De pie en medio de sus plantas de yerba mate, el agricultor paraguayo Eger Báez no suda a pesar de una temperatura de media mañana que se acerca a los 30 °C. Esto se debe a que su valiosa cosecha orgánica aprovecha la sombra de una gran cantidad de árboles.
De pie en medio de sus plantas de yerba mate, el agricultor paraguayo Eger Báez no suda a pesar de una temperatura de media mañana que se acerca a los 30 °C. Esto se debe a que su valiosa cosecha orgánica aprovecha la sombra de una gran cantidad de árboles.
Persuadir y ayudar a los terratenientes a permitir que crezcan más árboles indígenas en sus tierras es fundamental para uno de los proyectos ambientales más ambiciosos y sostenidos a largo plazo del mundo: la restauración del otrora imponente Bosque Atlántico.
“Nuestros bosques en todo el mundo están bajo asedio”, afirmó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). “La restauración del Bosque Atlántico cuenta con la participación de las comunidades locales y representa un claro ejemplo de que la naturaleza logra sanarse cuando se le da la más mínima oportunidad, además de agradecernos proporcionándonos beneficios con creces durante el proceso”.
El Bosque Atlántico cubría una vasta extensión de Argentina, Brasil y Paraguay. Desafortunadamente, cinco siglos de tala, expansión agrícola y el crecimiento implacable de ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro la han reducido a fragmentos.
En el marco del Pacto Trinacional del Bosque Atlántico, 360 organizaciones han estado trabajando durante más de tres décadas para preservar y restaurar lo que queda de este bosque. Estas organizaciones protegen las especies en peligro de extinción (como el jaguar y el tití león dorado), aseguran el suministro de agua para las personas y la naturaleza, contrarrestan las repercusiones del cambio climático y desarrollan la resiliencia a estos, y crean miles de empleos.
Unas 700.000 hectáreas de tierra ya han sido restauradas y el objetivo es proteger y recuperar 1 millón de hectáreas para 2030 y un total de 15 millones de hectáreas para 2050, un área más grande que todo Nepal, Grecia o Nicaragua.
La ONU ha reconocido el Pacto Trinacional del Bosque Atlántico como una de sus 10 primeras Iniciativas Emblemáticas de la Restauración Mundial. Estas iniciativas emblemáticas, que reúnen las condiciones para recibir apoyo, financiamiento y/o asesoramiento técnico de la ONU, muestran cómo los defensores del medio ambiente están restaurando los ecosistemas degradados en todo el planeta como parte del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas.
“Estamos celebrando el galardón de iniciativa emblemática de restauración”, afirmó Julie Messias e Silva, secretaria de biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil. "Este esfuerzo es un reconocimiento del papel único que desempeña el bioma no solo en términos de servicios ecosistémicos, sino también para la economía y las personas".
Bosque en medio de los cultivos agrícolas
El señor Báez, de 43 años, cultiva yerba mate en 2 hectáreas de su tierra en Alto Vera (Paraguay). Esta zona era nada más que un campo desnudo, dijo. Ahora enumera con orgullo algunos de los árboles nativos que están sombreando el cultivo: viraro, guatambú, cacharana, cedro, peteribí.
Con la ayuda de una organización no gubernamental, su cultivo de yerba mate ha sido certificado orgánico y ofrece un precio saludable a los compradores, incluida una empresa de bebidas de los Estados Unidos de América. El señor Báez insiste en que los beneficios financieros son secundarios.
"La razón principal por la que he optado por este enfoque es mi familia", dice el señor Báez, padre de tres hijos. Él y sus vecinos que también cultivan yerba mate pueden "ver que nuestros arroyos están más limpios y que nuestras familias no están expuestas a plaguicidas cerca de nuestras casas".
Alto Vera se encuentra en el Alto Paraná, una región del Bosque Atlántico con una cubierta arbórea relativamente intacta que se extiende a ambos lados de las fronteras de los tres países. Los trabajos de restauración en áreas como Alto Vera y en la provincia argentina de Misiones están diseñados para unir las principales áreas protegidas del Alto Paraná.
Para especies como las especies de jaguares a punto de estar en peligro de extinción, los corredores de vida silvestre son vitales porque se extiende su hábitat y permiten que diferentes poblaciones de fauna se mezclen y profundicen su reserva genética. Se estima que el número de jaguares en el Alto Paraná aumentó en un 160% entre 2005 y 2018.
“Los jaguares son muy difíciles de ver, pero los agricultores nos dicen que están viendo felinos más pequeños, como ocelotes y margays, en sus granjas por primera vez en muchos años y que están felices de verlos de nuevo”, afirmó Claudia Amicone de la Fundación Vida Silvestre, una organización no gubernamental argentina que trabaja para restaurar el Alto Paraná.
Beneficios para millones
Restaurar el Bosque Atlántico es parte de la estrategia para mantener la seguridad hídrica para millones de brasileños.
En el municipio de Extrema, las autoridades realizan pagos anuales por servicios ecosistémicos a los propietarios de tierras que cultivan y mantienen árboles forestales alrededor de manantiales y arroyos en granjas de carne y lácteos. Las medidas ayudan a prevenir la erosión del suelo y proteger la calidad del agua en el sistema de embalses que abastecen a las ciudades cercanas.
“Una acción que se lleva a cabo en el municipio de Extrema, un pequeño municipio de unos 40.000 habitantes, también beneficia a más de 12 millones de habitantes en el área metropolitana de Sao Paulo”, declaró el señor Paulo Henrique Pereira, gerente de medio ambiente del municipio.
Los enfoques para restaurar el Bosque Atlántico son tan diversos como los ecosistemas y las comunidades que allí viven. Existen iniciativas centradas, por ejemplo, en la investigación científica, la creación de asociaciones, la recaudación de fondos y el desarrollo de políticas gubernamentales, así como en la reforestación y la agrosilvicultura.
Sin embargo, se brinda un énfasis general en desarrollar y difundir el conocimiento de los beneficios de paisajes saludables y en ubicar a las personas en el centro del proceso.
“Si estamos hablando de mantener los ecosistemas, los biomas en una región, necesitamos hablar y trabajar con las comunidades que están allí”, afirmó el señor Taruhim Quadros de la Red Trinacional de Restauración del Bosque Atlántico. Solo las comunidades son quienes pueden "estar allí constantemente protegiendo, luchando, gestionando y colaborando para que se sostenga a largo plazo".
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado los años 2021 a 2030 Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. El Decenio, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), junto con el apoyo de las organizaciones asociadas, está diseñado para prevenir, detener y revertir la pérdida y degradación de los ecosistemas en todo el mundo. Su objetivo es devolver la vida a miles de millones de hectáreas, mediante la protección de ecosistemas terrestres y acuáticos. El Decenio de las Naciones Unidas constituye un llamamiento para la acción global que reúne apoyo político, investigación científica y músculo financiero para ampliar exponencialmente la restauración.