertz. “Trabajar en un entorno innovador y alcanzar a ver el efecto que está teniendo es realmente alentador".
Leendertz se interesó por primera vez en las enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que saltan entre humanos y animales, cuando realizaba una investigación de doctorado sobre chimpancés en Costa de Marfil. Fue el inicio de una carrera vitalicia en la ecología de los primates y los patógenos, que son los microorganismos que transmiten las enfermedades.
“Comencé centrándome en la salud y la enfermedad de estos chimpancés silvestres”, explica Leendertz. “A partir de ahí, el siguiente paso lógico era averiguar si los patógenos que habíamos encontrado en los grandes simios también se encontrarían en la población humana, e investigar de dónde provenían”.
Ahora dirige el Leendertz Lab, especializado en zoonosis, del Robert Koch Institut de Berlín. Su equipo investiga las fuentes y reservorios de microorganismos en primates silvestres y otros animales, y su transmisión entre especies. Leendertz fue seleccionado recientemente como uno de los diez investigadores asignados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para investigar el origen de la pandemia de la COVID-19.
La investigación del origen del ébola
En 2014, días después de que se confirmara el ébola en Guinea, Leendertz dirigió a un equipo de 17 antropólogos, ecólogos y veterinarios encargados de encontrar el origen del brote del virus. Su trabajo se centró en el pueblo de Meliandou, donde se encontraron algunos de los primeros casos.
“Cuando le dijimos a los residentes que estábamos allí para averiguar cómo había sucedido, se mostraron gustosos de ayudar”, explica. “Ellos guiaron a nuestro equipo, porque conocen su pueblo, saben dónde están los animales”.
Su información le permitió al equipo rastrear el brote desde el niño de dos años que los científicos llamaron paciente cero, en Meliandou, hasta un árbol que alojaba una colonia de murciélagos angoleños de cola larga. Se sospecha que estos murciélagos son unos de los reservorios del ébola.
Leendertz reconoce de entrada a los científicos locales de distintas partes de África con quienes colabora en estas investigaciones de patógenos. Estos equipos interdisciplinarios con enfoques polifacéticos han sido clave para rastrear los orígenes de las enfermedades.
Leendertz incorpora un enfoque de Una sola Salud en su trabajo sobre brotes de enfermedades zoonóticas. Esto se refiere a la integración de conocimientos de salud pública, medicina veterinaria y medio ambiente. Su laboratorio es parte de la Red africana para la mejora del diagnóstico de la epidemiología y el manejo de agentes infecciosos comunes (Andemia, por sus siglas en inglés). En su trabajo con cuatro países asociados —Burkina Faso, Costa de Marfil, República Democrática del Congo y Sudáfrica—, la red ayuda a los Estados a detectar y prevenir enfermedades infecciosas comunes, incluida la COVID-19, así como a responder a ellas.
El riesgo creciente de las pandemias
Tras sus dos décadas de trabajo en el campo, Leendertz dice que las enfermedades con “potencial pandémico” amenazan cada vez más a la humanidad.
El crecimiento de la población urbana, la expansión agrícola y la minería ilegal están destruyendo las zonas de amortiguamiento que separan a los humanos de los animales silvestres, incluso dentro y alrededor de los parques nacionales. “Con más gente y más presencia en los parques, el riesgo de intercambio de patógenos entre los humanos y la vida silvestre es creciente”.
Una vez que una enfermedad da el salto, su potencial para convertirse en una pandemia también ha aumentado, dice. “La gente está más conectada. El acceso a áreas remotas es cada vez mejor, por lo que si un patógeno se desborda a la población humana, es más fácil que llegue a una gran ciudad y desde allí viaje alrededor del mundo”.
Leendertz advierte que las enfermedades también pueden pasar de las personas a los animales, a veces con efectos devastadores. Los grandes simios que estaba estudiando en el Parque Nacional de Tai en Costa de Marfil, por ejemplo, estaban siendo infectados inadvertidamente por guías e investigadores. El trabajo de Leendertz llevó a la publicación de las Pautas de higiene y capacitación para humanos, incluidos los turistas, que ingresan a los parques nacionales con grandes simios.
Junto con 25 expertos, Leendertz publicó también una carta en Nature en la que se pide que el turismo y los viajes de investigación se detengan durante la pandemia de la COVID-19, por temor a que la enfermedad pueda afectar a la población de simios. Señalaron que “dichos esfuerzos deben incluir formas de compensar la pérdida de ingresos para el sector turístico y evitar interferir con el trabajo para salvar vidas humanas”.
