PNUMA/Lisa Murray
13 Feb 2023 Reportaje Climate Action

Crisis del agua y cómo las mujeres la combaten en Sudán

Hace unos siete años, la agricultora Nima Elmassad se dio cuenta de que el clima en su territorio estaba cambiando. En el sur de la provincia Nilo Blanco (Sudán), las lluvias comenzaron a llegar más tarde de lo habitual y su frecuencia e intensidad eran irregulares. Durante el largo y duro período seco, sus hijos tenían que recorrer tres horas al día para recoger agua, y todos sus hijos abandonaron la escuela, excepto uno. En cuanto a los animales en su propiedad, el único burro con el que contaban para remolcar su carro de agua se fue debilitando progresivamente.

"Cuando el burro murió, sufrimos mucho", confesó Nima Elmassad. “Tuve que pedir agua a los vecinos para cocinar y beber. Solo podíamos bañarnos una vez a la semana”.

Farmer Nima Elmassad, from Sudan’s Um Naam Um village, says climate change has devastated her fields.
PNUMA/Lisa Murray

Nima Elmassad, agricultora de la aldea sudanesa de Um Naam Um, dice que el cambio climático ha devastado sus cultivos.
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El clima de Sudán, un país situado en el extremo sur del desierto del Sahara, varía entre el desierto y el semidesierto del norte y la sabana árida del resto del país. En las últimas décadas, los efectos acumulados de los conflictos, las sanciones económicas y la inestabilidad política, unidos al aumento del consumo de agua por el crecimiento demográfico y la expansión agrícola, han llevado a los grupos de asistencia a advertir de una inminente crisis del agua.

El cambio climático, que a menudo se considera un "multiplicador de amenazas", se suma a esta pesada carga. Las precipitaciones se han vuelto más irregulares, mientras que las inundaciones y la sequía se han vuelto más frecuentes. El aumento de las temperaturas significa que la poca agua que cae se evapora más rápidamente, reduciendo la humedad del suelo. Esto hace que la agricultura sea más peligrosa para casi dos tercios de los habitantes de zonas rurales en Sudán que, como Nima Elmassad, se dedican a cultivar a pequeños escala o a pastorear, por tanto, dependen de las lluvias.

Los científicos predicen que las temperaturas en Sudán continuarán aumentando peligrosamente, y si las tendencias actuales de lluvia continúan, el desierto del Sahara continuará avanzando hacia el sur a un ritmo de 1,5 km al año, arrasando a su paso con tierras útiles para la agricultura y el pastoreo. El panorama es desolador para Nima Elmassad, cabeza de familia y única trabajadora en esta desde que su esposo murió hace seis años.

Nima Elmassad’s 11-year-old son, Elnour Elbasheir  (L), and his neighbour, Awadallah (R), collect water from a rehabilitated reservoir on the outskirts of Um Naam Um village.
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El hijo de 11 años de Nima Elmassad, Elnour Elbasheir (izquierda) y su vecino Awadallah (derecha) recogen agua de un embalse rehabilitado en las afueras de la aldea de Um Naam Um.
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Al igual que muchas personas en Sudán dedicadas a la agricultura, Nima Elmassad carece de los ingresos y la experiencia para adaptarse a las inclemencias del clima. En su granja, las lluvias tardías y esporádicas hacen que sus cultivos no tengan tiempo suficiente para madurar, lo que provoca que las plantas se debiliten y sean vulnerables a las plagas. La señora Elmassad calcula que sus cosechas se han visto diezmadas a más de la mitad en la última década.

Para subsistir, Nima Elmassad debe trabajar en granjas de otras personas en lugar de preparar su propia tierra para la próxima cosecha, lo que la atrapa en un ciclo de pobreza.

“Cuando no tenemos suficiente lluvia, perdemos la esperanza de que nuestros cultivos crezcan”, afirmó Nima Elmassad. "A veces no hay casi comida".

Las mujeres soportan una pesada sobrecarga a causa del cambio climático, sobre todo en Sudán, donde son las mujeres las principales encargadas tanto de la seguridad alimentaria del hogar como de la crianza de los hijos, al tiempo que tienen una voz restringida en la toma de decisiones.

https://youtu.be/e7HlHx0Tdik

Un proyecto liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y ejecutado por el Consejo Superior de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Sudán está ayudando a 43 comunidades de toda la provincia del Nilo Blanco a que mejoren su resiliencia al cambio climático, mediante un enfoque particular en las mujeres y las soluciones basadas en la naturaleza. El proyecto está financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), un importante patrocinador internacional de proyectos sobre el cambio climático.

En 2018, se estableció un comité de desarrollo en la aldea donde vive Nima Elmassad, con el requisito obligatorio de que el 30% de su junta directiva esté compuesta por mujeres. El comité examinó cómo el cambio climático estaba afectando a la comunidad e identificó formas de ayudar a los aldeanos a adaptarse, como a través de métodos agrícolas resistentes a la sequía y un mejor acceso al agua.

