El crecimiento económico y la resiliencia dependen de los ecosistemas. Desde los bosques hasta las tierras de cultivo y los océanos, los ecosistemas de la Tierra son la base de los recursos, los servicios y las industrias. Sin embargo, a medida que la población mundial se multiplica y aumenta la demanda de bienes y servicios, estos paisajes están siendo degradados a un ritmo alarmante.
Si se gestiona correctamente, la naturaleza puede ser fundamental para erradicar la pobreza, crear medios de subsistencia e impulsar el crecimiento económico a largo plazo.
Esto significa desvincular el crecimiento de la degradación ambiental, e incorporar la eficiencia de recursos y la circularidad para reutilizar continuamente los materiales en los procesos de producción.
Invertir en conservar y restaurar los ecosistemas naturales ayudará a proteger a la humanidad de los efectos, no sólo costosos, sino mortales, de posibles pandemias futuras y del cambio climático.
La recuperación de la COVID-19 presenta una oportunidad única para revertir el daño que le estamos haciendo a la naturaleza. Los paquetes de estímulo que están implementando varios gobiernos deben basarse en la sostenibilidad ambiental, y fomentar la eficiencia de recursos, la gestión adecuada de residuos y reducciones drásticas en la contaminación y las emisiones.
Una recuperación baja en emisiones de carbono creará empleos y acelerará el crecimiento económico, al tiempo que mejorará la salud humana, hará nuestros pueblos y ciudades más habitables y protegerá el medio ambiente para las generaciones futuras.