Cada vez más personas utilizan agua desalinizada para beber, cocinar y lavarse, sobre todo en zonas donde el agua es un recurso escaso.
La desalinización implica eliminar la sal del agua de mar y filtrarla para producir agua potable de calidad. Sin embargo, el proceso consume mucha energía, y los combustibles fósiles que suelen utilizarse contribuyen al calentamiento global. Por otro lado, la salmuera tóxica que produce contamina los ecosistemas costeros.
Si bien es posible alimentar las plantas de desalinización con fuentes de energía bajas en carbono para reducir las emisiones, la descarga de salmuera tóxica de estas plantas al océano es un problema más difícil de resolver.
“Se están desarrollando nuevas tecnologías para abordar estos problemas, pero mientras tanto es importante crear conciencia sobre las repercusiones de la desalinización”, dice Birguy Lamizana, experta en aguas residuales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Estas son las cinco cosas que debemos saber sobre la desalinización:
- Es un negocio boyante. Un estudio de las Naciones Unidas realizado en 2018 contó casi 16.000 plantas desalinizadoras operando en 177 países, las cuales producían un volumen de agua dulce equivalente a casi la mitad del caudal medio de las Cataratas del Niágara.
- Varios países, entre ellos Bahamas, Maldivas y Malta, satisfacen todas sus necesidades de agua mediante el proceso de desalinización. Arabia Saudita (con 34 millones de habitantes) obtiene aproximadamente 50% de su agua potable de la desalinización.
- En la mayor parte de estos procesos, por cada litro de agua potable producido se generan alrededor de 1,5 litros de líquido contaminado con cloro y cobre. Esta agua residual (conocida como “concentrado”) es dos veces más salina que el agua del océano. Si no se diluye y dispersa adecuadamente, puede formar una columna densa de salmuera tóxica que, de no tratarse, es susceptible de degradar los ecosistemas costeros y marinos. El aumento de la salinidad y la temperatura puede provocar una disminución en el contenido de oxígeno disuelto y contribuir a la formación de “zonas muertas”, donde muy pocos animales marinos pueden vivir.
- Los recursos hídricos no convencionales, como los que resultan de la desalinización, son clave para lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos). La desalinización puede expandir el suministro de agua más allá de su disponibilidad a través del ciclo hidrológico, pero se requiere innovación en la gestión y eliminación de la salmuera. La investigación sugiere que también existen oportunidades económicas asociadas a este residuo, como la sal comercial, la recuperación de metales y el uso de salmuera en los sistemas de procesamiento de pescado.
- En la última década se ha visto un mayor interés académico en recuperar recursos de la salmuera, según un estudio de 2019. El agua de mar contiene numerosos minerales, algunos de los cuales son raros y costosos de extraer en tierra. Obtener materiales de la salmuera ya es posible, pero el alto costo de este proceso restringe su comercialización.
A nivel mundial, 80% de todas las aguas residuales termina en mares, ríos, lagos y humedales. En el marco del Programa de acción mundial para la protección del medio marino frente a las actividades realizadas en tierra, el PNUMA está trabajando para prevenir la degradación provocada por las actividades terrestres, como la operación de las plantas desalinizadoras. El programa también alberga y funge como secretaría de la Iniciativa mundial sobre aguas residuales.
En marzo de 2019, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente adoptó una resolución sobre este desafío.
Proteger y restaurar los ecosistemas de los efectos de la contaminación del agua, el aire y otras fuentes es un principio clave del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas 2021-2030 y el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030).