Un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente muestra los vínculos entre la gestión de residuos y la desigualdad de género.
“Las mujeres no pueden ser recolectoras de basura porque ese es un trabajo sucio. ¿Cómo cocinarían para su familia por la noche con las manos sucias?".
Tal es la percepción de un funcionario de Ulaanbaatar TUK, una empresa pública que recolecta desechos en la capital de Mongolia. Es una opinión que no se limita a una sola persona, ni a un solo país. Un empleado de Greener Way, una empresa privada de gestión de residuos en Bután, afirma que "solo hay hombres en la recolección porque las mujeres no pueden vaciar los contenedores de basura pesados".
Por supuesto, estas actitudes sesgadas chocan duramente con lo que sucede en la realidad. Tradicionalmente, las mujeres han estado muy involucradas en el sector de gestión de residuos, por lo general, trabajando de forma gratuita.
Y a pesar de los prejuicios contra ellas, su papel sigue siendo enorme y crucial para el sector, según una nueva investigación realizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente titulada Nexo entre el género y los residuos: experiencias de Bután, Mongolia y Nepal.
El muestra las posibilidades de avanzar en la igualdad de género con políticas inteligentes de gestión de residuos.
"En todos los sectores, vemos la división del trabajo con base en ideas anticuadas de roles y estereotipos de género. Este también es el caso en el sector de los residuos. Afortunadamente, al centrarnos en la sostenibilidad, vemos que los roles de las mujeres en la gestión de residuos evolucionan y mejoran. Esto les brinda oportunidades de empleo que les ayudan a desempeñar un papel más igualitario en la sociedad" dice Claudia Giacovelli, oficial de programas en el Centro Internacional de Tecnología Ambiental de ONU Medio Ambiente, el cual coordinó el informe.
Para Lilawati Shah, madre de cuatro hijos habitante en las afueras de Katmandú, Nepal, su trabajo es una oportunidad para su independencia y para retribuir. Ella y su esposo abrieron una tienda de chatarra en 2004.
"Hoy puedo comprar y vender artículos de reciclaje de forma independiente. Estoy orgullosa de contribuir a la toma de decisiones en condiciones de igualdad y de ser parte de la solución, no solo en mi familia, sino también en mi comunidad", dice Shah, de 39 años.
En Bután, Karma, de 43 años, está igualmente orgullosa por los resultados de sus esfuerzos. Ella dirige una asociación de 150 mujeres que aboga por una mejor gestión de residuos en su comunidad. Decenas de mujeres de este grupo fabrican y venden productos a partir de residuos plásticos y otras han sido entrenadas recientemente para hacer compost a partir de desechos orgánicos.
"Cuando llegué a vivir en esta comunidad hace 21 años, los alrededores estaban contaminados con desechos y todos en Timbu criticaban nuestra comunidad por ser extremadamente sucia", relata.
“Hoy, limpiamos nuestros alrededores dos veces por semana, separamos nuestros propios desechos, recogemos botellas de plástico en todas las casas para venderlas a los chatarreros y reciclamos. Nuestra comunidad es una de las comunidades residenciales más limpias de Timbu. También me he apasionado mucho por abogar por una gestión adecuada de los residuos. Siempre reclamo a las personas que tiran basura en las calles, les guste o no”, dice.
En Mongolia, es una mujer quien dirige uno de los mayores sitios de recolección de reciclaje en la capital del país. Tserenjav Sodnompil, la fundadora de las instalaciones, de 59 años, ha ampliado sus operaciones y ahora emplea a su hija para administrar el sitio.
Pero donde se han logrado avances en la capacitación y en el acceso de las mujeres a los beneficios del sector, aún quedan obstáculos.
En los tres países estudiados, las mujeres tienen una representación mayoritaria en muchos roles informales, como los recicladores en los vertederos. Sin embargo, a medida que los sistemas de desechos se profesionalizan, los hombres a menudo se ven más beneficiados y toman trabajos más lucrativos y estables.
Y aunque el informe se centró solo en tres países, Giacovelli dice que los hallazgos no son exclusivos de estas naciones.
“Hemos visto cada vez más investigaciones y evidencia profesional de que la gestión de residuos no es neutral en cuanto al género. Sabemos que las desigualdades que existen en la sociedad impregnan este sector”, explica.
“Pero las cosas pueden cambiar para mejor. Si los responsables de políticas, las empresas y las comunidades pueden superar los estereotipos tradicionales, la gestión de residuos presenta una gran oportunidad para fortalecer la participación equitativa de mujeres y hombres en la sociedad", añade.
Desde 2016, el Centro Internacional de Tecnología Ambiental (IETC) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha estado trabajando en un proyecto de residuos y cambio climático para reducir los impactos del sector en el clima a través del fortalecimiento de capacidades y el apoyo de políticas a nivel nacional y local en Bután, Mongolia y Nepal. El proyecto "Residuos y cambio climático" está financiado por la Iniciativa Climática Internacional (IKI) y el IETC trabaja con socios nacionales para su ejecución. El informe Nexo entre el género y los residuos se desarrolló conjuntamente con GRID-Arendal.