Para los agricultores del "Corredor Seco" Centroamericano, las condiciones meteorológicas extremas exacerbadas por la crisis climática han convertido el simple acto de sembrar en una apuesta que podría llevarles a la quiebra e incluso expulsarles de sus tierras.
"Lo más difícil para nosotros aquí es la sequía. A veces, el exceso de agua también afecta a los cultivos", explica Iván Azucena, un joven de 25 años de Zacatecoluca (El Salvador). "La gente tiene miedo de sembrar por si no hay cosecha".
La necesidad de actuar es urgente, ya que la pobreza y la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la contaminación y los residuos alimentan las emergencias humanitarias y migratorias que asolan varios países centroamericanos. Azucena es una de los 50.000 agricultores de El Salvador que se benefician de una ambiciosa iniciativa regional liderada por el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y sus socios, para detener y revertir la degradación de la tierra, aumentar la resiliencia de las comunidades rurales y mejorar la seguridad alimentaria de millones de personas.
La iniciativa en todo el Corredor Seco pretende impulsar y reproducir la restauración de paisajes enteros mediante la creación y el intercambio de recursos, conocimientos y prácticas climáticamente inteligentes. Esto incluye dejar cultivos de cobertura en el suelo, plantar árboles cuesta arriba o mezclar árboles con plantas agrícolas.
Este enfoque ha motivado a que el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas haya incluido este proyecto entre sus 10 primeras Iniciativas Emblemáticas de Restauración Mundial. Las iniciativas emblemáticas muestran esfuerzos con la visión y la escala necesarias para equilibrar las actividades humanas y los ecosistemas y conducir a las personas y la naturaleza hacia un futuro sostenible.
"La seguridad alimentaria en América Central depende de que personas como Iván puedan seguir cultivando sin temer por su propio futuro", declaró Natalia Alekseeva, Coordinadora del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas. "Restaurar los paisajes de manera que ayuden a las comunidades a adaptarse y prosperar en condiciones difíciles es la única forma de conseguirlo".
Una región turbulenta
El Corredor Seco se extiende por zonas de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Se caracteriza por largos períodos de sequía alternados con períodos de fuertes lluvias que afectan gravemente a los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de sus 10 millones de habitantes. Los habitantes de las zonas áridas de Panamá y la República Dominicana se enfrentan a amenazas similares.
Por ejemplo, la sequía exacerbada por el fenómeno climático de "El Niño" en 2015 causó pérdidas estimadas de hasta el 60% de la cosecha de maíz en las zonas afectadas. En 2019, cinco años de sequía habían dejado a 1,2 millones de personas de la región necesitadas de ayuda alimentaria, y en 2021, comunidades de Honduras y Guatemala sufrieron graves pérdidas de cosechas a causa de los huracanes Eta e Iota.
"(Estos países) están en la misma situación. Tenemos las mismas necesidades, el mismo enfoque de acción. Así que tenemos que actuar juntos", aseguró Diego Recalde, Representante de la FAO en El Salvador.
Las sequías son una de las mayores amenazas para el desarrollo sostenible a nivel mundial, y actuar juntos requiere la participación de todas las partes interesadas, según los expertos. El Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía de este 2023, que se celebra el 17 de junio, destaca la necesidad de invertir capital y esfuerzos en la igualdad de acceso de las mujeres a la tierra como una faceta clave en los esfuerzos mundiales de recuperación de tierras y resiliencia ante la sequía.
El SICA, la FAO y sus asociados están ampliando el apoyo a docenas de proyectos en todo el Corredor Seco con el objetivo de restaurar cuencas hidrográficas enteras, incluida su biodiversidad.
En El Salvador, por ejemplo, el proyecto RECLIMA, financiado por el Fondo Verde para el Clima, combina la restauración y reforestación de ecosistemas de tierras altas para proteger las fuentes de agua y recargar los acuíferos con escuelas de campo para formar a los agricultores en técnicas agrícolas mejoradas. Los sistemas agroforestales, que integran árboles con cultivos y mantienen procesos ecológicos más naturales, son un componente clave. En algunos casos, las técnicas suponen una recuperación de las prácticas tradicionales e integran los conocimientos autóctonos.
Agrosilvicultura
En el municipio de Alegría, en las laderas del volcán Tecapa, de 1.600 metros de altitud, el café se produce a la sombra de árboles autóctonos que interceptan las precipitaciones y ayudan a filtrarlas en el suelo. En las laderas más bajas, los agricultores añaden árboles frutales, acolchan los cultivos y perfilan sus campos para recuperar los nutrientes y evitar la erosión del suelo. Asimismo, están aprendiendo a fabricar abono orgánico con residuos de las cosechas, lo que aumenta la capacidad del suelo para retener la humedad durante los períodos secos y reduce la necesidad de comprar fertilizantes químicos.
"Este proyecto demuestra que algunas cosas no tienen por qué ser costosas", afirma Cecilia Montana, promotora comunitaria del proyecto RECLIMA. "Con estas prácticas, incluso cuando deja de llover durante mucho tiempo, los suelos permanecen húmedos".
"Se pueden ver brotar las hojitas más bonitas", añadió, señalando el nuevo crecimiento de un árbol frutal que estaba cerca.
Mientras tanto, la Iniciativa Emblemática de Restauración Mundial pretende ampliar los esfuerzos de restauración como el de Alegría aplicando las enseñanzas aprendidas de los proyectos sobre el terreno en toda la región y ampliando significativamente el apoyo financiero para el desarrollo rural sostenible que puede contrarrestar la degradación de los suelos, la pobreza y la migración.
Para 2030, la Iniciativa Emblemática se propone haber restaurado 300.000 hectáreas de tierras degradadas, creando miles de puestos de trabajo y secuestrando grandes cantidades de carbono nocivo para el clima. Sin embargo, para tener éxito, la iniciativa deberá dar a más agricultores como Azucena la confianza necesaria para seguir trabajando sus tierras y mantener el valioso suministro de alimentos.
"La gente me dice que ha visto maracuyás que son pequeñas y me pregunta por qué las mías son tan grandes, y yo les digo que es por cómo estoy gestionando los cultivos", explica. "Sabemos que, al final de la temporada, tendremos cultivos que cosechar y alimentos que comer".
Acerca del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el período comprendido entre 2021 y 2030 como Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas. El Decenio, dirigido por el PNUMA y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el apoyo de sus asociados, tiene por objeto prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es recuperar miles de millones de hectáreas de ecosistemas terrestres, costeros y acuáticos. El Decenio de las Naciones Unidas constituye un llamamiento mundial a la acción que reúne el apoyo político, la investigación científica y los recursos financieros necesarios para fomentar masivamente la restauración.
Marco Mundial de la Biodiversidad
El planeta está experimentando un peligroso declive de la naturaleza. Un millón de especies están amenazadas de extinción, los suelos se están volviendo infértiles y las fuentes de agua se están secando. El Marco Mundial de la Biodiversidad fue adoptado por los líderes mundiales en diciembre de 2022 y se propone detener y revertir la pérdida de naturaleza para 2030. Para hacer frente a las causas de la crisis de la naturaleza, el PNUMA está trabajando con sus asociados para: tomar medidas en favor de los paisajes terrestres y marinos, transformar nuestros sistemas alimentarios y cerrar la brecha financiera en favor de la naturaleza.