Esta semana, científicos y representantes de 195 países se reúnen en la 54ª sesión del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para finalizar el informe sobre clima más completo hasta la fecha: el Sexto Informe de Evaluación. Los informes del IPCC han respaldado históricamente la acción climática global e influido en las decisiones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La directora ejecutiva adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Joyce Msuya, explica en esta entrevista por qué la ciencia climática es crucial para la toma de decisiones y qué se puede hacer para priorizar la acción climática en beneficio de las personas y el planeta.
Dado que el mundo todavía está luchando contra una pandemia, ¿qué tan urgente es el tema del cambio climático?
El clima extremo es la nueva normalidad. Desde Alemania hasta China, Canadá o Estados Unidos, vemos incendios forestales, inundaciones, olas de calor extremo. Es una lista trágica y en constante crecimiento.
La crisis climática y las crisis de pérdida de biodiversidad y contaminación han estado desplegándose durante décadas, y la COVID-19 las ha puesto en mayor relieve. La pandemia es una advertencia del planeta de que lo que nos espera es mucho peor a menos que cambiemos nuestro modo de vida. Estas crisis amenazan nuestro futuro colectivo y es hora de actuar.
Mientras hay países que invierten cantidades de recursos sin precedentes para reactivar la economía mundial, necesitamos recuperarnos de una manera segura, sostenible y que no agrave los desafíos que ya enfrentamos.
¿Existe un vínculo entre la degradación del medio ambiente y pandemias como la de COVID-19?
Los estudios informan que aproximadamente 60% de las enfermedades infecciosas emergentes son de origen animal y, como la COVID-19, pueden transferirse entre animales y humanos.
A medida que la población mundial se acerca a los 8.000 millones de personas, el cambio en el uso de la tierra y el desarrollo ponen a los seres humanos y los animales en contacto más cercano, lo que facilita la propagación de las enfermedades zoonóticas. Esto ocurre cuando los hábitats se destruyen y las especies específicas de esos hábitats son reemplazadas por especies generalistas como murciélagos y roedores, las cuales tienen más probabilidades de portar patógenos zoonóticos que la mayoría de los otros grupos de mamíferos, lo cual aumenta el riesgo de contagio. En los últimos 50 años, la producción de carne también ha aumentado 260% y, en la actualidad, las represas, el riego y las granjas industriales están vinculadas al 25% de las enfermedades infecciosas.
La pandemia es un recordatorio de la interconexión entre los seres humanos y el medio ambiente, y los posibles impactos de la transferencia de enfermedades entre especies —cuyo riesgo aumenta significativamente con la degradación del medio ambiente—.
¿Cómo contribuye el IPCC a nuestros esfuerzos colectivos para enfrentar el cambio climático?
Fundamentalmente, el papel del Panel es establecer lo que sabemos sobre el cambio climático con el fin de proporcionar la base científica para la toma de decisiones, el desarrollo de políticas y las negociaciones internacionales. Por esta razón, todas las publicaciones del IPCC surgen a partir de un proceso riguroso por parte de la comunidad científica mundial.
Las evaluaciones anteriores del IPCC han ayudado a establecer que las acciones humanas son una causa del calentamiento global, a preparar el camino hacia el histórico Acuerdo de París y a aumentar los compromisos de limitar el aumento de la temperatura. Los países también buscan orientación en los informes del IPCC para desarrollar sus ambiciones nacionales. Por ejemplo, el IPCC ha dejado en claro que todos y cada uno de los países del mundo deben comprometerse y desarrollar un plan para lograr un futuro de cero emisiones netas.
¿Qué necesitamos saber sobre el sexto informe de evaluación que se está revisando actualmente?
El informe del IPCC es una herramienta para comprender el calentamiento pasado — cómo y por qué ha ocurrido— y para desarrollar proyecciones futuras, incluida una mejor comprensión de cómo las acciones humanas han influido en los eventos climáticos extremos. El primer componente del informe completo que se publicará el próximo mes representa el mayor esfuerzo de colaboración hasta ahora, con 234 autores, información de 14.000 artículos científicos y revisiones de 750 expertos y 47 gobiernos.
El informe nos dará una mejor comprensión de los eventos climáticos extremos y los impactos de la COVID-19 en el cambio climático y la contaminación del aire, y brindará el impulso que necesitamos mientras nos dirigimos hacia la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en octubre. También nos dará la información científica que necesitamos para el primer Balance Mundial del progreso colectivo hacia los objetivos del Acuerdo de París en 2023.
Un grupo de trabajo se está reuniendo ahora para examinar todas y cada una de las líneas del informe antes de su aprobación final por parte del IPCC.
Desde Alemania hasta China, Canadá o Estados Unidos, vemos incendios forestales, inundaciones, olas de calor extremo. Es una lista trágica y en constante crecimiento.
¿Podría ser demasiado tarde para que las acciones humanas frenen la trayectoria del cambio climático?
Un número creciente de países se está comprometiendo con objetivos de neutralidad de emisiones, pero para permanecer dentro del límite de 2°C y tener la oportunidad de alcanzar la meta de 1,5°C, los compromisos deben traducirse en políticas y acciones.
No es demasiado tarde, pero debemos recuperar el tiempo perdido, especialmente en tres áreas. En primer lugar, debemos disponer de financiación para la adaptación. En segundo lugar, debemos centrarnos más en las soluciones basadas en la naturaleza en la renovación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional. En tercer lugar, debemos integrar las agendas de biodiversidad y clima.
Sabemos que las naciones en desarrollo a menudo soportan la carga desproporcionada del cambio climático. A medida que los países implementan paquetes de recuperación y estímulo tras la COVID-19, tenemos una oportunidad de oro para trazar un futuro sostenible. Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2020 del PNUMA, invertir en una recuperación sostenible de la pandemia podría reducir en 25% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.
El PNUMA está apoyando una iniciativa histórica acordada en diciembre de 2020 por los ministros de medio ambiente de 54 países africanos para respaldar un plan integral de recuperación ecológica de la COVID-19. El programa de estímulo verde africano incorporará las consideraciones ambientales en todas las facetas de las economías africanas. El PNUMA también se complace en observar que todos los países del continente ya tienen o están desarrollando un plan nacional de adaptación.
2021 será un año fundamental para la acción climática. Es el año en el que se está llevando a cabo gran parte del trabajo para establecer nuestro futuro pospandémico. Es el año de la retrasada Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). Es el año para acordar un Marco mundial de la biodiversidad post-2020. Y es el comienzo del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas.
2021 debe marcar el comienzo de la era de la acción. Y debe ser el año en el que la ciencia reine supremamente.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el organismo de las Naciones Unidas para evaluar la ciencia sobre el cambio climático. Fue creado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1988 para ofrecer a los líderes científicos una visión científica clara del estado actual de los conocimientos sobre el cambio climático y sus posibles repercusiones y riesgos. Está compuesto por 195 Estados Miembros.