Las ciudades tan solo ocupan el 3% de la superficie terrestre; sin embargo, son responsables de hasta el 80% del consumo de energía y del 75% de las emisiones de carbono. Para 2050, se estima que casi el 70% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, motivo por el cual los expertos advierten que las ciudades provocarán un cambio drástico en el medio ambiente y agravará la triple crisis planetaria actual. Para hacer frente a los problemas asociados a la urbanización rápida, los gobiernos deben actuar con firmeza para planificar y construir ciudades resistentes y sostenibles.
Salvaguardar la seguridad alimentaria urbana, al tiempo que se limita el estrés sobre la salud humana y medioambiental es un reto clave al que se enfrentan las ciudades, y la agricultura urbana puede ser una de las soluciones necesarias.
La reutilización de los recursos urbanos y el fomento de la agricultura en las ciudades aportan innumerables beneficios sociales, económicos y en materia de salud. Asimismo, este tipo de agricultura puede contrarrestar las consecuencias del cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la contaminación y los residuos, según un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). En efecto, cultivar los alimentos más cerca de los consumidores reduce las emisiones de carbono asociadas a la entrega y el almacenamiento, incrementa el acceso a dietas más saludables y fortalece la resiliencia de los sistemas alimentarios.
Si se cuenta con una sólida gobernanza institucional, las ciudades pueden adoptar sistemas alimentarios circulares y promover muchas más iniciativas para salvaguardar la salud humana y ambiental.