Gran parte de los derechos humanos que hoy damos por sentados no existían: el derecho a la vida, el derecho a la libertad religiosa, el derecho al trabajo, el derecho a la salud, el derecho a la educación, el derecho a no ser sometido a esclavitud ni tortura, etc. Es posible que estos derechos no se respeten en todo el mundo todo el tiempo, pero trajeron progreso gracias a que fueron adoptados como universales, en particular gracias a que permiten que las personas puedan exigir respeto por sus derechos.
Cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas sesione en julio, tendrá la oportunidad de añadir otro derecho universalmente reconocido a esta lista; un derecho que necesitamos ahora más que nunca en la historia: el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible.
La Asamblea debe aprobar una resolución que reconozca este derecho, porque la triple crisis planetaria (causada por el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la biodiversidad, y la contaminación y los desechos) constituye una grave amenaza para las generaciones presentes y futuras de los seres humanos. Esta crisis está socavando casi todos los demás derechos que se han reconocido.
Nueve de cada diez menores están expuestos a una contaminación atmosférica mortal, esto viola su derecho a la salud. En promedio, cuatro defensores ambientales son asesinados cada semana, esto viola su derecho a la vida. La crisis climática está obligando a las personas a abandonar sus hogares, esto viola su derecho a una vivienda adecuada. La naturaleza y la biodiversidad están decayendo rápidamente, esto viola el derecho a la libre determinación y la identidad cultural de los pueblos indígenas.
Hemos visto avances importantes en el derecho a un medio ambiente sano, cuyo concepto surgió entre las instituciones internacionales hace cincuenta años en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972.
Asimismo, hemos atestiguado progresos en los planos nacional y regional, ya que el 80% de los países reconocen actualmente este derecho en sus marcos jurídicos internos o en sus tratados regionales, aunque de manera incoherente.
En octubre del año pasado, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas reconoció por primera vez este derecho humano. Aquel momento fue posible gracias a los esfuerzos coordinados de los Estados, la sociedad civil, los pueblos indígenas, las juventudes, las instituciones nacionales de derechos humanos, los círculos empresariales y los organismos de las Naciones Unidas. Aquel momento demostró que trabajar unidos por un objetivo común puede producir resultados.
La decisión tomada en el mencionado octubre de 2021 ya está teniendo impactos positivos: impulsa la aplicación de las leyes y los compromisos en materia de medio ambiente y derechos humanos, proporciona una mejor protección a los defensores ambientales y propulsa una acción ambiental acelerada.
Asimismo, contamos ahora con un Relator Especial sobre la promoción y la protección de los derechos humanos en el contexto del cambio climático, quien se ocupa de cuestiones como los desplazamientos humanos inducidos por la crisis climática, la rendición de cuentas por parte de las empresas, la equidad intergeneracional y una transición justa para las personas trabajadoras que pasan de las industrias que agravan la crisis climática a otras más sostenibles.
Tenida cuenta de la importancia de la iniciativa del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el hecho de que la Asamblea General, como órgano al que pertenecen todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, reconozca el derecho a un medio ambiente sano le otorgaría a este derecho el estatus que merece: el reconocimiento universal. El reconocimiento universal representa un catalizador poderoso para acelerar las medidas ambientales en todo el mundo.
La aprobación de esta resolución ayudaría a los Estados a respetar, proteger y garantizar el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible. Asimismo, proporcionaría un marco normativo mundial más previsible y coherente para las empresas.
La aprobación de esta resolución ayudaría a las personas a defender su derecho a respirar aire limpio y sus derechos a acceder a agua potable y suficiente, alimentos y ecosistemas sanos, y entornos no tóxicos. La aprobación de esta resolución enviaría el mensaje de que nadie puede quitarnos la naturaleza, el aire y el agua limpios ni un clima estable; o al menos, no sin luchar por ello.
Si la historia se repite, reconocer este derecho podría inspirar a los estados que aún no lo han declarado derecho constitucional a hacerlo.
Cuando la Asamblea General aprobó una resolución en julio de 2010 por la cual se reconoció el derecho al agua potable y el saneamiento, aceleró rápidamente a los gobiernos de todo el mundo a agregar el derecho al agua a sus constituciones, sus leyes más importantes y sólidas.
Hemos esperado durante mucho tiempo el momento en que se reconozca universalmente el rol que ha desempeñado el medio ambiente en sustentar a todos los seres humanos y otros derechos que disfrutamos. Ahora, la Asamblea General de las Naciones Unidas puede mostrar solidaridad con los miles de millones de personas que sufren bajo la cada vez más pesada carga que impone la triple crisis planetaria.
Todas las naciones del mundo deben aprobar esta resolución y ponerse a trabajar para aplicarla, a fin de que podamos situar un medio ambiente saludable en el centro del bienestar humano y del disfrute de todos los derechos humanos.