“2020 nos ha demostrado lo devastadoras que son las pandemias para nuestras vidas y nuestras economías. La investigación que el Dr. Leendertz ha realizado durante las últimas dos décadas es crucial para ayudarnos a comprender no solo de dónde provienen estas enfermedades, sino también qué las está provocando”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“La ciencia nos ha dejado claro que si seguimos explotando la vida silvestre y destruyendo nuestros ecosistemas, entonces podemos esperar ver un flujo constante de enfermedades zoonóticas en los años venideros. Para prevenir futuros brotes, debemos proteger y restaurar nuestro entorno natural”, añadió Andersen.
Leendertz está convencido de que todos pueden ayudar a proteger a los animales silvestres al tomar decisiones como consumidores y elegir a los políticos que los representen. “El medio ambiente y la salud humana y animal están conectados”, dice. “Necesitamos ver este panorama más amplio y apoyar a quienes trabajan y luchan para proteger y restaurar la naturaleza”.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
El doctor Fabian Leendertz es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.
Burkina Faso, en África Occidental, es una nación de tierras áridas, sede de una innovación que ha revolucionado la agricultura en los países africanos afectados por la sequía y el cambio climático. Esto se debe a la paciencia y determinación de Yacouba Sawadogo, ganador del premio Campeones de la Tierra 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en la categoría de Inspiración y Acción.
Sawadogo, conocido localmente como “el hombre que detuvo el desierto”, modificó una práctica de cultivo tradicional llamada Zai, que consiste en cavar pequeños hoyos para retener la lluvia y favorecer el crecimiento de los cultivos, incluso en regiones asoladas por la escasez de agua. Su técnica, creada hace casi cuatro décadas, hoy la utilizan agricultores africanos en una extensión de 6.000 kilómetros.
“En la década de 1980, teníamos tierra buena y otra no tan buena”, recuerda Sawadogo, que vive en Uagadugú, una región semirrural al norte de la capital donde gran parte de la economía local depende de la agricultura de secano. “Con el tiempo, hemos visto de verdad cómo disminuye la calidad de nuestro suelo y la productividad de nuestros campos”, explica.
A principios de los años ochenta, ese lento deterioro culminó en una devastadora hambruna tanto en Burkina Faso como en los países vecinos.
“La gente se empezó a ir y los animales y árboles se estaban muriendo. Así que tuvimos que buscar una nueva forma de cultivar, porque toda la tierra buena estaba desapareciendo, y si nos quedábamos aquí sin hacer nada, nuestra vida estaba en riesgo”, recuerda.
Tradicionalmente, los agricultores de Burkina Faso no tocaban el campo sino hasta el comienzo de la temporada de lluvias. Pero Sawadogo innovó, al modificar la técnica de riego tradicional Zai, que significa “empezar temprano” en el idioma de los mossi, y preparar la tierra mucho antes de la lluvia.
Los resultados fueron sorprendentes: mejoraron el suelo y el rendimiento de sus cultivos y Sawadogo también pudo cultivar árboles en el suelo árido. Al cabo de cuatro décadas, ha creado un bosque de 40 hectáreas en su tierra, con más de 60 especies de arbustos y árboles.
Cavar más profundo
Los agricultores que utilizan la técnica Zai cavan pequeños pozos en suelos degradados o alios, y luego colocan en ellos material orgánico, como abono o fertilizante natural. Con las modificaciones de Sawadogo, se cavan pozos más anchos y profundos, con piedras que puedan retener agua y termitas que ayuden a romper el suelo duro. Tan pronto comienza la lluvia, se plantan semillas en los pozos, los cuales acumulan y concentran el agua en la planta, de tal modo que se reduce considerablemente el estrés hídrico, en una región caracterizada por lluvias escasas y erráticas. Es un proceso que requiere un trabajo intensivo, admite Sawadogo, pero asegura que “para obtener un buen rendimiento, hay que comenzar temprano”.
Los estudios de la técnica Zai sugieren que al crear lo que es esencialmente un embudo que dirige la lluvia a las raíces de la planta, los agricultores pueden aumentar sus rendimientos entre 100 y 500%. Eso es una bendición para aquellos que dependen de la agricultura de subsistencia, no solo para alimentar a sus familias, sino también para pagar la escuela, el hospital y otros gastos esenciales.
“Yacouba Sawadogo es un pionero que no permitió que el escepticismo le impidiera encontrar una solución a los desafíos de su comunidad”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
“La técnica agrícola Zai ha ayudado a mejorar el rendimiento de los cultivos y los medios de subsistencia de los pequeños agricultores. Al promover esta idea junto con la preservación de los bosques y las plantas autóctonas, Sawadogo ha demostrado el papel fundamental que las comunidades pueden desempeñar en la protección de nuestro medio ambiente”, añadió Andersen.
