La vida silvestre enfrenta amenazas sin precedentes. El hábitat natural de las especies se ha reducido drásticamente a causa de la agricultura, la minería y los nuevos desarrollos urbanos. Un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción y mientras tanto se estima que la demanda de productos derivados de la vida silvestre genera hasta US$ 23 mil millones anuales.
Aproximadamente 20.000 elefantes son cazados cada año en África. Y se cree que hay más tigres en instalaciones de cría en cautiverio en toda Asia que en la misma naturaleza, donde se estima quedan sólo 3.800 ejemplares.
El comercio ilegal de vida silvestre continúa representando un peligro real para la biodiversidad y los ecosistemas, y también para la salud humana, ya que una serie de enfermedades emergentes provienen de productos animales.
La diversidad biológica es el núcleo de la salud y la productividad de los ecosistemas y genera enormes beneficios a los humanos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, junto con otras agencias de las Naciones Unidas, gobiernos, organizaciones internacionales y el sector privado, está trabajando para crear conciencia, hacer cumplir las leyes y obtener el apoyo de las comunidades locales para detener el comercio ilegal de vida silvestre.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente además acoge la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que regula el comercio de aproximadamente 5.800 especies de animales y 35.000 de plantas para prevenir la sobreexplotación.
Conozca otras tres formas en las que trabajamos con el fin de enfrentar este negocio ilegal:
Apoyar la gestión y el comercio legal y sostenible de la vida silvestre, de conformidad con el derecho nacional e internacional.
Siempre que se realice de manera sostenible y esté bien regulado, el comercio de vida silvestre a menudo tiene resultados positivos de conservación, ya que proporciona incentivos para el buen manejo de los hábitats y de las poblaciones de especies comerciales. También puede generar empleos para las comunidades locales, lo cual reduce las posibilidades de sobrexplotación o la necesidad de transformar las áreas naturales. El comercio sostenible puede garantizar la supervivencia de la vida silvestre a largo plazo al generar ingresos para apoyar su gestión y conservación.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente y la Secretaría de CITES ayudan a los países y territorios a fortalecer su gobernanza ambiental en línea con los requisitos de la convención. La implementación de esta iniciativa de cooperación incluye la designación de al menos una autoridad administrativa y una autoridad científica, la penalización del comercio ilegal y la confiscación de los especímenes poseídos ilegalmente.
Llamar al mundo a poner fin al comercio ilegal de vida silvestre.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente trabaja con otros organismos y secretarías de las Naciones Unidas para erradicar la venta ilegal y el tráfico de vida silvestre tanto a nivel nacional como internacional. También contribuye a mejorar la promulgación de legislación nacional y ayuda a los países a cooperar para abordar el tráfico ilegal en sus fronteras y puestos de entrada.
A nivel mundial, la corrupción es un problema grave que obstaculiza el combate a los crímenes ambientales. Es por eso que el Programa de la ONU para el Medio Ambiente brinda apoyo para capacitar a jueces, policías y funcionarios aduaneros en el combate de estos delitos.
A través de la campaña Feroz por la Vida, también ayuda a crear conciencia y aumentar la comprensión del público sobre los impactos sociales, económicos y ambientales del comercio ilegal, con el respaldo de celebridades influyentes que pueden llevar el mensaje a mil millones de personas a través de sus canales sociales. De esta forma, se apunta a fortalecer los esfuerzos internacionales para reducir la demanda de productos silvestres de origen ilegal.
Conservar los hábitats biodiversos del mundo.
75% de la superficie terrestre del planeta ha sufrido alteraciones considerables y 66% de la superficie oceánica está experimentando cada vez más efectos de la actividad humana, según la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas.
La degradación y destrucción de hábitats ha resultado en la disminución sin precedentes de biodiversidad que estamos presenciando actualmente. Según algunas estimaciones, estamos perdiendo especies a una tasa de extinción 1.000 veces superior a la natural.
La destrucción del hábitat también puede aumentar la exposición de las personas a enfermedades zoonóticas (enfermedades que surgen del contacto humano con animales). Los científicos sugieren que los hábitats degradados pueden incluso alentar procesos más rápidos de evolución y diversificación de enfermedades.
Es por eso que el Programa de la ONU para el Medio Ambiente se dedica a fortalecer la base científica que alimenta el trabajo de los responsables de formular políticas. En 2016, la organización publicó su Informe Fronteras 2016 sobre temas emergentes de preocupación ambiental, el cual incluyó un capítulo sobre enfermedades zoonóticas como el Ébola, la gripe aviar, el síndrome respiratorio de Oriente Mers (MERS), la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo repentino (SRAS), el virus del Nilo Occidental y el virus del Zika.
“En las últimas dos décadas, las enfermedades emergentes han tenido costos directos de más de US$ 100 mil millones. Si estos brotes se hubieran convertido en pandemias humanas, las pérdidas habrían sido de varios billones de dólares”, dice el informe.
Como resultado del trabajo del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, se han logrado avances significativos en la construcción de un compromiso global de alto nivel con la gobernanza ambiental, así como en la movilización de la voluntad política para lograr un mayor impacto a nivel nacional.