Credit:  UNEP/Camila Lopez
31 Jan 2025 Reportaje Nature Action

En Chile, los humedales vuelven a la vida, trayendo consigo oportunidades económicas

Credit:  UNEP/Camila Lopez

Miriam Abarca está de pie sobre una plataforma de madera con vista a la Laguna Cahuil, un pequeño cuerpo de agua salina rodeado de pinos en la costa central de Chile. A lo lejos, las aves revolotean entre juncos altos y los turistas reman en un bote sobre la superficie tranquila de la laguna. 

“Para mí, esto es un paraíso y pura magia”, aseguró la señora Abarca, quien dirige una pequeña empresa de turismo que ofrece recorridos por la laguna. “Esto es lo más valioso que tenemos. Sin ella, no sé cómo sobreviviríamos“. 

La vista pintoresca es el resultado de un ambicioso proyecto respaldado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para recuperar la laguna, que solo unos años atrás estuvo al borde del colapso debido al cambio climático y el desarrollo descontrolado. Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo más amplio para preservar cinco humedales a lo largo de la costa central de Chile, una tierra agreste y azotada por el viento que alberga plantas y animales únicos en el mundo. 

Aquí, como en muchas otras partes del planeta, la contaminación, el cambio climático, las especies invasoras y el turismo no sostenible han llevado a los humedales al límite

“Los humedales son uno de los ecosistemas más importantes del planeta y, sin embargo, están desapareciendo a un ritmo alarmante —afirmó Robert Erath, jefe de proyectos del PNUMA a cargo de la iniciativa—. Eso tiene que cambiar si queremos proteger no solo a las especies que habitan en los humedales, sino también a las comunidades que dependen de estos paisajes para su sustento y alimentación“. 

A man holding salt in his hands.
A medida que la laguna quedó desconectada del mar, la producción de sal disminuyó. Crédito: PNUMA/Camila López

A nivel mundial, existen más de 1.200 millones de hectáreas de humedales con vegetación, un área más grande que Canadá, el segundo país más extenso del mundo. Estos ecosistemas acuáticos —que incluyen pantanos, turberas y marismas— son un refugio para la vida silvestre que, además de filtrar contaminantes y almacenar carbono, ayudan a mitigar el calentamiento global. 

Sin embargo, entre los años 1700 y 2000, el planeta perdió el 85% de sus humedales, muchos de ellos drenados para dar paso a ciudades y campos de cultivo. La costa de Chile, encajada entre el océano Pacífico y el desierto de Atacama, es un claro ejemplo de esta tendencia. Alrededor del 85% de la población de Chile vive en esta estrecha franja de tierra y, a medida que las ciudades crecieron, los humedales fueron invadidos y fragmentados. Al mismo tiempo, la contaminación agrícola llegó a los cuerpos de agua, lo que provocó la proliferación de algas tóxicas. La deforestación eliminó la capa vegetal, acelerando la desertificación y el arrastre de sedimentos hacia los ríos. El turismo masivo también afectó a la fauna local, perturbando los sitios de anidación de aves y anfibios; según los conservacionistas, los huevos eran pisoteados con frecuencia. 

Pero quizás la mayor amenaza ha sido el cambio climático, puesto que, según especialistas, ha provocado una disminución de las lluvias y el deterioro de los humedales.

An aerial view of a lagoon and the ocean.
La Laguna Cahuil, en la costa central de Chile, está separada del mar por un estrecho banco de arena. Crédito: PNUMA/Camila López

Eso era, en parte, lo que estaba ocurriendo con la Laguna Cahuil, ubicada en las afueras de Pichilemu, una aldea de fama mundial por el surf que se asienta sobre un promontorio arenoso en el Pacífico. La disminución de las lluvias durante los meses de invierno, tradicionalmente húmedos, hizo que el nivel del agua de la laguna cayera drásticamente, cortando su conexión estacional con el océano. Esto impidió el ingreso de la sal que mantiene su carácter salobre. Con el tiempo, la laguna se redujo, las especies comenzaron a desaparecer y las algas —favorecidas por la contaminación— proliferaron, lo que liberó un fuerte olor al descomponerse, explicó Robert Erath. El deterioro de la laguna puso en riesgo diversas actividades económicas, desde la pesca y el turismo hasta la extracción de sal. 

Hace dos años, esa realidad comenzó a cambiar gracias a un esfuerzo apoyado por el PNUMA y financiado por el Gobierno de Chile y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Ingenieros y autoridades locales diseñaron un plan para abrir un canal en el banco de arena que separaba la laguna del mar, explica Luis Araya, quien coordinó el trabajo en Cahuil bajo el marco del Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Tras meses de preparación, durante una semana especialmente lluviosa en junio de 2023, se removió una sección del banco de arena, lo que permitió que el agua salada ingresara a la laguna. 

“Ayudamos a la laguna a recuperar su dinámica natural a través de esta intervención y lo hicimos de una manera sustentable“ —afirmó Luis Araya—. “Esperamos que el humedal pueda seguir funcionando de manera natural por muchos años más“. 