Sembrar un movimiento
Las técnicas agrícolas Zai recibieron un impulso en Burkina Faso a fines de la década de 1980, cuando fueron adoptadas por el gobierno del presidente Thomas Sankara. Ahora, dice Sawadogo, alrededor de 95% de los agricultores de su región las aplican. Este modo de cultivar también se ha expandido fuera de los límites nacionales y del Sahel, hasta Ghana, Chad e incluso en Kenia, donde las tierras semiáridas están amenazadas por ciclos similares de sequía y lluvia.
Zai es también una de las muchas técnicas autóctonas de uso de la tierra que conforman el programa de la Gran Muralla Verde, la iniciativa insignia de África para combatir la degradación de la tierra, la desertificación y la sequía.
Incluso con la técnica Zai, dice Sawadogo con pesar, los efectos del cambio climático son visibles y peligrosos y se están acelerando para los agricultores de su región y más allá.
“El mayor desafío para nuestros agricultores es la sequía. Una tierra que se está calentando significa rendimientos más bajos”, dice. “Incluso aquellos de nosotros que no tenemos una capacitación formal sabemos que los árboles, los pastos y otras plantas pueden evitar los efectos del cambio climático. Pero no pueden arreglar nuestras cosechas”.
Inspirar a otros
Sawadogo no se hace ilusiones sobre los desafíos que enfrentan las comunidades a las que trata de ayudar a volverse más autosuficientes. La mayoría se gana la vida modestamente en algunos de los terrenos más implacables.
El líder agrícola pasa mucho tiempo hablando con la gente, enseñándoles sobre sus técnicas, pero también sobre el cambio climático, la necesidad de reforestar y el valor de preservar las plantas y árboles autóctonos. En su región, hay un solo hospital que atiende a decenas de miles de personas. La mayoría depende del bosque para las plantas medicinales, y Sawadogo ahora está trabajando para proteger la frágil cubierta arbórea de su país.
Sawadogo dice que, en última instancia, el éxito de estos esfuerzos recaerá en las generaciones más jóvenes, las cuales impulsan cada vez más un cambio ambiental.
“Es imposible evitar las dificultades o que otras personas te confronten por tus ideas. Tienes que estar preparado para responder a esos desafíos y defender tu posición. El mundo necesita de eso”, asegura.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
Yacouba Sawadogo es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.
Por su persistencia y compromiso con la acción climática en los Estados insulares del Pacífico, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció hoy al primer ministro de Fiji, Frank Bainimarama, como Campeón de la Tierra 2020 en la categoría de Liderazgo Político.
Bajo su mandato, Fiji ha tomado medidas audaces y decisivas para llamar la atención mundial sobre las consecuencias del cambio climático y el aumento del nivel del mar. El país fue el primero en ratificar el Acuerdo de París, que celebró su quinto aniversario el 12 de diciembre de 2020, y está siguiendo una estrategia nacional para cumplir con la meta de cero emisiones netas de carbono para 2050 en toda su economía.
“El primer ministro Bainimarama ha demostrado el liderazgo y la ambición que exige la creciente emergencia climática global”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
“Las comunidades evacuadas de las islas del Pacífico nos muestran las consecuencias de movernos con demasiada lentitud. Las transformaciones que se están emprendiendo en Fiji gracias al liderazgo de Frank Bainimarama, ya sea para proteger los arrecifes de coral o fortalecer la política energética, iluminan el camino que debemos tomar en la batalla para sanar nuestro planeta”, añadió Andersen.
Como defensor no solo de Fiji, sino también de otros Estados insulares, el primer ministro Bainimarama ha utilizado su plataforma mundial para establecer los vínculos entre el cambio climático y la salud de los cuerpos de agua del mundo. Al presidir la Conferencia sobre el Cambio Climático COP23 en Bonn, Alemania, en 2017, el mismo año en que Fiji copatrocinó la primera Conferencia sobre los Océanos de las Naciones Unidas, instó a los Estados miembros a considerar la importancia de un océano saludable y funcional, lo que describió de manera categórica como “el factor más determinante para el clima”.
“La ciencia es muy clara sobre las consecuencias de un aumento de 3˚C en la temperatura mundial, y no podemos permitir que eso suceda. Si no se hace algo pronto, la supervivencia de la humanidad se verá amenazada. No podemos darnos el lujo de arriesgarnos”, dijo el primer ministro Bainimarama.
