La contaminación del aire provoca que aproximadamente 7 millones de personas mueran cada año, lo cual la convierte en el mayor riesgo ambiental para la salud actualmente.
Los contaminantes atmosféricos causan una de cada tres muertes por: accidente cerebrovascular, enfermedad respiratoria crónica y cáncer de pulmón, así como una de cada cuatro muertes por infarto. Y si esto fuera poco, la contaminación del aire también altera nuestro clima, lo que conlleva graves efectos nocivos en la salud del planeta.
La contaminación del aire proviene de diversas fuentes, tales como: desde las estufas de nuestras cocinas y las lámparas de queroseno hasta las plantas energéticas basadas en quema de carbón, las emisiones de los vehículos, los hornos industriales, los incendios forestales y las tormentas de polvo y arena. En particular, este problema se agudiza en las zonas urbanas, especialmente en África y Asia. En lo que respecta a los países de bajo y mediano ingreso, el 98% de sus ciudades que albergan más de 100.000 habitantes no cumple con las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en materia de la calidad del aire.
La buena noticia es que luchar por un mundo sin contaminación del aire puede beneficiar a la economía mundial, la salud de los seres humanos y el clima. Por tal motivo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) trabaja en todo el mundo para combatir la contaminación del aire mediante sus propósitos de: brindar apoyo a combustibles y vehículos más limpios, inspirar a las personas a nivel individual y a líderes comunitarios para que actúen, fortalecer las leyes ambientales y la capacidad institucional, y desarrollar tecnología asequible para dar seguimiento a la calidad del aire.
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