Ébola, SARS, Zika, VIH/SIDA, la fiebre del Nilo Occidental y ahora la COVID-19. Estas son algunas de las enfermedades con gran repercusión que han surgido en las últimas décadas. Y aunque aparecieron en diferentes partes del mundo, tienen una cosa en común: son enfermedades zoonóticas, infecciones que se transmiten entre animales y humanos, algunas de las cuales dejan muerte a su paso.
Ahora que el mundo está afectado por la pandemia de COVID-19, una evaluación científica del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Instituto Internacional de Investigaciones Pecuarias (ILRI) encuentra que, a menos que los países tomen medidas drásticas para frenar los contagios zoonóticos, brotes como los que vivimos actualmente se volverán más comunes.
"Las personas recuerdan la pandemia de influenza de 1918–1919 y piensan que tales enfermedades ocurren una sola vez en un siglo. Pero eso ya no es cierto. Si no restauramos el equilibrio entre el mundo natural y el humano, estos brotes serán cada vez más frecuentes", dice Maarten Kappelle, jefe de evaluaciones científicas del PNUMA.
El informe Prevenir la próxima pandemia: Zoonosis y cómo romper la cadena de transmisión publicado el 6 de julio, indica que 60% de los 1.400 microbios conocidos hasta ahora que causan infecciones en los humanos se originan en animales.
Las enfermedades zoonóticas desatendidas causan la muerte de al menos 2 millones de personas cada año, principalmente en países en desarrollo. Esto es más de cuatro veces el número actual de muertes reportadas por la COVID-19.
"Las enfermedades zoonóticas están estrechamente relacionadas con cuestiones como la pobreza y la desigualdad. Afectan desproporcionadamente a las personas en los países menos desarrollados. Sólo cuando ocurre una pandemia como la de COVID-19 comienzan a convertirse en un problema de todos".
Las enfermedades zoonóticas han plagado a las sociedades desde el Neolítico y fueron responsables de algunas de las pandemias más mortíferas de la historia, incluida la peste bubónica de finales de la Edad Media y la pandemia de gripe de principios del siglo XX.
Pero a medida que la población mundial se acerca a los 8.000 millones de habitantes, el desarrollo desenfrenado está colocando a los humanos y los animales en lugares cada vez más cercanos, lo que facilita que las enfermedades salten entre especies.
"A medida que explotamos más áreas periféricas, creamos oportunidades para la transmisión", dice Eric Fèvre, profesor de enfermedades infecciosas veterinarias en la Universidad de Liverpool e investigador designado del ILRI. "Existe un riesgo creciente de ver epidemias más grandes y, eventualmente, una pandemia del tipo COVID-19 a medida que nuestra huella en el mundo se expande", añade Fèvre.
El costo de las epidemias zoonóticas es elevado. El Fondo Monetario Internacional ha pronosticado que la COVID-19 causará una contracción de la economía mundial de 3% este año y generará una pérdida del Producto Interno Bruto mundial de US$ 9 billones hasta 2021. Incluso en las dos décadas anteriores a la pandemia, el Banco Mundial estimó que las zoonosis causaron pérdidas de más de US$ 100.000 millones.
Para prevenir futuros brotes, los países necesitan una respuesta coordinada y basada en la ciencia para las enfermedades zoonóticas emergentes, dice Delia Grace, autora principal del informe, epidemióloga veterinaria en el ILRI y profesora de seguridad alimentaria en el Instituto de Recursos Naturales del Reino Unido.
"Los virus no necesitan pasaporte. No podemos abordar estos problemas país por país. Debemos integrar nuestras respuestas para que la salud humana, la salud animal y la salud del ecosistema sean efectivas”, explica Grace.
El PNUMA y el ILRI están instando a los gobiernos a adoptar un enfoque intersectorial e interdisciplinario llamado “Una sola salud”, que llama a los Estados no sólo a reforzar sus sistemas de salud animal y humana, sino también a abordar factores como la degradación ambiental y creciente demanda de carne que facilitan que las enfermedades salten entre especies. Específicamente, alienta a los Estados a promover una agricultura sostenible, fortalecer los estándares de seguridad alimentaria, monitorear y ayudar a mejorar los mercados de alimentos tradicionales, invertir en tecnología para rastrear brotes y proporcionar nuevas oportunidades de trabajo para las personas que comercian con vida silvestre.
De acuerdo con Robinson, también es importante que los gobiernos entiendan mejor cómo funcionan las enfermedades zoonóticas. Eso podría ayudar al mundo a evitar otra pandemia de escalas similares a la actual.
"Si invertimos en investigación zoonótica, tomaremos la delantera y evitaremos el tipo de paralización que hemos visto", dice la experta del PNUMA.
“Los brotes sucederán. Los organismos patógenos se transmitirán de animales a humanos y pasarán nuevamente a los animales. La pregunta es: ¿hasta dónde se transmitirán y qué impacto tendrán?”, dice Robinson.
DATOS SOBRE LAS ENFERMEDADES ZOONÓTICAS:
- Las enfermedades zoonóticas (también conocidas como zoonosis) son enfermedades causadas por agentes patógenos que se propagan de animales a personas y de personas a animales.
- Entre los ejemplos de zoonosis se incluyen el VIH-SIDA, el Ébola, la enfermedad de Lyme, la malaria, la rabia y la fiebre del Nilo Occidental, además de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus 2019, COVID-19.
- Ciertos animales silvestres (incluidos roedores, murciélagos, carnívoros y primates) tienen más probabilidades de albergar patógenos zoonóticos. El ganado a menudo sirve como puente para la transmisión de los patógenos entre sus especies reservorio y los huéspedes humanos.
- En los países más pobres del mundo, las zoonosis endémicas desatendidas asociadas con la producción ganadera causan más de 2 millones de muertes humanas al año.