La protección de los cuerpos de agua, los arrecifes y los ecosistemas conexos es solo una parte de la estrategia nacional de Fiji, diseñada con un claro enfoque climático. El país ha redoblado su ambiciosa política de energía renovable y también está recurriendo a los bosques, que cubren alrededor de 55% de su superficie terrestre, para aumentar los sumideros de carbono y reducir la concentración de CO2 en la atmósfera.
Las estrategias nacionales de crecimiento y desarrollo nacional de Fiji incorporan consideraciones tanto climáticas como financieras, mientras que un esquema de electrificación rural ha ayudado a reducir las emisiones de diésel en todo el país, que tiene una población de casi un millón de habitantes.
Fiji recaudó alrededor de US$ 50 millones en 2017 mediante el primer “bono verde” soberano emitido por un mercado emergente, el cual apoya la mitigación del cambio climático y la adaptación a sus efectos.
El compromiso de Fiji con la región no termina con su lucha contra el cambio climático. Además de desarrollar planes de reubicación para su propia gente desplazada por fenómenos climatológicos, el país ha ofrecido refugio permanente a personas desplazadas de sus vecinos del Pacífico, Kiribati y Tuvalu.
“Más allá de que sea yo un líder, mi esposa y yo tenemos un papel mucho más importante como abuelos. Como abuelos, tenemos que crear un futuro mejor para nuestros nietos. Hoy su futuro parece sombrío. Nosotros, como líderes, tenemos la oportunidad de hacer las cosas bien. Esta preocupación es lo único que me mantiene despierto por la noche”, dijo Bainimarama al recibir el premio Campeones de la Tierra.
“Este es mi compromiso y seguiré solicitando el apoyo absoluto de todos los líderes para ganar esta lucha por nuestras nietas y nietos”, añadió el primer ministro.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
El primer ministro de Fiji, Frank Bainimarama, es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.
Para Robert Bullard, ganador del premio Campeones de la Tierra 2020 en la categoría Trayectoria de Vida, la revolución comenzó con unos marcadores de colores. Era 1978 y el sociólogo y activista ambiental estadounidense tenía tres años de haber terminado sus estudios de posgrado cuando su esposa, abogada, le dijo que se disponía a demandar al estado de Texas.
“Una compañía de eliminación de desechos estaba tratando de instalar un vertedero en el centro de una comunidad negra de clase media en Houston”, recordó recientemente. “Ella necesitaba pruebas para respaldar una orden de protección y yo era su única esperanza”.
Así, con seis estudiantes de posgrado, Bullard se dispuso a liderar el que sería uno de los primeros estudios etnográficos de su tipo en Estados Unidos, utilizando marcadores rojos, verdes, anaranjados, amarillos y negros para identificar barrios, residentes e industrias contaminantes. Lo que encontró fue aleccionador, pero no sorprendente.
En la ciudad de Houston, donde solo uno de cada cuatro residentes era afroamericano, la totalidad de los vertederos y seis de los ocho incineradores operados por la alcaldía estaban en barrios negros, mientras que tres de los cuatro vertederos privados se ubicaban también en estas comunidades. Esto significaba que más de 80% de toda la basura de Houston —una de las ciudades más grandes de Estados Unidos— se eliminaba en comunidades afroamericanas.
La esposa de Bullard, Linda McKeever Bullard, y el grupo comunitario al que representaba, al final perdieron la demanda colectiva que habían logrado poner, llamada Bean contra Southwestern Waste Management Corp. Sin embargo, establecieron un precedente importante: esta era la primera demanda en Estados Unidos en contra de contaminadores en la que se les acusaba de racismo ambiental según la Ley de Derechos Civiles. Esto encaminó a Bullard en una vía de investigación que ha crecido hasta convertirse en un movimiento a favor de la justicia ambiental.
“Fue un despertar para mí. Decidí que no iba a hacer sociología de hombres blancos muertos, sino una sociología fuera de serie. De modo que reprodujimos el estudio de Houston y comenzamos a ver qué pasaba en todo el sur de Estados Unidos –la parte del país que llaman Dixie–. Nos dimos cuenta de que la opresión ambiental estaba arraigada en un racismo sistémico. Estaba inscrita en su ADN”, dijo Bullard.