El regreso del agua salada ha restablecido los niveles de salinidad de la laguna y ha controlado la proliferación de algas. Los habitantes afirman que, desde entonces, el turismo ha repuntado, al igual que la pesca. 

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Durante siglos, las personas han extraído sal de las salinas que bordean la Laguna Cahuil. Crédito: PNUMA/Camila López

Parte del objetivo del proyecto ha sido salvar los humedales combinando la conservación con el desarrollo económico, un proceso conocido como gestión sostenible del territorio. 

“La conservación no puede existir aislada“ —dice Erath, del PNUMA—. “La realidad es que las personas en países en desarrollo, como Chile, a menudo dependen de los recursos naturales para su supervivencia. La clave para proteger ecosistemas frágiles, como los humedales, es encontrar un equilibrio entre la protección y el desarrollo económico“. 

Además del trabajo en el banco de arena, los equipos instalaron puestos de observación en los bordes de la laguna para el avistamiento de aves, cercaron áreas de anidación y ayudaron a las autoridades locales a desarrollar un protocolo de conservación. Estas medidas han permitido que el turismo sea menos perjudicial para la vida silvestre y más sostenible a largo plazo.  

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Personas dedicadas a la protección ambiental han delimitado una parte de la playa de la laguna para proteger a las aves y anfibios en época de anidación. Crédito: PNUMA/Camila López

Los cambios han impulsado la recuperación de varias especies de aves, incluido el pilpilén, una especie en peligro de extinción, señala Lucía Zapata, activista ambiental y miembro del grupo Pichilemu Animal. 

“Es increíble ver cómo las especies están prosperando“, —añade Zapata, sentada en una de las plataformas de observación con vista a la laguna—. “Es un modelo que puede replicarse no solo en Chile, sino en todo el mundo“. 

Mientras tanto, los expertos que trabajan en el proyecto han apoyado al gobierno de Chile en el desarrollo de la primera ley en América Latina para proteger humedales en áreas pobladas. Actualmente, la normativa abarca más de 100 humedales urbanos. La Laguna Cahuil ha sido designada para protección, un proceso que se espera completar a mediados de 2025. 

 Maisa Rojas Corradi, ministra del Medio Ambiente de Chile, explica que la ley forma parte de un esfuerzo gubernamental más amplio para proteger y restaurar ecosistemas frágiles en conjunto con las comunidades locales. 

“El tema de la gobernanza es crucial“ —afirmó la ministra Maisa Rojas— “La experiencia de cómo gobernar y tomar decisiones en torno a los ecosistemas es tremendamente valiosa, porque esperamos que pueda replicarse en otros ecosistemas que necesitan revertir su degradación para abordar la crisis de pérdida de biodiversidad“. 

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La activista ambiental Lucía Zapata afirma que el proyecto ha favorecido la recuperación de varias especies de aves.                              Crédito: PNUMA/Camila López

 

A fecha de 2023, el proyecto ha ayudado a 60 municipios y 15 regiones a restaurar más de 11,000 hectáreas de humedales. Este trabajo está estrechamente vinculado al Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, un histórico acuerdo de 2022 diseñado para detener y revertir la pérdida de la naturaleza. El pacto incluye objetivos para la conservación y restauración de paisajes como los humedales, así como el compromiso de los países de “mejorar” la contribución de la naturaleza al bienestar humano

De regreso en Cahuil, la operadora turística Miriam Abarca dice estar agradecida por la recuperación de la laguna. Heredó su negocio de sus padres y afirma que la infraestructura turística, incluidas las plataformas de observación, ha sido una adición bienvenida. 

“El proyecto es lo más importante que hemos tenido en, creo, décadas“, agregó Miriam Abarca. Confía en que, incluso cuando el proyecto llegue a su fin en las próximas semanas, los habitantes de Cahuil seguirán protegiendo la laguna. 

“El humedal no debe dejar de ser protegido, no solo el de Cahuil, sino todos los humedales del país“, agregó. 

 

El planeta está experimentando un peligroso declive de la naturaleza. Un millón de especies están amenazadas de extinción, la salud del suelo está disminuyendo y las fuentes de agua se están secando. El Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal establece objetivos mundiales para detener y revertir la pérdida de naturaleza para 2030. Fue adoptado por los dirigentes mundiales en diciembre de 2022. Para hacer frente a los factores que impulsan la crisis de la naturaleza, el PNUMA está trabajando con sus socios para tomar medidas en los paisajes terrestres y marinos, transformar nuestros sistemas alimentarios y cerrar la brecha de financiación para la naturaleza. 

El Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) es un fondo multilateral dedicado a abordar la pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la contaminación y las amenazas a la salud de la tierra y los océanos. A través de subvenciones, financiamiento combinado y apoyo en políticas, ayuda a los países en desarrollo a enfrentar sus principales desafíos ambientales y a cumplir con los convenios ambientales internacionales. En las últimas tres décadas, el GEF ha proporcionado más de 22.000 millones de dólares en financiamiento y ha movilizado otros 120.000 millones de dólares para más de 5.000 proyectos nacionales y regionales.