Cuanto más se calienta el planeta, más ciudades descubren que necesitan nuevas formas de mantener bajas las temperaturas y proteger a sus residentes. Las olas de calor ya son los desastres relacionados con el clima más letales en Europa. 140.000 muertes asociadas con 83 olas de calor se han registrado desde el comienzo de este siglo.
Hoy, sólo 8% de los 2.800 millones de personas que viven en lugares con temperaturas diarias promedio superiores a los 25˚C tienen aire acondicionado.
Los servicios de enfriamiento son particularmente importantes en ciudades donde las temperaturas van en aumento, un fenómeno que empeora con el efecto de isla de calor urbano. Esto sucede cuando el concreto y el asfalto absorben la energía del sol durante el día y luego irradian el calor, manteniendo a la ciudad caliente mucho después de la puesta del sol. El calor residual de los motores y otros equipos que consumen energía en el transporte, la industria y la refrigeración de espacios hacen que las ciudades sean aún más calientes.
A menudo, son los vecindarios más pobres los más afectados, ya que los residentes tienen menos acceso a los equipos de aire acondicionado y espacios verdes con brisa, lo que pone a las personas vulnerables en mayor riesgo de sufrir complicaciones de salud relacionadas con el calor.
La solución estándar para el enfriamiento en las ciudades por lo general consiste en la instalación de más aires acondicionados, pero esto trae consigo otros problemas. Las tecnologías de enfriamiento que consumen mucha energía contribuyen directamente al calentamiento global.
Se espera que la cantidad de dispositivos de enfriamiento en uso pase de los 3.600 millones de la actualidad a 9.500 millones en 2050. La cifra llegaría a 14.000 millones en 2050 si se proporcionaran aires acondicionados a todos aquellos que los necesitan, no sólo a quienes pueden pagarlos. Las emisiones aumentarían de forma excesiva.
Muchas ciudades están tomando medidas audaces para demostrar que pueden mantenerse frescas de forma sostenible. La ciudad india de Ahmedabad implementó su Plan de Acción contra el Calor después de una temporada premonzón extremadamente calurosa y mortal en 2010.
El plan estableció un sistema de alerta temprana para los más vulnerables e incluyó suministro de agua para las comunidades, las plantas y los árboles, y una iniciativa de "techos frescos" para evitar que los edificios absorban el calor. En unos 7.000 hogares de bajos ingresos se pintaron los techos de blanco, una medida simple que reduce drásticamente las temperaturas interiores debido a que el color blanco refleja la luz solar.
Este plan salva aproximadamente 1.100 vidas cada año. Su innovador enfoque de múltiples pasos ganó el Premio Ashden 2020 para Ciudades Frescas, que reconoce a pioneros en la lucha contra el cambio climático.
Existe una gran cantidad de evidencia que muestra que las intervenciones a nivel de ciudad pueden mitigar en gran medida los efectos del estrés térmico. Por ejemplo, en una típica tarde soleada de verano, un techo blanco que refleja 80% de la luz solar se mantendrá unos 30 ˚C más fresco que un techo gris que refleja solo 20% de la luz solar. La Agencia Internacional de Energía estima que las ciudades bien diseñadas podrían ahorrar 25% de la energía que utilizan para calefacción y refrigeración.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) está trabajando en un manual de enfriamiento sostenible que describe las mejores prácticas que se pueden implementar fácilmente a nivel de ciudad. La guía ayudará a los funcionarios de las urbes a desarrollar hojas de ruta de enfriamiento sostenible específicas para las necesidades y oportunidades únicas de sus zonas.
"En el PNUMA nos enfocamos en la planificación y el diseño para aprovechar la mayoría de las soluciones pasivas y traer la naturaleza de vuelta a la ciudad", dijo Martina Otto, quien dirige el trabajo del PNUMA sobre ciudades.
"A través de un sistema de espacios verdes bien articulados, y al ecologizar fachadas y techos y promover el diseño pasivo de edificios, las ciudades pueden modernizar la construcción tradicional y ayudar a reducir las temperaturas", añadió Otto.
Planes urbanos con estos fines surgen cada vez más en todo el mundo. Ciudades como Melbourne, en Australia, planean aumentar masivamente sus bosques urbanos para aumentar la calidad del aire, proporcionar más sombra y reducir la necesidad de enfriamiento mecánico. En Italia, el proyecto Forestami de Milán apunta a plantar 3 millones de árboles nuevos para 2030 con el fin de reducir las temperaturas urbanas en 2 ˚C. Y Freetown, la capital de Sierra Leona, se ha comprometido a plantar 1 millón de árboles y aumentar la cobertura vegetal en 50% para fines de este año como parte de un esfuerzo para combatir el cambio climático y detener la deforestación.
En Frankfurt, se han colocado "salas de estar verdes" alrededor de la ciudad para proporcionar el enfriamiento natural de las plantas. Otras ciudades como Estocolmo y Tokio están recurriendo al moderno enfriamiento de distrito para ahorrar energía y dinero.
El PNUMA lidera la Coalición para la Refrigeración Limpia y Eficiente (Cool Coalition), una red de grandes actores mundiales con el propósito común de acelerar la transición hacia un enfriamiento sostenible. Esta alianza está apoyando a los países en la integración del enfriamiento en sus planes nacionales para combatir el cambio climático.
"Las soluciones basadas en la naturaleza son una parte clave del enfoque de la Cool Coalition para minimizar las emisiones del sector de enfriamiento", dijo Dan Hamza-Goodacre del Programa de Kigali para la Eficiencia de Refrigeración.
“Las ciudades lideran la implementación de soluciones basadas en la naturaleza para combatir el cambio climático. Estos planes están reduciendo los costos de enfriamiento, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudando a las ciudades a adaptarse a los impactos climáticos mientras abordan la pérdida de biodiversidad y protegen la salud humana, un sorprendente conjunto de beneficios”, dijo Hamza-Goodacre.