En el verano de 2021 se produjeron incendios forestales catastróficos en Grecia, Italia, Turquía y América del Norte, un fenómeno cada vez más frecuente a medida que se acelera el cambio climático.
Los incendios naturales se producen cuando se combinan tres elementos:
Ignición: calor del sol o de un rayo para encender el fuego.
Combustible: suficiente material combustible para alimentar las llamas.
Clima: condiciones como la temperatura, el viento y la humedad relativa pueden permitir la propagación del fuego.
Hay tres tipos de incendios forestales:
Incendios de copa: ascienden desde el suelo hasta la copa de los árboles y pueden extenderse por el dosel del bosque. Son la forma más intensa y peligrosa de incendio forestal y son comunes en los bosques de clima mediterráneo y en los bosques boreales.
Incendios de superficie: estos queman la hojarasca, la materia muerta y la vegetación del suelo y son más comunes en los bosques y las sabanas.
Incendios en el suelo: queman las capas orgánicas descompuestas del suelo y no suelen producir llamas visibles. Difíciles de suprimir por completo, pueden arder durante el invierno y reaparecer en primavera.
¿Qué daños causan los incendios forestales?
Los incendios forestales causan enormes daños a la propiedad y a la vida humana, ya que emiten grandes cantidades de contaminantes atmosféricos, como carbono negro, partículas y gases de efecto invernadero. Parte de este hollín puede ser transportado a grandes distancias y depositarse en paisajes remotos, incluidos los glaciares. Eso puede reducir la capacidad de la superficie de la Tierra para reflejar la luz solar, lo que provoca el calentamiento.
Los grandes y frecuentes incendios forestales en los bosques boreales y tropicales pueden transformar los sumideros de carbono en fuentes de gases de efecto invernadero.
Los incendios forestales más frecuentes e intensos pueden producir un cambio a largo plazo en la composición de las especies vegetales y en la estructura de los ecosistemas forestales. Los incendios recurrentes también pueden volverse más comunes, lo que podría reducir la regeneración posterior al incendio. Dependiendo del tipo de bosque original, los incendios recurrentes pueden resultar en un cambio a una vegetación no forestal.
¿Qué papel juega el cambio climático?
El cambio climático está aumentando el riesgo de incendios más grandes e intensos. Un tiempo cálido y seco prolongado reduce la humedad de la vegetación, lo que aumenta el riesgo de ignición y propagación de los incendios. Por el contrario, las precipitaciones inusualmente altas aumentan el crecimiento de las plantas que luego sirven de combustible en la siguiente estación seca.
El cambio climático también está provocando una mayor frecuencia de rayos, que es el motor predominante de los incendios forestales en los bosques boreales de Norteamérica y el norte de Siberia.
Contraatacando
La creación de la capacidad financiera y técnica para gestionar adecuadamente los incendios forestales es fundamental, especialmente en los países en desarrollo. En las últimas décadas, se ha reconocido cada vez más la necesidad de la gestión autóctona de los incendios para prevenir los más grandes y destructivos en los ecosistemas de sabanas y pastizales.
En Sudamérica, por ejemplo, algunos países han incorporado elementos indígenas a sus estrategias contra los incendios forestales. En 2014, Brasil puso en marcha un programa de gestión de incendios forestales dirigido por las comunidades indígenas en el Cerrado, que ha reducido la superficie quemada por los incendios forestales hasta en un 57% y ha mitigado el 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas. Cada año se contratan y forman más de 2.000 bomberos locales, tradicionales e indígenas.
¿Qué más se puede hacer?
Adoptar nuevas herramientas y tecnologías:
Australia es un ejemplo de cómo pueden aprovecharse las nuevas tecnologías para prevenir los incendios forestales. El planteamiento australiano se centra en el desarrollo de la capacidad de recuperación y de las capacidades antes de que se produzca la catástrofe. El país ha desarrollado una capacidad de predicción a largo plazo de las condiciones meteorológicas de los incendios forestales. Las proyecciones del cambio climático se facilitan a los grupos de gestión de emergencia.
A nivel mundial, las mejoras en las capacidades de teledetección -satélites, radares terrestres, detección de rayos y tratamiento de datos- pueden ayudarnos a controlar y gestionar mejor los incendios forestales.
Atribuciones: