27 Jun 2019 Reportaje Climate Action

El deshielo de las turberas del Ártico amenaza con liberar grandes cantidades de carbono

El paisaje ártico está cambiando a un ritmo sin precedentes. En Suecia, pueblos enteros y casas medio hundidas se están trasladando a un terreno más estable, ya que el permafrost sobre el que se habían construido se derrite y cambia su composición.

En el norte de Canadá, las casas más seguras se han vuelto tan demandadas que los precios de los apartamentos se han disparado, provocando una crisis de vivienda. En todo el Ártico, ya hay casas abandonadas con daños demasiado graves. Las carreteras y otras infraestructuras clave también están en riesgo.

Los científicos nos han estado advirtiendo desde hace bastante tiempo que el aumento en la temperatura del planeta podría provocar deshielo en el permafrost y su materia vegetal, la turba, que está encerrada en su interior.

El derrumbe de casas es solo la consecuencia visible de este fenómeno. Se espera que el derretimiento a gran escala libere grandes cantidades de carbono, lo que a su vez conducirá a un mayor calentamiento, con consecuencias devastadoras para el clima y nuestra vida cotidiana.

Un estudio reciente predice que hay posibilidades de un aumento del nivel del mar de 2 metros si no hacemos nada.

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Descongelación y colapso del permafrost en Mongolia. Foto de Hans Joosten

"Para evitar un escenario tan destructivo, es fundamental que el permafrost del mundo y sus turberas permanezcan congeladas y retengan sus depósitos de carbono", dice Dianna Kopansky, experta en turberas de ONU Medio Ambiente.

Se estima que los suelos congelados y las turberas del hemisferio norte contienen cuatro veces más carbono de lo que los humanos han emitido desde la Revolución Industrial, y el doble de lo que hay actualmente en la atmósfera.

"A nivel mundial, las temperaturas del permafrost han seguido aumentando en las últimas décadas", dice el informe Fronteras de ONU Medio Ambiente.

Una reciente expedición al Ártico canadiense descubrió que el permafrost se está descongelando 70 años antes de lo previsto, una señal de que la crisis climática mundial se está acelerando más rápido de lo que los científicos temían.

La forma en que las turberas de permafrost responden al aumento de temperatura y su papel colectivo en el calentamiento global no es sencilla, ya que la interacción del permafrost, los ecosistemas y el clima es extremadamente compleja.

La región circumpolar del norte contiene casi la mitad del carbono orgánico del suelo del mundo, en gran parte en forma de turba congelada. Las turberas árticas y subárticas existen en las zonas de permafrost de Canadá, Dinamarca, Groenlandia, Finlandia, Noruega, Rusia, Suecia y los Estados Unidos.

Las turberas se caracterizan por una gruesa capa de restos de plantas muertas, lo que se conoce como turba. Las condiciones de saturación de agua, la falta de oxígeno y la congelación permanente evitan la descomposición de la turba y permiten que se acumule durante miles de años. Las complejas relaciones entre la turba, la vegetación, el agua y el hielo mantienen el delicado equilibrio de las turberas en el permafrost.

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Palsas en la república de Komi Republic, Rusia. Foto de Hans Joosten

Los pueblos indígenas que han vivido en regiones árticas durante miles de años tienen una profunda relación física y espiritual con la naturaleza y conocen la importancia de estas turberas.

"Si las turberas se enferman y dejan de hacer su trabajo de almacenar enormes cantidades de carbono y de regular los climas locales, hay profundas repercusiones para mi gente", dice Candice Pedersen, una inuk de Iaqluit, la capital del territorio canadiense de Nunavut. "Dependemos de ellos para nuestra salud y bienestar".

Hans Joosten, del Centro Greifswald Mire y Secretario General del Grupo de Conservación International Mire (Pantanos Internacionales), que ha estudiado las turberas de todo el mundo, explica que las turberas en el permafrost tienen un papel fundamental.

“En verano, evitan que el calor alcance el hielo congelado y durante el invierno, permiten que el frío se filtre en el suelo. Más acción para mantenerlos en funcionamiento es fundamental si queremos mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2°C”, dice Joosten.

Actividad humana

La crisis climática no es el único factor que influye directamente en los cambios en las turberas del permafrost. Cualquier perturbación de la superficie del suelo puede conducir a la degradación de este ecosistema, incluidos los procesos naturales como los incendios y actividades humanas, como el desarrollo de infraestructura industrial y urbana, así como la minería, el turismo y la agricultura.

La eliminación de árboles y arbustos conduce a una mayor entrada de calor solar, al colapso del permafrost y a condiciones más húmedas. El agua a cielo abierto acumula el calor del verano y actúa como una fuente de calor en el invierno, afectando la distribución del permafrost.

En Rusia, 15% de la tundra ha sido destruida por las actividades del sector transporte, lo que resultó en el deshielo del permafrost, la erosión, el hundimiento y el desarrollo de los llamados termocarsts, hundimientos pantanosos y pequeños montículos formados a partir del deshielo del permafrost rico en hielo. Alrededor de 45% de los campos de producción de petróleo y gas natural en el Ártico ruso se encuentran en las zonas más ecológicamente sensibles, a menudo en las turberas, incluyendo la región de Pechora, los Urales polares y el noroeste y el centro de Siberia.

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Las turberas del permafrost con depresiones, en el cabo Bolvansky, Rusia. Foto de Hans Joosten

Permafrost peatlands with lake depressions, Cape Bolvansky, Russia. Photo by Hans Joosten

"La casi inevitabilidad de los impactos acelerados refuerza la necesidad urgente de estrategias de adaptación locales y regionales para estos ecosistemas del norte densos en carbono", dijo Kopansky.

“Mantener las turberas saludables y haciendo su trabajo requerirá una buena toma de decisiones y el manejo prudente de las turberas del permafrost. Estos serán aspectos clave para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, reducir las vulnerabilidades humanas y ecológicas, y construir resiliencia climática a largo plazo", añadió.

Un evento en favor de estos ecosistemas, organizado por la Iniciativa Global de Turberas, tuvo lugar el pasado 22 de junio en el Foro Global de Paisajes en Bonn, Alemania.

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Pantano en permafrost cerca de Noyabrsk, Siberia Occidental, Rusia. Foto de Franziska Tanneberger

Para más información, por favor contacte a Dianna Kopansky