Pastoralist Hassan Muhamed Musa Mualla herds livestock on rehabilitated pasture in Sudan’s Um Zureiba village.
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Hassan Muhamed Musa Mualla se dedica a pastorear ganado en pastizales rehabilitados en la aldea de Um Zureiba (Sudán).
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Para Nima Elmassad, este proyecto ha sido transformador en todo aspecto. Entre las actividades del proyecto, se construyó un depósito de recolección de agua de 30.000 m3 para atrapar agua en la estación húmeda y almacenarla durante todo el año.

En el embalse, el hijo menor de Nima Elmassad, Elnour, vierte bidones de agua clara en un gran tambor de plástico azul mientras las aves se arremolinan sobre sus cabezas. Esta fuente de agua está a solo 20 minutos de su casa, lo que significa que todavía tiene tiempo y energía para asistir a la escuela.

Asimismo, Nima Elmassad y más de 280 mujeres en la provincia del Nilo Blanco han plantado semillas especiales resistentes a la sequía y de mayor rendimiento, como el maní y el sésamo, proporcionadas por el proyecto. Las mujeres aprendieron cómo separarlas, aplicar fungicidas y almacenar la cosecha adecuadamente para evitar el moho y las plagas.

Los miembros de la comunidad también plantaron árboles frutales que proporcionan alimentos y sombra. Las investigaciones demuestran que, en un día soleado, un árbol sano puede tener la misma capacidad de mantener la temperatura fresca que dos aires acondicionados domésticos que estén funcionando durante 24 horas.

Nima Elmassad holds a plate of grains at her home in Um Naam Um village. Since planting drought-resistant crops her harvest, and income, has grown, allowing her to buy more food for her family.
PNUMA/Lisa Murray

Nima Elmassad sostiene un plato de granos en su casa en la aldea de Um Naam Um. Desde que plantó cultivos resistentes a la sequía, su cosecha y sus ingresos han crecido, lo que le permite comprar más alimentos para su familia.
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El proyecto ha empoderado a miles de mujeres ayudándolas a elegir entre una variedad de técnicas de adaptación al clima, incluidas más de 1.000 mujeres que recibieron capacitación sobre cómo cultivar verduras en condiciones climáticas difíciles.

Al aprovechar las soluciones basadas en la naturaleza, el proyecto ha ayudado a restaurar casi 4.000 hectáreas de bosques y pastizales utilizando especies nativas, al tiempo que más de 8.000 hogares en toda la provincia del Nilo Blanco ahora tienen acceso a fuentes de alimentos y agua resistentes al clima.

La esperanza es, con el tiempo, ampliar el proyecto para llegar a más agricultores y agricultoras en todo el país. Ya hay indicios de que esto está ocurriendo de manera natural, pues los agricultores a pequeña escala distribuyen, por su propia iniciativa, a otros miembros de la comunidad las semillas que han cosechado de variedades mejoradas de cultivos.

“Nuestro objetivo es extender estas técnicas de adaptación a otras comunidades en la provincia del Nilo Blanco, y un objetivo a largo plazo es que estos enfoques para desarrollar la resiliencia climática de los agricultores se incorporen a las políticas locales en materia de adaptación”, explicó la Sra. Jessica Troni, jefa de la Unidad de Adaptación al Cambio Climático, PNUMA.

En la actualidad, el PNUMA ayuda a 70 países de todo el mundo a adaptarse al cambio climático mediante: proyectos sobre el terreno, asesoramiento sobre políticas e investigaciones de alta calidad, como el Informe sobre la Brecha de Adaptación, entre otras actividades.

Los expertos dicen que invertir US$ 1,7 billones en medidas de adaptación climática a nivel mundial produciría más de US$ 7 billones en rendimientos económicos, al tiempo que salvaría muchas vidas. Por esta razón, los países de ingreso bajo y mediano presionaron para obtener mayores compromisos de financiación para la adaptación al clima en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) en noviembre de 2022.

Asimismo, los negociadores abordaron la cuestión capital de quién debe pagar los daños causados por la destrucción del clima, especialmente en los países más pobres (como Sudán), que históricamente han producido relativamente pocas emisiones de gases de efecto invernadero.

Hanan Jaude, the Vice Chair of the Village Development Committee in Um Naam Um village in Sudan’s southern White Nile State, poses for a photograph.
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Hanan Jaude, Vicepresidenta del Comité de Desarrollo Municipal de la aldea de Um Naam Um, en el sur de la provincia del Nilo Blanco (Sudán), posa para una fotografía.
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En palabras de Nima Elmassad, los beneficios económicos de la adaptación al cambio climático son evidentes. Los rendimientos más altos de cacahuete y sésamo que cosecha le permiten vender parte de su cosecha para pagar ropa, alimentos y una mejor educación para su familia.

“Antes cultivaba variedades tradicionales y recogía uno o dos sacos”, manifestó la Sra. Elmassad, sentada en su casa, ahora a la sombra de árboles recién plantados. "Ahora puedo recoger cinco sacos. Ha mejorado la vida de todos nosotros".

Si desea obtener más información sobre el proyecto, oficialmente titulado Enhancing the Resilience of Communities Living in Climate Change Vulnerable Areas of Sudan Using Ecosystem-based Approaches to Adaptation (mejorar la resiliencia de las comunidades que viven en áreas vulnerables al cambio climático de Sudán utilizando enfoques basados en ecosistemas para la adaptación), comuníquese con Jessica Troni: Jessica.Troni@un.org

 

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