Un problema sistémico
Sus investigaciones culminaron en Dumping in Dixie (Vertido en Dixie), el primero de 18 libros escritos por Bullard de manera individual o colectiva. Investigó la historia de las comunidades negras recién liberadas en este territorio otrora esclavista que fueron comprando propiedades, así como a las compañías contaminantes que de inmediato siguieron sus pasos. El libro muestra cómo, además de que se les privaba de infraestructura y educación, saneamiento y agua potable, a estos descendientes de esclavos y sus familias también se les exponía a niveles de contaminación más altos que el promedio, lo que ponía en riesgo su salud y bienestar por generaciones.
Durante demasiado tiempo, afirma Bullard, su recorrido fue solitario. Los defensores ambientales, en su mayoría blancos, le decían que la justicia racial no entraba en sus objetivos. Los grupos que luchaban por los derechos civiles, por su parte, insistían en que la contaminación no era su problema.
“Nos tomó casi 25 años lograr que ambos movimientos se fusionaran, que gente de ambos lados despertara y se percatara de que lo que estábamos experimentando en las comunidades de bajos ingresos y de color era una forma de racismo sistémico con efectos nocivos para la salud”, dice Bullard.
“No solo eso, sino que estas disparidades ambientales estaban teniendo efectos nocivos para la expectativa de vida, la propiedad de la vivienda y la generación de riqueza transformadora”, añade.
Hoy Bullard es Profesor Distinguido de Planeación Urbana y Política Ambiental de la Texas Southern University y copresidente del comité ejecutivo de la Red Nacional Negra de Justicia Ambiental. Su carrera abarca 40 años y hoy su objetivo principal es enseñarles a los jóvenes a luchar por el cambio. Les advierte que “la carrera por la justicia no es un sprint. Es un maratón de relevos en el que tenemos que pasar la estafeta a la siguiente generación de luchadores por la libertad”.
Bullard, quien se refiere al legendario líder de la lucha por los derechos civiles y pionero de las ciencias sociales W.E.B Du Bois como su héroe, insiste en que es crucial que los activistas jóvenes aprendan a utilizar la investigación y la ciencia para respaldar su cruzada por la justicia. Cuando las comunidades desatendidas y marginadas se arman con pruebas y datos, el peso de su protesta se amplifica, añade.
“Siempre hemos incorporado la investigación que producimos y la hemos traducido en acciones de las que las comunidades puedan apropiarse para llevarlas a cualquier instancia, ya sea el municipio, la asamblea legislativa del estado, el congreso o la presidencia, con el fin de cambiar las cosas”, dice Bullard.
Un asunto internacional
Estados Unidos no es el único país que sufre de desigualdad, dice Bullard, quien ve a la Organización de las Naciones Unidas como portavoz del esfuerzo por atacar males sociales, como la pobreza.
“La Organización de las Naciones Unidas está en posición de hablar acerca del imperativo moral de comenzar a abordar algunas de estas inmensas disparidades en la salud y la riqueza y hacer algo al respecto, con el fin de reparar y corregir desigualdades y disparidades estructurales”, dice.
“La globalización ha hecho del mundo un lugar mucho más pequeño. Estamos empezando a ver cómo todos estamos conectados y cómo tenemos que lidiar juntos contra los peligros que acechan en el camino”, advierte el profesor.
La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, rindió homenaje a Bullard, a quien llamó un aliado del movimiento ambiental, y alabó su visión, su compromiso y su papel como mentor de los defensores de la justicia del futuro.
“Robert Bullard nos ha mostrado cómo una persona puede movilizar a otras para construir un movimiento por el planeta y la justicia social”, dijo.
“Su compromiso con la idea de que todas las personas, sin importar su origen, tienen derecho a aire limpio y agua limpia, refleja un enfoque en el medio ambiente basado en los derechos humanos, el cual es crucial para un discurso global. Es un honor para el PNUMA reconocer a este pionero con nuestro máximo galardón”, añadió Andersen.
Bullard dice que su recompensa más grande es la gente a su alrededor, para quienes la lucha, así como las pequeñas victorias, son reales.
“La justicia es un largo proceso y no se trata de un asunto instantáneo Si entendemos que esta es una lucha prolongada, lograremos el objetivo final: justicia, imparcialidad y equidad para todos”.
El premio anual Campeones de la Tierra se otorga a destacados líderes de gobierno, la sociedad civil y el sector privado cuyas acciones han tenido un impacto positivo sobre el medio ambiente.
El profesor Robert Bullard es uno de los seis ganadores que se anunciaron en diciembre de 2020, en el umbral del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Al mostrar el importante trabajo que se está realizando en el frente del medio ambiente, los premios Campeones de la Tierra tienen como objetivo inspirar y motivar a más personas a actuar en favor de la naturaleza.